¿Qué haces en Facebook? El indignado especial

 


Publicado el 14-2-2018 en la web “glistatigenerali.com”. Traducido por Administrador, puede verse aquí el original:

http://www.glistatigenerali.com/media/che-cosa-fai-su-facebook-lindignato-speciale/

LUCA VAGLIO.

En Facebook, que con más de 2 miles de millones de usuarios puede ser considerada una especie de infraestructura colectiva, opiniones y afirmaciones acaban habitualmente polarizándose. Para ser expresadas con un lenguaje radical y maximalista. No digo nada nuevo ni inaudito. El fenómeno se repite cíclicamente. Se trata del mood cultural y político en el que vivimos. Sea de la cuestión de los migrantes, de la posición de este o de aquel partido, de las palabras más o menos cínicas o torpes de algún político, del rol y de los comportamientos de periódicos o TV, de un artículo desafortunado, de un hecho de crónica negra, de un atentado de las modalidades fascio-racistas, de un caso que atañe al mundo de la literatura o de la última polémica sobre la escuela. El elenco podría continuar extensamente. Y estar al día semana tras semana, mes tras mes. Los tonos de grito y exasperados, con o sin insulto añadido, parecen casi vehiculados por el medio mismo y por su lógica de visibilidad y aprobación, es decir, de like. No siempre, como es imaginable, pero si verosímilmente con más frecuencia que en otras partes. Y la sensación es que no tanto o no solamente se contraponen o polarizan las opiniones, sino las identidades, el recorrido vital, aquellas dos o tres cosas que para una persona son importantes, las cosas por medio de las cuales se le identifica. Se trate de algunos valores, de un proyecto de vida o de una esperanza, de una idea de ética o de sociedad, de la pertenencia o de la sensibilidad política, de una preferencia, cualquiera que sea el ámbito al que afecte, o de una pasión. Y de estado en estado, de comentario en comentario, sucede que se construyen, consolidan o destruyen reputaciones. Sobre la base de pocas palabras, de un comentario lanzado, contestado, criticado o mal interpretado por otros numerosos comentadores.

Las opiniones y las identidades se enfrentan. Y sucede que la crítica se hace áspera, dura, sin concesiones, aperturas y distinciones. Y llega la indignación, como un hecho natural. Si, como se dice, sin que sea completamente verdad, en los periódicos ya no existen enviados, o , si se prefiere, los enviados especiales que trabajan sobre el campo a la caza de noticias y de historias, Facebook está lleno de indignados especiales preparados para polemizar sobre todo. Y a escribir palabras de censura y desaprobación. Poco importa si fuera de Facebook la escritura, la búsqueda de noticias o cosas similares sean o no su profesión.

Se trata, obviamente, de un fenómeno más amplio, que afecta a la dialéctica y las posibilidades de comprensión entre las personas y que tiene raíces profundas, cuya pista esá bien fuera de Facebook. Pero en Facebook el fenómeno asume en muchos casos una declinación peculiar.

Y, por lo demás, como dice Marshall McLuhan, el medio es el mensaje. El tema está en línea con la naturaleza de Facebook, considerando su origen. Antes de Facebook, Mark Zuckerberg había ideado, en 2003, “Facemash”, una red social en la que podía manifestarse la expresión de agrado - los albores de la lógica de los like - por las fotos, por los rostros, precisamente, de los estudiantes de Harward. Facebook, en sustancia, vuelve a proponer los esquemas de Facemash. Pequeño ejercicio de etimología: “mash” en inglés significa poliglia, papa, puré. Y volviendo a McLuhan, el título de la primera edición, salida en 1967, de su célebre ensayo se asentaba en un error voluntario, un error de tipografía que el autor no había querido corregir: The Medium is the Massage. Donde Massage puede descomponerse en Mass Age, época de las masas. Mientras la versión, si puede decirse así, ortodoxa de Message puede escribirse también como Mess Age, era del desorden o de la confusión. En Twiter, lanzado en 2.006 y pensado para comunicar informaciones mediante textos de 140 caracteres – recientemente, el límite se ha extendido a 280 caracteres – que en las intenciones de los fundadores debían ser como sms colectivos- las cosas van de un modo diferente. Es menos frecuente el fenómeno de la polarización, así como la micropolarización, sobre cuestiones concretas, caótica y agresiva de estados y comentarios según una lógica binaria de sí o no, de me gusta, no me gusta. Y probablemente no es casualidad. Con este breve excursus histórico no se pretende haber dicho y explicado del todo las razones y la sustancia de las polémicas en la red. Pero nos parece que se trata de indicios y puntos de observación a no pasar por alto.

Aquí no se quiere señalar con el dedo a nadie, ir contra ningún comentario y ninguna opinión, expresada de cualquier modo. Aun menos contra Facebook. Ciertas tendencias, como el viento y las olas del mar, hacen su curso, no son sometibles a reglas y códigos. Y sin la libertad, como quiera que se entienda, también de decir estupideces o hacer rígida la manifestación de nuestro pensamiento hasta un esquematismo maniqueo, estaremos todos mucho peor. Y si es cierto que con los límites del medio es necesario ajustar cuentas es sin embargo, al menos en parte, verdad que cuando se comprende, es posible de algún modo, superarlos y descabalgarlos con una comunicación más rica y articulada. Quiere proponerse solamente un elemento para la reflexión. Y una invitación a muchos, a muchísimos, y en potencia cada vez más. Si podéis, cuando escribáis en Facebook, evitad haceros fagocitar por los límites del medio. Y, en la medida de lo posible, evitad sobrepasarlos cínicamente. Enriqueced el mensaje lo más que podáis. Admitid las variaciones y los matices del discurso. Considerad la opción de la duda. Y la del silencio, cuando convenga. No olvidad nunca la ironía y el juego. Y, si podéis, no critiquéis con desprecio, buscad comprender.

Imagen: Pixabay.


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