Nietzscheana

 


(1). Vida

En este día perfecto en que todo madura y no sólo la uva toma un color oscuro, acaba de posarse sobre mi vida un rayo de sol: he mirado hacia atrás, he mirado hacia delante, y nunca he visto de una sola vez tantas y tan buenas cosas. No en vano he sepultado hoy mi año cuarenta y cuatro, me era lícito sepultarlo, – lo que en él era vida está salvado, es inmortal” (Nietzsche, prefacio de “Ecce Homo”).

Un día perfecto. Una mañana italiana, podría ser. Amante como era F.N. (tío Friedrich) del Belpaese. Tal vez en Sorrento transcurrirían sus días más felices. Y no en mala compañía. Y es sabido que en Torino se eclipsó. Para siempre. Ora: desde Torino es definitivamente eterno (https://www.youtube.com/watch?v=3Jopmumd58U).

Un día perfecto, decíamos. Pleno, inmenso. “Todo madura”. No solo la uva toma un color oscuro. La uva, pues, también.

Un rayo que se posa sobre uno. Sobre él, Friedrich. El maestro mira adelante, mira hacia atrás. Nunca ha visto nada igual. Nada igual a este paisaje de la plenitud del día perfecto.

Sepultar los años. Tal vez no es un deseo infame. Acaso una liberación. Aquella de haberlo dado todo y sentirse libre. De poder proseguir el camino ligero de equipaje, que dijo el poeta andaluz muerto en el exilio (http://www.abelmartin.com/guia/antol/cam.html).

Lo que en él era vida está salvado, es inmortal”. Salvación, redención …. bellas palabras incluso para aquel que no se puso, que no quiso ponerse, a la sombra de Dios alguno. Inmortalidad, aquel otro deseo inherente al ser humano.

Si, inmortalidad. La de F.N.

El libro es atrapante. El primero que leí de aquel que hizo hablar a Zaratustra.

Comenzamos. La paz sea con tod@s Vdes. Si puede ser la felicidad, tanto mejor.

Erich Fromm, en el libro en que abordaba el miedo a la libertad, escribió: “Cuanto más el impulso vital se ve frustrado, tanto más fuerte resulta el que se dirige a la destrucción; cuanto más plenamente se realiza la vida, tanto menor es la fuerza de la destructividad. Esta es el producto de la vida no vivida. Aquellos individuos y condiciones sociales que conducen a la represión de la plenitud de la vida, producen también aquella pasión destructiva que constituye, por decirlo así, el depósito del cual se nutren las tendencias hostiles especiales contra uno mismo o los otros” (Erich Fromm, “El miedo a la libertad”. Ed. Piadós. p. 182).

Vida, en fin. Vidas … como la de Chaplin, por ejemplo:

https://www.youtube.com/watch?v=mWQTY4LhvkY

Comenzamos.


(2). Amado extranjero. Amada extranjera.

Quienquiera que tú seas, amado extranjero, que por primera vez encuentro, entrégate al encanto de esta hora y del silencio que nos rodea por todas partes, y deja que te refiera un pensamiento que se eleva ante mí y que quisiera arrojar su luz sobre ti como sobre cualquier otro, igual que una estrella, porque ésta es la misión de las estrellas. El eterno retorno.

No me llames extranjero”, decía la canción de Facundo Cabral.

Loable. Sin duda. Sin matices lo suscribimos. No te llamaré extranjero. No sería capaz de llamártelo. Ni extraño. El Planeta es el país más grande. Y el cielo, el mismo cielo, el paisaje más común.

No te lo llamaré quienquiera que “tú” seas. Aunque, como F.N. (y Zaratustra intuimos que suscribiría) te llame “amado”.

O tal vez seas amado por ser extranjero. Y amada por se extranjera.

Zaratustra te ordena que te entregues al encanto de esta hora. El día (seguramente) es perfecto para ello. Tal vez porque por primera vez te encuentro. Justamente, precisamente, por ello.

Por todas partes nos rodea el silencio. Lo contrario del ruido, no del sonido.

Quisiera arrojar luz sobre ti. Yo que, sin embargo, quiero ser para siempre un extranjero. Un exiliado aunque haya visto pocos paisajes y conocido pocos rostros. O, porque (leyendo a aquel gran escritor que fue Albert Camus, https://es.wikipedia.org/wiki/El_extranjero) he de cumplir una condena.



(3). Antepasados. Nobleza.

Se puede estar orgulloso con justo título de una línea ininterrumpida de padres a hijos, de “buenos” abuelos, pero no de la ascendencia en sí, pues cada uno la tiene igualmente. La descendencia de buenos abuelos es lo que constituye la nobleza de nacimiento; una sola solución de continuidad en esta cadena, un solo antepasado malo, suprime esta nobleza.

Al que habla de su nobleza, le debemos preguntar: ¿No tienes entre tus antepasados ningún hombre violento, ávido, extravagante, malo, cruel?” (Humano, demasiado humano).

Pregunta retórica, la de FN. Un obvio “si” como respuesta nos lleva a no presumir de antepasados.

Dicen que la victoria tiene mil padres y la derrota es huérfana. Suele ser así. Del mismo modo, hay una idealización del pasado que borra todo lo ominoso, turbio, inasumible, como si fuera posible una línea recta sin interrupción, sin sobresalto, sin excepción. Seguramente de ello hablaría muy bien - en sus “Tesis de Filosofía de la Historia”- Walter Benjamin.

Buenos orígenes”, al fin, nos parece una expresión pretenciosa. Y un poco banal. Mejor es pensar en rescatar del pasado lo interesante, lo vencido (y por ello olvidado, negado) aquellos momentos interesantes en que nuestros antepasados puedan presentarse como “nobles”.

Una sola interrupción en la nobleza la anula. Es ponerlo demasiado difícil. Hagan su vida, elévense. No pretendan hallar su mérito donde no puedan tenerlo. Vivan: es una experiencia única e irrepetible. Por lo demás, intransferible.



(4). Plazas.

En todas las instituciones donde no penetra el aire de la plaza pública crece, como un hongo, una corrupción inocente (por ejemplo, en las corporaciones de sabios y en las academias (Humano, demasiado humano).

Así es. O así lo vemos (o queremos verlo). A veces - también desde las plazas - el aire llega cargado de polución. A veces - no pocas, y trágicas - de malos presagios. Turbios vientos … amenazas.

Pero, al fin, amamos las plazas. Los espacios abiertos. El aire y el sol … el transcurrir de las horas. Que son gratis, al menos por ahora.

No sólo el Estado stricto sensu. También, pero no sólo. Es necesario el aire para las instituciones. Esa creación humana que son las instituciones. Ya decía el antropólogo que el ser humano es un ser “institucional”.

Corporaciones de sabios y academias (también) necesitan la sabia de la plaza pública, del aire, del espacio abierto. Para no hipertrofiarse, para saber que el único conocimiento es sobre la vida. No hay otro. No hay más temas que ese …. la vida. Y la vida (lo sabemos) está en la plaza. Fluye allí.

Cada vez más vemos gentes (comentaristas, entretenedores) que nos acaban hablando de si mismos. El aire de la plaza pública es necesario … abrir puertas y ventanas, recrearse (sin domesticarlo) en lo imperfecto, en lo heterogéneo. Por veces, en lo inquietante.

Aquel genio que era F.N. amaba esos espacios abiertos, el sol del Sur de Italia. No casualmente, quizá sus páginas más hermosas y lúcidas fueron escritas en Sorrento. Un buen lugar, sin duda, para sentarse en una plaza con la mejor compañía que uno podría elegir … y elige. La de l@s imprescindibles.



(5). Acción. Mérito. Persona.

El hombre hace meritoria una acción; pero, ¿cómo podrá una acción hacer meritorio a un hombre? ("Así habló Zaratustra").

Solemos hablar de personas buenas y malas. En el ADN de nuestra formación está (a veces más latente, a veces más oculto) un cierto maniqueismo. Luz contra oscuridad.

Tal vez no existan el “bien” y el “mal” transpantables a (o predicables de) una persona. Para ser una persona buena químicamente pura no ha debido cometer ni una sola falta nunca. Planteado así nos resultaría inverosímil. Lo mismo (suponemos, o queremos suponer) que negarle a cualquier persona haber hecho ni una sola vez una acción noble.

Acciones “buenas” y “acciones malas”, pues. FN nos plantea aquí la determinación del hombre sobre la acción, de la persona sobre el acontecimiento. El “sujeto” calificando la acción, dańdole el valor añadido. ¿Podría la acción ser el sujeto? ¿”Podrá”?, se interroga FN. Y nos interroga. Responder que sí quizá convirtiera a la persona en objeto.

Y, ¿por qué no? Sartre advertía sobre el acierto de juzgar a las personas por sus acciones y no a las acciones en función de quien las realice. Parece más justo …. a costa de reconocer que la justicia implica, así, una cierta conversión del hombre en instrumento, ¿en “objeto”?. Tal vez inquietante. Pero ¿qué otros méritos podría tener un “hombre” que sus acciones?



(6). Silencio. Belleza.

El silencio en que caemos ante lo bello es un profundo esperar, un querer oír las más finas y lejanas tonalidades; nos conducimos como una persona que fuera todo oídos y ojos; la belleza tiene algo que decirnos, por eso guardamos silencio y no pensamos en lo que en otra ocasión pensaríamos. Por consiguiente, nuestro silencio, nuestra expectación, nuestra paciencia, es una preparación y nada más. Esto es lo que sucede en toda “contemplación”("Ecce homo").

Silencio que se impone. Que nos imponemos. O la belleza (nos) impone, irrumpiendo ensordecedoramente.

Un profundo esperar”, nos ilustra FN. “Un querer oir”. Querer y esperar al mismo tiempo.

Oídos y ojos, más que boca. Algún sabio decía que por algo tenemos dos oídos y una sola boca.

Anular el pensamiento, justamente eso. Poner en suspenso aquello que como humanos (a priori) más nos caracteriza.

Una preparación, un dejarse ir, un dejarse arrastrar por la corriente … ¿Misticismo? Tal vez solo espiritualidad. No es lo mismo.

FN seguramente amaría aquellas músicas que vienen del Sur. Suaves y cálidas. Aquella voluptuosidad en que uno ama la creación, el despertar de una mañana. En Barcelona, por ejemplo: https://www.youtube.com/watch?v=LCUv9W0ViRc

(7). Admirar.

Al admirar demasiado las virtudes ajenas se puede perder el sentido de las propias, y no ejerciéndolas, olvidarlas completamente, sin poder reemplazarlas por las ajenas("Humano, demasiado humano").

Honestidad. Si una palabra definiría el “Humano, demasiado humano” de FN bien podría ser ésta. La valentía intelectual, el coraje humano, de decir la “verdad”. La verdad de un@, la única posible. La que al enunciarla nos define como personas. La que nos libera cuando la expresamos.

Si hay alguna aberración comportamental - bien expresa en el campo político - en ese (en parte) agujero negro que fue el Siglo XX, lo fue el culto a la personalidad. El dimitir de nuestra libertad para abrazar lo que otro (siempre el “poder”) dice; el (pretender) renunciar a nuestra libertad para escondernos detrás de una bandera, de una consigna, de un slogan. De "cualquier" bandera, o consigna, o slogan.

Admirar, ser espectador … Dejar que se muera lo mejor de nosotros, que se pudra. Olvidarnos de nosotros mism@s. Dimitir de la necesaria creatividad para vivir una vida digna. Esa obra de arte única que es lo único que tenemos: la vida.

Ya viejos y vací@s, nos hemos quedado sin patrimonio ni legado, pero no hemos podido apoderarnos de lo que no es nuestro.

Lo dijo maravillosamente aquel judío de Praga llamado Kafka cuya obra es una maravilla del Siglo XX: “No cedas; no bajes el tono, no trates de hacerlo lógico, no edites tu alma de acuerdo con la moda. Mejor, sigue sin piedad tus obsesiones más intensas”.

Amén … Y amen. Ambas cosas, naturalmente.



(8). Partidari@s.

Los partidarios de un gran hombre tienen la costumbre de cegarse para cantar mejor sus alabanzas("Humano, demasiado humano").

Un Dios digno de ser alabado está (¿estaría?) por encima del hombre, del “género” humano, de sus miserias y limitaciones. De su patetismo. Muy por encima, que no siempre lejos …. moviéndose entre el “lejos” y el “cerca”.

Un gran Dios, decimos, así con mayúsculas. Quienes pretendan, por considerarse hijos de la Ilustración, no anular al hombre ante algún Dios, así lo verán. El Dios bíblico, que interviene en la historia, pero no se refocila en las batallitas humanas …., ay, ¡demasiado humanas¡

Más digno que lo ridículo, servil, infame, de adorar a hombre alguno. O mujer, vaya. El dicho “género” humano. Y dicen no creer en Dios … los aduladores/as deciden “cegarse”, anularse, convertir en “Dios” a aquella obra imperfecta y siempre inacabada que es todo ser humano.

En su "El miedo a la libertad" nos dice Erich Fromm: El carácter autoritario no es nunca revolucionario, preferiría llamarlo rebelde. Hay muchos individuos y numerosos movimientos políticos que confunden al observador superficial a causa de lo que parecería un cambio inexplicable desde el izquierdismo a una forma extrema de autoritarismo. Desde el punto de vista psicológico se trata de “rebeldes” típicos. (Erich Fromm, “El miedo a la libertad”, Ed.Paidós, p. 170).

Benditos …. Bienaventurados aquellos que siguen su camino, que se arriesgan a equivocarse de senda, que no hacen del culto a la personalidad su religión. Que aceptan el reto (inevitable) de ser libres. Libres e iguales a todo ser humano, a cualquier ser humano. Se oyen a lo lejos las palabras de Ernesto Cardenal, en su Salmo 1:

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni

asiste a sus mítines

ni se sienta a la mesa con los gánsters

ni con los Generales en el Consejo de Guerra.

Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano

ni delata a su compañero de colegio

Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales

ni escucha sus radios

ni cree en sus slogans”.

Bienaventurad@s, pues, ell@s. Porque de ellos es el reino de la Tierra. O debería ser.



(9). Delicadas almas … Y nobles.

Un alma delicada se siente molesta al saber que hay que darle las gracias; un alma grosera, al saber que tiene que darlas("Humano, demasiado humano").

Un alma noble se sentirá obligada al reconocimiento y no evitará ansiosamente las ocasiones de obligarse; igualmente encontrará gusto en sus expresiones de reconocimiento; mientras que las almas bajas se guardan de toda obligación o luego, en la expresión de su reconocimiento, son exageradas y demasiado oficiosas(Humano, demasiado humano).

Delicadeza. Grandeza. El saber diluirse, desvanecerse entre los acontecimientos. Sabiendo no que uno no merece las gracias, sino que es incómodo “tener” que recibirlas. La generosidad de no buscar el elogio, de detestar la adulación.

Grandeza también el saber darlas. La delicadeza de agradecer sin arrodillarse, el estar dispuesto a corresponder … por saber que se tiene con “qué” corresponder. La valentía del corazón fuerte y generoso.

Delicadeza. De ello hablaba FN. Pero también de la “nobleza”. No de la de los antepasados, del abolengo y la alcurnia. Nos viene a hablar de lo mismo … del “no-dolor” de reconocer la estatura del otro y reconocerle, obligarse, comprometerse.

Almas bajas las de los envenenadores. El populacho infame. La gentalha; acepten la expresión, comencé a leer a FN en portugués. La que es exagerada, oficiosa, la que sobreactúa y hace de la falsa espontaneidad y de la palabra gruesa un modo de expresarse y comportarse.

Y … es tán fácil reconocer las almas nobles y delicadas. Ellas saben reconocerse entre sí. Y sonreir(se), claro.



(10). Albedrío … ¿Libre?

Lo que se llama “libre albedrío” es esencialmente la conciencia de la superioridad frente al que debe obedecer ("Más allá del bien y del mal").

¿Será “libre albedrío” una redundancia? ¿Un pleonasmo tal vez? Pocas veces (nunca quizá) oimos, leemos, un “albedrío” que no sea libre.

Una bella idea, sin duda. Un hermoso concepto. Una realidad que no estaría mal … hay cosas incontrastables.

FN … uno de los considerados representantes de la “Escuela de la sospecha”. El innombrable así lo evoca, hablando (en este caso) específicamente de “El Capital” de karl Marx: https://www.youtube.com/watch?v=CDqMqtNfDJk Escuela de la sospecha frente a todo. Aquellos que ponen todo entre paréntesis. ¿Qué otra cosa podríamos hacer con la realidad? Particularmente con nosotros mismos.

Aquel que hizo hablar a Zaratustra (o habló por su boca, ¿quién sabe?) nunca haría una frase políticamente correcta. Lo contrario de lo políticamente correcto no es lo políticamente incorrecto, sino lo imprevisible. No el que cambia las respuestas, sino el que cambia las preguntas. Segur@ de no alcanzar nunca una certeza. Una (y la palabra es pretenciosa) “convicción”.

Libre albedrío”. Refugio de bienpensantes. Librepensadores/as a medias o sólo en la corteza, en la cobertura. “No hay pensamientos peligrosos” nos ilustraba Hanna Arendt, aquella pendenciera judeo-alemana que encontró en Estados Unidos su paraíso, su Edén … “no hay pensamientos peligrosos, pensar es peligroso”.

Libre albedrío”. Tal vez una ilusión, una bella, pueril, vana, banal … ilusión. La realidad se impone … y nos reconocemos (filosóficamente) materialistas. Hay quien obedece y quien manda. Es bueno - anestésico, indoloro, incoloro, insípido - hacerlo desde la “libertad”. Al fin, todos y todas tenemos un amo. Bueno es tener un buen argumento (la “libertad”) para que nada nuevo haya bajo el sol. Solo conciencias tranquilas …. pasiones baratas. Pasiones tristes. Deberes, en fin.



(11). Alegría, aquel “pecado”.

Imaginar la “alegría” ajena y regocijarse con ella es el mayor privilegio de los animales superiores (Humano, demasiado humano).

Mucho imaginar, podríamos pensar. Pero hay almas (almas bellas) que así lo hacen. Son almas animales …. almas de animales superiores.

Animales superiores. Bestias a emular. La grandeza personificada … esto es, hecha persona. Un privilegio de los nobles .... no los de alcurnia y abolengo. Los buenos, los justos, aquellos que tienen la ternura del corazón fuerte.

Animales superiores, pues, son los “fuertes”. Nos entendemos. Tantas veces los desheredados. Seguramente, casi siempre, aquellos que han debido labrarse su camino.

La plenitud de la vida, de ello hablamos, sin duda. No otra cosa podría pensarse de quien escribe Ecce Homo. cómo se llega a ser lo que se és.

La plenitud de que nada pueda dolernos del bien ajeno. Despojarse de la envidia. Al menos, si no pueden Vdes despojarse de la envidia, no se avergüencen de ella. Reconózcanla …. es necesario antes de dispararle.

Y, bueno, de momento, compren el mismo número de lotería que sus compañeros de trabajo y sus amadísimos familiares. Es, solo, un consejo.



(12). Asco, no odio.

¡No ha sido el odio, sino el asco, lo que ha destrozado mi vida! ¡Ay! ¡Muchas veces sentí cansancio de espíritu cuando vi que también la canalla era ingeniosa!” (Así habló Zaratustra).

Aún odiar es “reconocer” al otro y darle un rango. Hacerlo merecedor de algo, de algún sentimiento que no nos produce rubor.

La canalla, a veces, puede ser ingenisosa. Un reconocimiento tremendo, una constatación demoledora, uan percepción brutal. Un abismo.

La canalla … aquella que no es merecedora de odio, sino de desprecio. Los esclavitos que tienen espíritu de tal. Capaces de destrozar la vida de cualquiera con su mezquindad. Vean el cine más polémico de Pasolini, aquel gigante profeta del Siglo XX, asesinado, justamente, por la canalla, por lo más inmundo del género humano.

Asco. Una palabra bestial. Aquello que nos produce vergüenza ajena. Mísero, mezquino, pequeño, indigno de considerarlo “enemigo”. Lo que envenena nuestra cotidianeidad con su previsibilidad mísera.

Aquellos que fueron vistos bailando fueron considerados locos …. FN, por aquí abajo todo sigue igual. Dile a Zaratustra que rescate nuestras vidas del asco y la ignominia. Para volver a ser, para siempre, niños.

Y citando al Erich Fromm de "El miedo a la libertad": …. existe la tendencia a reprimir el sentimiento de odio y a veces hasta a reemplazarlo por el de ciega admiración. Este hecho tiene dos funciones: 1) eliminar el sentimiento de odio, doloroso y lleno de peligros; 2) aliviar la humillación. Si la persona que manda es maravillosa y perfecta, entonces no tengo por qué avergonzarme de obedecerla” (Erich Fromm, "El miedo a la libertad”, p. 166).

(13). El hombre necesario …. y su melodía.

Allí donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo: allí comienza la canción de quienes son necesarios, la melodía única e insustituible (Así habló Zaratustra).

El poder, en general, no suporta el humor. Y malamente el amor.

Hablamos del poder abstracto e impersonal, aquel que más fácilmente (suponemos, solo suponemos) puede derivar en totalitario.

El Leviatán, vaya, no soporta el humor y el amor. Exige obediencia. Filas prietas. Un supuesto “pueblo” al que tantas veces se ha llamado “masa”.

No haremos aquí el canto del hombre individualista, puro e incorrupto. Eso - también eso - son leyendas.

Sí reivindicamos la oveja negra. El disidente. El impertinente. El que sabe pronunciar “no”. El que se pregunta a sí mismo (y es capaz de verbalizarlo ante el “poder”, ante cualquier poder): “¿Por qué habría de hacerlo?”.

El que sabe componer aquella melodía (única, insustituible, bella, profunda, genuina), aquella canción de los no superfluos, de los que quieren ser “sujetos” de la historia y no “objetos” de la acción del Estado (del Partido, de los medios de comunicación, de los poderosos, también de aquel ambiente familiar que reina en gremios, corporaciones y tantos).

El hombre y la mujer que saben escuchar su voz interior, que ha decidido vivir como librepensador/a. Que tiene interioridad.

¿Ha condenado absolutamente FN al Estado en esta frase? No. No es una frase anarquista ni anti-estatalista, me parece. Allí donde “acaba” el Estado, donde no puede llegar …. allí hay un vacío, un agujero negro … o una canción necesaria, imprescindible, de voces nuevas (o viejas). Sin duda única. La nuestra (la de cada uno de nosotros). Nadie puede sustituirnos. Estamos a la intemperie. Tendremos que fabricar un refugio para escuchar (sí, escuchar) el irrumpir de la luz en la mañana.



(14). Alejarse. Almas hermanas, no gemelas.

No en la manera de que un alma se aproxima a otra, sino en la manera cómo se separa, es en lo que yo reconozco el parentesco y la homogeneidad que tengo con ella("Humano, demasiado humano").

De las frases más bellas de FN.

FN dixit, pues. Aquella alma con un sensor tan particular para conocer almas. Para desnudarlas con delicadeza (¿o solo contemplarlas, intentando conocerlas?)

MAPA ANTIGUO. En un amor, la mayoría busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos, un eterno viajar. Estos últimos son melancólicos que tienen que rehuir el contacto con la madre tierra. Buscan a quien mantenga alejada de ellos la melancolía de la patria. Y le guardan fidelidad. Los tratados medievales sobre los humores saben de la apetencia de viajes largos de este tipo de gente”. La frase es de Walter Benjamin, de su obra “Dirección única”. Tal vez le hubiera gustado a Don Friedrich. Sucede que murió antes (décadas antes) de haber sido escrita. Nos habla no de almas que se separan - o sí -, sino de almas que continuamente caminan y se unen.

Tras la digresión, retornemos. No en el aproximarse - en esa acción, tal vez todo sea más previsible - sino en el alejarse. En la renuncia. En una forma de sublime aceptación, de comunicación sin palabras. Eso es lo que marca el “parentesco”.

Hermanas”, si quieren, las almas. Yo no diría gemelas, idénticas …. no como dos gotas de agua que nacen sin que podamos distingurirlas. No. Aquellas que han labrado el parentesco, que han vivido vidas diferentes y han recorrrido distintos caminos para llegar a concretar esa forma de saber separarse. De recorrer cada una su camino, de ser conscientes de tener una misión. ¿Un destino?

Homogeneidad” leemos en Friedrich Nietzsche. No sabemos cómo se traduciría del alemán la palabra correspondiente. Pero nos gusta más “afinidad”. Elección, apuesta … gusto, criterio, ¿complementariedad?

Y, bueno, el filósofo alemán (como tod@s hicimos alguna vez, ojalá que viviendo aquel “parentesco”) también tuvo sus despedidas. Algún film nos cuenta la de Lou Andreas Salomé. Parece hermoso ... y a la vez trágico:

https://www.youtube.com/watch?v=Ct4oPmG6C78



(15). Maestr@s. Amig@s ….. a todo se aprende (dicen).

"El amigo debe ser un maestro en el arte de adivinar y callar: no debe querer verlo todo" ("Así habló Zaratustra").

El amigo es un maestro, pues. Lo dice Zaratustra. Al menos dice FN que lo dijo Zaratustra, aquel persa.

Adivinar y callar. No querer invadir el alma. Saber alejarse sin dañar. Comprender que el amig@ es aquel que sabe percibir (y respetar) nuestra necesidad de soledad. Maestr@, pues, en no ser invasiv@Aquell@s que viven de la confidencia no son de fiar. Seguramente nuestro hombre lo pensaba así. O el persa, vaya (también un maestro).

Siempre está la pregunta, claro (se formulaba en “Humano, demasiado humano”, ese excelente libro que reivindicamos como hijo de la Ilustración, del iluminismo): “…¿serían nuestros amigos si nos conociesen bien?… “. Y ¿tiene importancia que nos conozcan bien para ser nuestros amig@s? Tal vez es condición indispensable para serlo no acabar de conocernos nunca. En el amigo debe haber (simultáneamente) también algo de fascinación y de respeto. En caso contrario, lo sería cualquiera.

La pregunta (nuevamente en “Humano, demasiado humano”) es inquietante. O lo parece. Lo será para algun@s, a ciencia cierta. Pero, al fin, como en Marx, como en Freud, estamos ante la “Escuela de la sospecha”. El cuestionamiento de todas las estructuras. La pregunta es: “¿Habrá algún hombre que no se sienta herido mortalmente si supiera lo que sus más fieles amigos piensan de él en el fondo?”. Y ¿tiene ello importancia? ¿Es relevante? Encontrar (hallar) que no, no lo es, es el paso número uno para una “libertad” digna de tal nombre.

Hasta mañana. Hoy el sol otoñal ilumina (y calienta) nuestra vida. Tal vez sea aquel día perfecto del que hablaba el maestro en el Prefacio de “Ecce Homo”. Para Lou Reed (uno intuye que hay algo de nietzscheano en él), sería así: https://www.youtube.com/watch?v=k1N0yT0xo9o



(16). Enamórense, si quieren. Es su problema.

No debería estar permitido, cuando se está enamorado, tomar una decisión sobre su vida, y fijar de una vez para siempre, a causa de un capricho violento, el carácter de su sociedad; se debería declarar públicamente nulos los juramentos de los enamorados y negarse a casarlos, y esto porque se debía dar al matrimonio una importancia mucho más grande, de suerte que en los casos en que se realiza hoy no se realizase. La mayor parte de los matrimonios, ¿no son de tal clase que no se desea tener por testigo a un tercero? Y este tercero que no falta nunca es el niño; es más que el testigo: ¡es el cabeza de turco! ("Aurora").

Claro que no debería estar permitido. Por el propio bien de los implicad@s. “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”: Neruda dixit.

Una decisión ligada al amor … una aberración, tal vez; un amor digno de tal nombre no aceptaría decisiones, ni convicciones. Un fuego que se consume en sí mismo.

Un capricho violento que condiciona “la” propia sociedad, la sociabilidad que debemos elegir (y cuestionar) en cada momento, indefectiblemente, ineludiblemente. No se escondan detrás de la bandera del amor para escabullir su responsabilidad, la elección que a cada momento se presenta. Sean, de verdad, amantes del riesgo. Del riesgo que es vivir. Del riesgo que es pensar.

Juramentos nulos, que solo admiten como testig@s a niños. Esos portadores de arras. “Amor eterno”, negación de la vida. Cada día es un mundo. En cada día está la puerta por la que puede entrar el Masiaj.

Erich Fromm dejó dicho: Este proceso de personificación puede observarse con frecuencia en lo que se llama “enamorarse”. La persona que necesita tal conexión con un auxiliador mágico, se esfuerza por hallarlo en una persona de carne y hueso. Por una u otra razón – a menudo fundada en el deseo sexual – determinado individuo asume para él aquellas propiedades mágicas, y se transforma así en el ser del cual ha de permanecer dependiendo toda su vida. El hecho de que la otra persona haga muchas veces lo mismo con respecto a la primera, no altera en nada la relación. Tan sólo contribuye a reforzar la impresión de que se trata de “verdadero amor”” (Erich Fromm, “El miedo a la libertad”, Ed. Paidós, p. 174).

Amor eterno …. blasfemia. Las personas somos instantes. Instantes maravillosos. Relámpagos. Algo merecedor de ser amado. Sobre el paisaje. Bajo la lluvia …. es otoño. Estación en la que (quizá) debemos recordar que el desamor es mucho más poético (literario, interesante) que el amor. Escuchen, por ejemplo, a Emmylou Harris … nuestra voz en Alabama:

https://www.youtube.com/watch?v=fQiaY1cuZjs



(17). Gestos y razones.

Hay personas a quienes se las convence con gestos sublimes, pero que ante las razones se muestran desconfiadas("Filosofía general").

Son legión. La filosofía de los 140 caracteres. Pocas palabras …. gestos, slogans. Generalmente poses, imposturas, frases lapidarias para parecer “profundo”. Ser fashion. "Enterad@", vaya.

Son legión, decimos, las personas a las que se convence con gestos, símbolos … filosofía barata, pensamiento de “todo a 100”. ¿Qué importa este “convencimiento”? ¿Implica algún “compromiso”?

Desconfianza en la razón. La de los hijos descarriados de la Ilustración, los que han renunciado al iluminismo. Verdades rotundas y fáciles, simplificar lo complejo. Populismo, en política, se llama eso, se presente o no bajo esa etiqueta.

Hay personas … si, que no son capaces de percibir que la ciencia puede ser alegre, la vida bella tal como es. Que lo sublime puede ser la vida, no el gesto. No la pretenciosidad. Sí la libertad que acepta la razón, se enfrenta a ella … y confía (segura como está de sí).



(18). Fantasmas y voces.

Cuando nos trasformamos radicalmente, nuestros amigos, los que no se han trasformado, se convierten en los fantasmas de nuestro propio pasado; su voz resuena en nuestros oídos como si viniera de la región de las sombras, como si nos oyésemos a nosotros mismos, más jóvenes, pero más duros y menos maduros("Humano, demasiado humano").

Cambiar de piel. Alguna vez. O mejor dos … o más. Una sería poco.

Como las serpientes. Y, además, no reconocerse, autopercibir con ironía a aquel que llevaba ya nuestro nombre, en el que (dicen) tendríamos que reconocernos … y asumir.

Ellos, aquellos que son fantasmas y voces, no se han transformado. No han captado - o nosotros no vemos que hayan captado - que vivir es “ser otro”. Siguen peinándose igual. O no peinándose.

Esa sensación de vergüenza, de sentirse señalado, de arrastranos ante aquel que fuimos. Aquel al que renunciamos … y que ahora también tenemos que ver y oir. También él un espectro, una sombra incómoda. No “el hombre que siempre va conmigo” que decía el poeta bueno - ese también cambia - y nos acompaña a cada paso (https://www.poemas-del-alma.com/retrato.htm).

Tampoco a los amigos. Adherirse, decimos. Aunque FN quizá lo dijo pensando en atmósferas más íntimas: “No quedar adherido a nadie: aunque sea la persona más amada; toda persona es una cárcel, y también un rincón”.

Al fin, solo voces y fantasmas. Nuestro camino debe continuar. El caminante solo tiene su sombra y aquel hombre con el que conversaba el poeta andaluz … y que a todos nos acompaña.

Quede dicho.

(19). Adelante ….

Y con esto, adelante por el camino de la sabiduría, a buen paso, con plena confianza. Cualquiera que sea tu condición, sírvete a ti mismo de fuente de experiencia. Arroja la amargura por la borda, perdónate a ti mismo, pues en todo caso tienes una escala de cien peldaños, por la cual puedes subir al conocimiento. El siglo en que sufres de haber caído te estima feliz de esa felicidad, te advierte que tornas aún parte en experiencias de que los hombres del porvenir podrán prescindir. No te pese haber sido religioso; penétrate bien de la forma en que has tenido un legítimo acceso al arte. ¿No te han de servir estas experiencias para cruzar con mejor conocimiento de causa las inmensas etapas de la humanidad anterior? ¿No es precisamente sobre este terreno, que a veces tanto te desagrada, sobre el terreno del pensamiento turbado, donde han crecido los más bellos frutos de la vieja civilización? Hay que haber amado la religión y el arte como se ama a una madre y a una nodriza; de lo contrario, no se puede llegar a la sabiduría. Pero hay que dirigir las miradas más allá, hay que saber evolucionar; si permanecemos en su dominio, no los comprenderemos ("Humano, demasiado humano").

Adelante ….” Queda bien como slogan. No sería muy animador decir “atrás”. Algo hay que poner por detrás del “Adelante”. Señalar una dirección. O sugerirla. Somos más de sugerir que de “señalar”.

Humano, demasiado humano” es un libro apasionante, por definirlo con un adjetivo. Nietzsche es (aún) intempestivo, visceral, brutal (en cierto modo), demoledor (sin duda). Pero sobre él ha caído aquella luz que conduce a la alegría, a aquel bienestar de viejo que sabe que la Ilustración es el dulce veneno que deberían beber todas las revoluciones. Se ha alejado del planeta intempestivo (en él vivió y tantos años) al que también suelen asomarse los cretinos, los que se oponen a todo y no son capaces de construir nada.

Ilustración. Iluminismo. Luces. Palabras en las que (al fin) hallamos una patria …. no en la que reposar, sino por la que pasear. La madurez puede ser bella y debería ser sabia.

Un canto indisimulable (estival, vespertino) a la vida. “Arroja la amargura por la borda” (no olvidemos que estamos navegando) y “perdónate a ti mismo”. No es cuestión de “aceptarse”, ¿quién es nadie para “aceptarse”?. Redimirse tal vez … y solo puede redimirse el imperfecto.

Aun queda una escala de cien peldaños, cien sueños, mil amaneceres, diez mil puestas de sol, un millón de (únicos) momentos. Todo ello para subir al conocimiento. Compensa (suponemos).

No te pese haber sido religioso”. También Dios – quizá - es obra humana. La creación de cualquier Iglesia, rito, institución, costumbre … sin duda lo es. Aunque exista Dios. Aunque existiese. Nos reconocemos en nuestros antepasados y (amantes de la vida y de la Creación) decimos: volvería a hacerlo, volvería a estar allí. Como disidente, tal vez Y … ni la clase sacerdotal tendrá el monopolio de aquella creación humana que es Dios. Al menos es creación humana el concebirlo, el “percibirlo”. No os avergoncéis, pues. FN lo dirá con una belleza infinita: “¿No es precisamente sobre este terreno, que a veces tanto te desagrada, sobre el terreno del pensamiento turbado, donde han crecido los más bellos frutos de la vieja civilización?

Amar a una madre (https://www.youtube.com/watch?v=JFTFG4hGfXQ). Al fin, necesario, imprescindible (seguramente tampoco suficiente) para llegar a la sabiduría. Asomarse a ella ya no es poco.

Bienaventurados los que se asoman a la incerteza … solo desde ella crecemos y divisamos cimas que merecemos merecer.



(20). Esclavos. Y tiranos. Y amigos.

¿Eres esclavo? Entonces no puedes ser amigo de nadie. ¿Eres tirano? Entonces nadie puede ser amigo tuyo!(Así habló Zaratustra).

Amistad (término controvertido y controvertible donde los haya) parece incompatible con esclavitud y tiranía. Parece exigir una cierta igualdad, paridad, altura, entre personas.

El esclavo no puede tener amigos. Alguien dijo que el reino de la libertad comienza donde acaba el de la necesidad. Y la amistad (lo que quiera que sea) exige aquella libertad, aquella posibilidad de elección. ¿Percibir como “amigo” al que está en un status más elevado, que contempla nuestro sojuzgamiento, nuestra condición?. Tal vez el otro pueda verte como “amigo” … solo quizá.

Tampoco el tirano es figura que haga buena pareja con “amistad”. En este caso - de seguir a FN - la imposibilidad nace de la otra parte, de aquella que te teme (o no), pero a la que gustaría causar miedo. Miedo … libertad …. contraditio in terminis.

Habló mucho F.N. de la moral del esclavo. Enemigos como somos de la opresión y la esclavitud, no podemos (sin embargo) hacer otra cosa que detestar al adulador, al que se esclaviza, al perrillo que busca las migajas, al “débil” que no quiere padecer la cara más amarga de la opresión. Al que no tiene la generosidad de no adular, ni venerar, ni hacer ostentación de obediencia y seguidismo. Aquel que como persona representa la mezquindad … esa falta de pudor de siempre querer sentarse a la mesa del poderoso. En busca, sin duda, de las migajas.



(21). La astucia del engaño … Injustamente generosos. ¿Generosos?

Hay una triste astucia que consiste en querer engañarse sobre alguien por quien nos hemos sacrificado, dándole la ocasión de aparecer tal como desearíamos que fuese(Aurora).

Astucia, si, pero triste …. sin duda. Absolutamente.

Pensar que no se ha actuado en vano. Autoengaño: ¿por qué habría de haber “justicia” alguna en los acontecimientos? Llámenlo equidad si quieren. En este caso: agradecimiento. Ya no digamos grandeza; al menos, la elegancia de no ser míseros.

Voluntad de (auto)engaño. Hemos actuado para “otro”. Tal vez sea una actitud que practiquemos universalmente. Tal vez en espera de gratitud (tampoco habría nada de nocivo o tóxico en ello). En el peor de los casos: querer ser amado. Habrá delitos peores.

Pero el “otro” no se nos aparece tal como desearíamos que fuese. A veces, lo sabemos y – mórbidamente - nos regodeamos en nuestro propio fracaso. O tal vez no sea esa la palabra.

Entonces, ¿para qué dar “ocasiones”? Ni en sueños. Practicar la entereza y honestidad del corazón fuerte y bueno. Eso sí: no ser igual de buenos con todos. Al fin uno elige instalarse en la moral de una cierta retribución. ¿O acaso sería el mundo mejor sin ella?

FN decía tener olfato para las personas. La mezquindad se huele.

Digamos señala el camino. Inmundicia moral la de aquellos que no saben corresponder a la (limpia, desinteresada) bondad. O tal vez no es una bondad realmente desinteresada. Pero ese es otro tema.



(22). Elevarse.

Subiendo a las alturas los adelantas; pero cuanto más subas, no lo olvides, más pequeño te verán los envidiosos. El que vuela más alto es el más odiado("Así habló Zaratustra").

Cuanto más nos elevarnos, más pequeños parecemos a las miradas de los que no saben volar("Aurora").

La envidia callada crece con el silencio("Humano, demasiado humano").

¿Un cierto aristocratismo? Si, si quieren. Y si no quieren, también sí. Ser humano es juzgar, el “hombre” (léase, el ser humano) es aquel que hace valoraciones. Cada palabra lo es. Tal vez también cada silencio. Sin duda cada mirada. Vivir es optar, elegir y desechar, considerar bello y “cattivo”, agradable y aborrecible.

Aristocratismo, pues, si. Del espíritu, que no del rango y la sangre, de la sensibilidad (afinidad), no del abolengo. Del gusto (bueno, se sobreentiende, hijos de Zaratustra o Zoroastro), no de la raza.

Aristocratismo, si. Una y mil veces. Desprecio por los infecundos, aversión que los que no arriesgan a subir a las alturas, maldita sea … abominación por la pequeñez de los envidiosos, por la miserabilidad de los celosos. El populacho que lleva en sus pútridas entrañas el totalitarismo. El siervo fiel. El infame.

El que vuela más alto es el más odiado”, sentencia FN. Entendemos, ¿no?

No saber volar es similar a no saber bailar (sobre ello reflexionó también nuestro filósofo). “Locos” fueron tildados los que - locamente, es cierto - bailaban por aquellos que no sabían bailar. En silencio, el pueblo totalitario, la masa infame, aquellos que confunden fuerza con violencia, por encima de todo envidia, ve sus entrañas corroídas por aquella infamia. Envidia. En silencio -venenoso, rencoroso - envidia (tercera persona del singular del verbo “envidiar”). Envidia: la palabra misma produce asco, es viscosa. Hijos de Zaratustra (o Zoroastro, Vdes eligen), reconozcámoslo: cuesta pronunciarla.

Pero si, recapitulamos, aun somos humanos … ¡ ay, demasiado humanos !. Si Zaratustra hubiera acabado su misión (aun) nuestro difunto filósofo no tendría que pronunciar las palabras que (por ahora) deben ser nuestra guía, pues (aun) se da la premisa: “No ignoro el odio y la envidia que agitan vuestros corazones. No sois bastante grandes para desconocer el odio y la envidia. Sed lo bastante grandes para no avergonzaros de ellos” ("Así habló Zaratustra").



(23). Medicina.

Mirar los acontecimientos de nuestra propia vida con los mismos ojos con que miramos los de la vida de un semejante es cosa que tranquiliza mucho y constituye una medicina conveniente. Mirar y acoger, por el contrario, los acontecimientos de la vida de los demás “como si fueran los nuestros” la reivindicación de una filosofía de la piedad, esto nos destruiría completamente en poco tiempo (Aurora).

Alejarse de un@. Distanciarse. Tal vez “salir” …. en realidad FN cuestionaría el “yo”.

Acto de liberación, de disolución. De algún modo, de aggiornamento (¡ que bella palabra de la lengua italiana !): puesta al día, recapitulación en marcha.

Huyendo del dramatismo y el sensacionalismo en que convertimos nuestras vidas, del modo en que desarrollamos nuestro modo de existir. Y es que existir es, fundamentalmente, un modo.

Desnudarse, despojarse …. si, desposeerse. Contemplar(nos) como un río. Tal vez nos riamos un poco. No a carcajadas, plácidamente. Con ironía, sin duda.

¿Qué nos destruye? FN lo dice y no nos atrevemos a llevarle la contraria. Esto: mirar los acontecimientos de los demás como si fueran los nuestros. Señales de peligro, impotencia. A veces (solo a veces) repugnancia … otro hombre, otra mujer, ha vestido nuestros zapatos y, en parte, nos ha indicado como somos. Palomas y serpientes, halcones y palomas … así somos todos, así somos todas.

Nuestra destrucción, la demolición del edificio que somos. Algo peor que mirar (incluso): “acoger” aquellos acontecimientos como si fueran los nuestros. Sólo nos queda pedir piedad y clemencia. Una maquinaria infernal está en marcha.



(24). Amamos.

Cuando amamos queremos que nuestros defectos permanezcan ocultos, no por vanidad, sino porque el objeto amado no sufra. Sí, el que ama querría aparecer como un dios, y esto tampoco por vanidad ("El eterno retorno").

Lo han acusado mil veces de haber maldecido y despreciado al hombre. ¿Ha dado realmente motivos? Solo pregunto.

Y …. sin embargo, sería tan fácil acusar al ser humano en estas circunstancias (de debilidad). De vanidoso, decimos. Todo nos llevaría hacia ese camino. Pero FN tiene la costumbre de apartarse del camino prefijado. En realidad, quizá, de cualquier camino. Cumbres y bosques son el paisaje (físico, pero también humano, existencial) del que buscaba rodearse, donde hallaba un hogar. Un hogar en el que pasear. Pasear siempre; sin ello sería imposible, propiamente, “pensar”.

Sería tan fácil. Ocultar los propios defectos por vanidad: obvio. Lo obvio es mentira, y la paradoja es condición de verdad. La “Escuela de la sospecha” - en la que se encuadran otros dos alemanes - nos alerta contra lo (demasiado) visible.

¡ Sería tan fácil ¡. Pero aquí irrumpe nuestra grandeza: no hacer sufrir. Era por eso. Pensémoslo e imaginemos el teatro de operaciones. Es cierto, entiendo.

Compasión. Mostrar la verdad desnuda destruye más al "otro". Nosotros ya somos lo que somos. Y la vergüenza ajena es la más dictatorial, aquella de la que más difícil es huir.

La ocultación (tantas veces) es medicinal.

¿Ha dado motivos, pues, para aquello, el que filosofaba con un martillo?

(25). Vida, pensamiento, amor, esperanza.

Que vuestro amor a la vida sea el amor a vuestras más altas esperanzas, ¡y que vuestra más alta esperanza sea el amor al supremo pensamiento de la vida!(“Así habló Zaratustra”).

Lo dijo el persa y FN percutió. Él percute fuerte (casi) siempre.

Amor a la vida. En un célebre poema Chaplin nos hablaba de ello: https://www.youtube.com/watch?v=tqBJUKAYsaY

Amar la vida transformando en amor las “más altas” esperanzas. Otras no valen. Absténgase fans de pasiones baratas y deseos mezquinos.

Pero también la esperanza (“alta”, por supuesto, ya se entiende) ha de ser amor. Tampoco un amor cualquiera: aquel al supremo pensamiento de la vida.

FN percute. Solo percute. Quien habla es el persa. Entre sus temas: el amor.

Aquel amor lejano … no abstracto. Tal vez fantasmal, eso sí. “Desconocido”, aún no visible. Aquella voz antigua y profunda de Zoroastro nos habla. Y percute sobre nuestra escucha:

El tú es más antiguo que el yo; el tú ha sido santificado, pero el yo, todavía no: por eso corre el hombre hacia el prójimo.

¿Os aconsejo yo amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejaros escapar de vuestro prójimo y amar al más lejano!

Más elevado que el amor al prójimo es el amor al más lejano y al venidero; más alto aún que el amor al hombre es el amor a las causas y a los fantasmas”.

Zaratustra pareciera estar esperando alguna suerte de Mesías. Tal vez la búsqueda, la esperanzada búsqueda ya sea una forma de paraíso, una balsa de felicidad. ¿Quién sabe?


(26). Planeta ascético.

Leídos desde un planeta lejano los caracteres mayúsculos de nuestra existencia terrestre, conduciría quizá a la conclusión de que la Tierra es el verdadero planeta ascético, un rincón lleno de criaturas descontentas, arrogantes y repugnantes que no pueden desembarazarse del profundo disgusto que se causan a sí mismas, que les causa el mundo, la existencia, y que querrían hacerse daño: aparentemente, su único placer(“Más allá del bien y del mal”).

Un pequeño espacio - un rincón del Universo - poblado de seres que, en realidad, no dejan de preguntarse qué son, quiénes son, ellos mismos.

Criaturas incapaces de desembarazarse de la duda y el miedo. Incapaces de comprender. Inhabilitadas para crear los mecanismos que le permitan trascender y, en realidad, aprender.

Dando vueltas sobre sí mismas, como si ellas fueran, también, algún planeta.

Ascético, frío y gris. Poblado por nieblas.

Sería curioso, si, ser vistos desde un planeta lejano. Sería interesante “ver” como somos vistos. Tal vez si sabemos salirnos un poco de nosotros mismos -viéndonos, por ejemplo, con los ojos de los animales - la conclusión sería similar. Desconcertantes criaturas somos.

Querer hacerse daño … como placer, como único placer. Aquello que es más terrible. Incapaces, para siempre, de la paz. De la armonía que daría el pensar que la existencia no tiene justificación. Se justifica a sí misma.

Tal vez Zaratustra nos llevaría por otro camino. Quién sabe. Seguramente pocos han seguido la estela de las enseñanzas del persa. Empeñados como estamos en vivir atormentados por el disgusto. Por destrozar cada ilusión. Por responder a cada respuesta con una nueva pregunta (que nos hiere y atormenta) en un bucle in-ter-mi-na-ble.


(27). Tiempo. Curación.

El tiempo todo lo cura: el tiempo no cura nada. Más bien lo que cura son las satisfacciones de muchos instintos que progresivamente aparecen y traen el olvido. También los “consuelos de la religión y de la filosofía” pertenecen a estas satisfacciones depurativas: su valor consiste ante todo en la ocupación y la reflexión que proporcionan("Tratados filosóficos").

No, no cura. El mero transcurrir, un tiempo vacío e insignificante: ¿cómo podría curar?

La vida (la herida de la vida, su zarpazo), ¿cómo podría curarse sino con vida? La vida es ese tiempo que transcurre mientras nos pasan “cosas”.

El olvido viene de ahí, de aquellas satisfacciones que la vida nos da, de ese eterno retorno de la posibilidad. De la posibilidad de respirar el aire fresco y limpio de la mañana o el atardecer rojo.

Irrumpe el olvido no para narcotizar, no para atenuar; viene para reemplazar. Y viene (vuela) sobre las alas de la vida, acompañando a la sombra que acompaña al caminante. Y viene para quedarse.

Otros narcóticos habrá. También otros anestésicos. El olvido, en todo caso, es medicina natural. Una facultad nuestra. Una asignatura que cada día, cada hora, debemos aprobar.


(28). Calumnia. Enemigos.

Cuando nos ponernos sobre la pista de una calumnia infamante, no debemos atribuirla a nuestros “enemigos” leales y sinceros, pues siendo éstos nuestros enemigos, no encontrarían fe para semejante calumnia. Pero aquéllos a quienes fuimos útiles durante un cierto tiempo, y que, por una razón cualquiera, pueden estar secretamente ciertos de no obtener nada de nosotros, ésos son los capaces de poner en circulación una infamia a costa nuestra: encontrarán crédito, por una parte, porque se supone que no inventarían nada que pudiera perjudicarlos personalmente; por otra, porque nos han conocido más de cerca. Para consolarse, el que así ha sido calumniado puede decirse: “Las calumnias son enfermedades de los demás que estallan sobre nuestro propio cuerpo; demuestran que la sociedad es un solo organismo moral, de suerte que tú puedes emprender sobre ti mismo la cura que habrá de ser útil a los demás.”("Humano, demasiado humano").

Los enemigos hay que saber elegirlos. Amigos los tiene cualquiera. ¿Los elegimos o nos eligen? Una vez más, la pregunta es “¿Quién sabe?”. Pero ¿es importante? En todo caso, mejor elegirlos, llevar la riendas desde el principio. Marcar la pauta.

Llevar las riendas desde el principio. No permitir que el caballo se desboque. Es un decir. Al enemigo hay que cuidarlo. El enemigo (más que el amigo) debe ser “íntimo” (enemigo íntimo, recalcamos) para establecer una relación digna de tal nombre.

Un enemigo, además, que valga la pena. Digno de enemistad. No de desprecio. De cierta “altura”.

No es él el autor de la calumnia infamante. Un buen enemigo nunca cometería “pecaditos”. Nos valora más.

Fuimos últiles un tiempo … a alguien. La forma más eficaz de ser últil es “no sabiéndolo”. Pero sigamos adelante: ya no pueden obtener nada de nosotros. Un pecado imperdonable … el nuestro: hemos dejado de ser útiles. La expectativa, el “derecho adquirido” fue defraudado.

Las calumnias son enfermedades de los demás que estallan sobre nuestro propio cuerpo”. Palabra de FN. Es claro: ¿merecen ser nuestros enemigos? La indeferencia, el hacer notar la irrelevancia (del calumniador) ante el mundo - incluso con el silencio -. Ese es el justo premio. La retribución que se ha merecido.


(29). Manantial.

La vida es un manantial de goces; pero donde la canalla bebe deja envenenadas las fuentes ("Así habló Zaratustra").

Y, en fin, el persa (recibimos su mensaje a través de FN, mero cartero), habló bien. Dijo verdad. Aunque, preciso es decirlo, los carteros a veces son importantes. Decisivos. Relevantes, digamos.

Un manantial de goces. Sabiduría para percibirlo. Y ejecutarlo. “En este día perfecto”, decía Nietzsche en el Prefacio del “Ecce Homo”. ¿No lo han leído? Deberían hacerlo.

En este día perfecto, decíamos, comprendemos que debemos salvar todo lo que en la vida hay de vida. Es inmortal. En realidad ya lo sabíamos. Falta la valentía de ser felices. Liberarse de servidumbres … aquellos esclavitudes que aceptamos.

La canalla, el populacho, los decadentes, los acomplejados, los que tienen espíritu de siervos, los malnacidos …. siempre estarán al acecho. Pero (pausa valorativa) …. ¿qué podría importarnos? Si acechan, ¡que acechen¡ Somos lo suficientemente felices para no darles importancia.

La vida (repítanlo) una y mil veces - oblíguense a asumirlo - es un manantial de goces. Claro que la canalla (el populacho, los decadentes, los acomplejados, los que tienen espíritu de siervos, los malnacidos) envenena las fuentes, echa agua al vino de la vida y la pasión, se muerde los labios ante nuestra alegría, maldice la vida ¿Qué otra función podría tener esa gentecilla sino reafirmarnos en nuestra dignidad?.

Deja envenenadas las fuentes. Pero fuentes hay muchas. Siempre tendremos donde beber. Habrá que buscarlas allí donde no bebió la canalla. Somos flexibles, sabemos movernos. Buscar fuentes. Huir de la canalla, de la miseria (humana), de la mezquindad. Huir no porque tenga derecho (la canalla) sobre nada, sino porque (flexibles como somos) hay mil fuentes de las que beber, más de las que ella (la canalla) podría alcanzar. Podría descubrir.


(30). Individuo. Estado. ¿Opresión?

El Estado, originariamente “no” oprime al individuo, porque éste no existe. Hace al hombre posible la existencia como animal de rebaño(Tratados filosóficos).

Donde todavía hay pueblo no se comprende al Estado, y se le odia como a un mal de ojo y un crimen contra las costumbres y el derecho(Así habló Zaratustra).

No puede oprimirse a lo que no existe. El “Individuo” biológico aun no es un componente de un cuerpo social. FN viene a decirnos que el Estado, en cierto modo, originariamente, no tenía a “quien” oprimir.

Sin “pueblo” el Estado opera sobre una suerte de agujero negro. Lo necesita. Precisa congregar a los individuos - hacerlos “pueblo” - para tener razón de ser.

Por eso resulta un incomodo, algo que irrumpe en la vida contra el derecho “real”, la construcción social de las normas.

Y sin “individuos” tampoco puede haber “pueblo”. Crear la intelegibilidad de la opresión; en buena medida, de eso se trata.

Pero, confesémoslo: las palabras más hermosas de FN sobre el Estado son estas (las dijo un persa y las reveló a aquel alemán intempestivo): “Allí donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo: allí comienza la canción de quienes son necesarios, la melodía única e insustituible” (“Así habló Zaratustra”).

¿Es cierto? Una vez más: ¿Quien sabe? ¿Tiene sentido “saber” ante estas palabras?. Mejor es vivirlas, sentirlas. Son hermosas. Rotundamente bellas.

(31). Cinismo. Almas bajas.

El cinismo es la única forma bajo la cual las almas bajas rozan lo que se llama sinceridad (“Más allá del bien y del mal”).

Siempre precupado por las “almas bajas”, Don Friedrich. Seguramente conoció más de una. Y de dos. Tuvo que enfrentarse a ellas, seguramente. Apartándose, con certeza.

Aquella mezcla de mezquindad (bajo instinto, pasión miserable), rencor y odio a la voluptuosidad. Hay almas que son veneno. No del curativo, precisamente.

Y …. sin embargo, estimamos que el cinismo puede demostrar la existencia de un alma noble. Y delicada. Que cuida/protege a los demás y sabe decir (sin verbalizarla) “verdad”. Aquel cinismo que critica lo injusto y denuncia la hipocresía. Con mordacidad. Poniendo sobre la mesa las cartas.

Pero no: FN no dice – aquí -, pensamos, que el cinismo sea “malo”. O “bajo”. No. Dice (pensamos, sentimos, escuchamos) que las almas “bajas” solo pueden alcanzar algo próximo a la sinceridad por este medio.

Medio o modo, pues, de comunicar, de expresar(se). He ahí el cinismo. Formalidad, pues. Instrumento. Las almas pútridas sólo así (despreciadoras de los goces de la vida) pueden ser - más o menos - presentables en sociedad. Las almas delicadas y nobles tienen (además, nos atrevemos a decir) otros instrumentos. Seguramente sólo dejaran los “dardos” para cuando otra alternativa no sea factible.


(32). Falta de generosidad.

¡Hay tal falta de generosidad en el hecho de desempeñar constantemente el papel de donante y dispensador de beneficios!(Aurora).

Así es. “Déjennos ser útiles”. Déjennos ser “buenos”. Así lo queremos, o, quizá en realidad, así lo necesitamos. Eso gritamos … casi siempre en silencio. Y (acompañados o no) siempre en soledad.

Sean generosos y no estén siempre sobre el escenario ofreciéndonos (exhibiendo ante nosotros) su bondad.

Socialicen nuestro derecho. Porque, al fin, Vdes están desempeñando un papel. Están acumulando (contra nosotros) una deuda que no queremos. Ofrecen un producto que no hemos pedido.

¡Es tan reconfortante dispensar el beneficio¡. A veces no tiene coste, otras si … pero siempre se genera una deuda.

No querríamos tener deudas. A veces somos derrochadores, y pensamos que mañana es hoy. Y, bueno, mañana es siempre.

No querríamos tener deudas y exhibir ese orgullo que sabemos habita dentro de nosotros.

Abandonen, pues, su papel. Entramos en escena. Sabremos ser generosos. Dispensadores, al menos, de alegría.



(33). Desprecio.

Compadecer equivale a despreciar(Aurora).

Ya ha sido dicho; asco, no odio.

Y compadecernos, dice FN, es mostrarnos un cierto tipo de asco. Algo a lo que un alma noble no está dispuesta. Porque no se lo perdonaría a sí misma. Si el alma existe, claro. Tal vez el alma no sea otra para designar algo de nuestro cuerpo. Una vez más ¿quién sabe?

Despreciar(nos), cosificar(nos). Hacerse fuertes a costa de nuestro decaer. Placer de tarántulas.

Dennos sol, aire, poemas de Benedetti, canciones de Dylan o Johnny Cash, poemas (o films) de Pasolini. En fin: música, literatura. O flores en el desierto. Si es así, acomódense y regocijémonos en la maravilla que es (a veces) vivir. Solo a veces, pero esos momentos son eternos y son imperecederos.

Si no es así, váyanse. Aléjense. No necesitamos de su compasión humillante … su pasión pútrida y barata. Su decadencia y mal gusto. Su miseria.

Abre la muralla, compadre, ábrela. No al veneno y el puñal. A la VIDA digna de ser amada, en un eterno retorno de lo maravilloso y eterno. No al veneno (https://www.youtube.com/watch?v=gbubyWK6Hjs).

Abre la muralla, reiteramos. Al corazón del amigo. Aquel que no nos ofrece compasión. Al que nos ofrece la (su) vida como un regalo insustituible. Indescifrable, también. Quizá.



(34). Elogio y censura.

Hacerse insensible al elogio y a la censura. En cambio, fundar un círculo consciente de nuestros fines e ideales y cuyo elogio y censura tenga importancia para nosotros(Tratados filosóficos).

Insensible. Se reivindica la insensibilidad. Aquello que es contrario a la susceptibilidad doliente, a la afectación, a la falsa humildad llena de vanidad ridícula, a la impostura. A la cursilería, digamos, ahora que nos permitimos (a veces, solo a veces) decir palabras soeces. Palabras sentidas, en todo caso.

Al elogio y la censura, eso sí. Un poco de grandeza exige discernir entre quien elogia y quien censura para considerar ambas relevantes. Pero …. más allá de ello, vivir (dice FN) es crearse elogios y censuras “propios”, “nuestros”: aquel elogio y aquella censura que nos pertenecen, pues fundamos nosotros los fines e ideales para traerlos a escena.

Fundar un círculo consciente de nuestros fines e ideales y cuyo elogio y censura tenga importancia para nosotros”. Tener CRITERIO, en definitiva. Buen criterio, claro. El orgullo de los que no son vanidosos, el orgullo de los que saben crear VALORES … seguramente ello agradaría a Zaratustra. El persa nunca nos abandona.

Admirar virtudes ajenas es aceptarlas, asumir que (quizá) no) llegar a ellas. Envidia y vanidad: pozos envenenados. Ya prevenía el poeta de las funestas consecuencias de envidiar la virtud (y Paco Ibáñez lo cantó, https://www.youtube.com/watch?v=kE4M9YB5PK4) Creadores, eso nos gustaría ser, o al menos seres dignos. No criminales.



(35). Conocimiento.

No vivimos para el conocimiento, sino para la pasmosa y abundante amenidad en el buscar y en el encontrar de éste(“Tratados filosóficos”).

El encanto del conocimiento sería escaso si por alcanzar el conocimiento no hubiera que vencer tantos pudores” (“Más allá del bien y del mal”).

La amenidad. Sólo con ella llega un “saber” digno de tal nombre. Un “conocer” que es “experimentar”.

El “buscar”, gozar con el encanto. Verbos, dennos verbos, no sustantivos. No salas de biblioteca (con perdón), sino el placer de la creación. ¿Que es saber sino “crear”?. Cada uno de nosotros sabe desde distintos puntos de vista, desde diferentes puntos de partida. Sabe, luego, cosas diferentes, aunque por simplificación (y las simplificaciones siempre son tramposas) hablemos de “la “cosa”, “una cosa”. Pero, ¿qué es la cosa sino un significado que le atribuimos desde la vivencia?

Encanto, placer, amenidad …. El ir a por el saber, tomar las alas (del “ángel de la historia”, quizá), y partir …. partir a un viaje infinito, definitivo, incesante. Fascinante, por supuesto.

Solo ese saber nos vale, no el de los grandes tratados. El molecular, si quieren. El descubrimiento del mundo y la belleza desde lo micro. No renunciando al gran lenguaje (que hemos perdido). Aquel rotundo, bello, contundente y cálido del persa. Haced rizoma, no raiz (Deleuze dixit).

¡Haced rizoma y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis ni uno ni múltiple, sed multiplicidades!”. Así escribió el francés. Seguramente FN aplaudiría. Y el persa posiblemente también. Vdes no sé.



(36). Iglesia.

La Iglesia es justamente lo contrario de aquello que Jesús predicó y de lo que encargó a sus discípulos que predicaran (“La voluntad de poder”).

Potentes intuiciones, las de FN.

Hoy, en realidad, (casi) todos lo verán así. El “Cristo de los pobres” se ha paseado por (casi) toda América Latina. Es un ejemplo, nada más.

Aunque también se habla de la Iglesia de los pobres. ¿Estará esta “Iglesia” Más cerca de Jesús que de la “otra” Iglesia?. No diríamos que no.

Pero, sobre todo, digamos Jesús - digamos, si quieren Yeoshúa -, no “Cristo”. Hablamos del hombre de la Historia, no del hijo de Dios de la teología. El que expulsó a los mercaderes del templo, vaya.

Aquella secta judía que se agrupó (suponemos) alrededor de él, ¿qué tendría que ver con la Iglesia? Había dicho, consta en los evangelios, aunque estos tendrían el rol histórico, eclesiástico, de fundar una “nova religio”: “No he venido a abolir la Ley y los profetas, he venido a dar cumplimiento”.

Se situaba, pues en el “fin” (como mucho) de “una” historia, del relato histórico de su pueblo, no en “fundar” nada.

Lean sobre el nacimiento del cristianismo. A expertos. Por ejemplo a Geza Vermes, un sabio. Y algunos más.

San Pablo - así llamado por la Iglesia -, Saulo, es un personaje fascinante. Personaje ambiguo, para unos quiso expandir el judaísmo, para otros diluirlo y hacer nacer una “nueva criatura”. FN le dedicó duras palabras, llenas de intuición, considerándolo el ideólogo de lo nuevo. Mario Sabán, en nuestros días, nos dá de él otra visión.

FN no era un experto en historia del cristianismo. No se puede ser todo. Las fuentes que tomaba eran las conocidas (en aquellos tiempos, seguramente eclesiásticas). Por lo demás, el debate sobre lo que representó Saulo está muy lejos de estar cerrado.

Pero Nietzsche era intuitivo, tenía olfato, sabía manejar aquellos materiales con que trabajaba. Sagaz siempre … por eso vale la pena leerlo, aunque se mueva entre tinieblas … aunque avance sobre terrenos resbaladizos, siempre nos deja algo que llevarnos al pensamiento.

(37). Consuelo.


El cristianismo es un gran tesoro de recursos consoladores de los más ingeniosos: ¡tantos elementos de consuelo contiene, tanto atempera y narcotiza, tantos remedios peligrosos y temerarios arriesga para consolar! Adivina, con sutil olfato, con olfato refinado de un refinamiento oriental, los estimulantes con los cuales se puede vencer, aunque no sea más que por momentos, la profunda depresión, la pesada laxitud, la negra tristeza del hombre fisiológicamente enfermo.

Pues se puede decir que, en general, todas las grandes religiones tuvieron por objeto principal combatir una pesada laxitud constituida en epidemia(“Más allá del bien y del mal”).

¿Hay algo malo en el consuelo? ¿Algo nocivo, siniestro, triste, feo, sucio, procaz?

No se dice aquí. Imputan a Marx la idea - las ideas plasmadas en frases cortas suelen convertirse en slogans - de que “la religión es el opio del pueblo”. Bueno, en fin, algunos dicen que la autoría es de Moses Hess. FN nos habla de narcóticos (mucho hizo la morfina para aliviar el dolor, también). FN nos habla de “recursos ingeniosos”; es un mérito, una “capacidad”. “Atempera”: otro elogio. Además, adivina, tiene olfato; contemporáneamente se diría, quizá, que tiene inteligencia emocional. Un olfato, además, refinado.

Y bueno, en general (FN dixit) todas las religiones (grandes religiones, nos dice el que hizo hablar a Zaratustra) tuvieron por objeto principal combatir una “pesada laxitud”. Otra cosa es preguntarse (seriamente) qué cosa sea una religión: cual es el denominador común. No es tarea fácil, ciertamente. Hablando en serio, jugando (¡ nada más serio que los juegos !) casi podríamos tener la tentación de definir justamente la religión como aquel pensamiento que en diversas geografías y puntos de la historia ofrece eficazmente consuelo a la sociedad; a la sociedad como tal y a los individuos que forman parte de ella (si puede hablarse de “individuos” en cualquier contexto, claro).

No he venido a establecer respuestas, he venido a hacer preguntas. Zaratustra quizá pregunte más que responda. Está más allá del bien y del mal. En ese abismo más allá del cual no sabemos (ni sabremos) qué hay.

Recen, si quieren. FN no les condenará. Él solo quería buscar explicaciones. Y a cada respuesta que Vdes mismos se den, objeter con nuevas preguntas.


(38). Discrepo.

En el momento en que alguien manifiesta abiertamente las diferencias de opiniones que le separan de un jefe de partido o de un maestro, todo el mundo cree que va contra él. Pero sucede que precisamente en ese momento es cuando deja de quererle mal: se atreve a ponerse al lado suyo y se ve libre de la envidia silenciosa que le torturaba (“Humano, demasiado humano”).

El derecho a decir no. El sagrado derecho a decirlo. La bondad de hacerlo; bondad en el sentido de las buenas consecuencias. La necesidad, digamos … reconozcamos ante el Tribunal de nuestro comportamiento.

Bastante se ha hablado - algún libro hay, creo que de José Luis López Araguren - sobre el catolicismo y el protestantismo como formas de existencia. Quizá donde haya Iglesia, hay menos “individuo” (en el supuesto de que este sea algo más que una ilusión). La libre interpretación de la Biblia, propulsada por eso que llamamos protestantismo, algo tiene que ver en todo esto.

Individuo. Ejercer de individuo. Si esto es una ilusión, queremos pensar que “bienvenida sea” .… si funciona. La ilusión de la unanimidad … eso sí (seguro) es falaz. Si dos piensan igual es que uno no piensa. Obedece, seguramente se protege.

Y bueno, en fin, después, está el tema de la autoridad. Zaratustra apela e interpela, más que pedir ser tratado como un dios. ¿Qué Dios diminuto sería si exigiese ser venerado?. Un maestro. Un maestro en el pensar …. eso es aquello que precisamos. Y no jefes.

Y también de “saber querer” hablamos. De honrar. De apreciar con ideas propias. Con pensamientos propios. Con actos propios. También con palabras, discurso, relato …. genuinos. Únicos. Insondables. Nuestra “creación”.

Únicos, insondables …. así nos quiere el maestro. Un auténtico “buen pastor”. Amén.


(39). Fracaso.

Y porque fracasásteis en grandes cosas, ¿es ésta una razón para que os sintáis fracasados? Y si habéis fracasado vosotros, ¿es ésta una razón para que haya fracasado el hombre? Pero si el hombre ha fracasado, ¡entonces, adelante!” (“Así habló Zaratustra”).

El persa habló, por boca de FN, de este modo. El persa conoce al hombre. Y el hombre debería conocer a Zaratustra. Trabando una relación como la que (dicen) debe establecerse entre Mahoma y la montaña. O algo así.

Habría que definir “fracaso”. Pero más difícil (y necesario) es definir “grandes cosas”. Pero asumamos que sabemos lo que es. Lo que se llama hacer una simulación. Cada uno sabrá qué es fracaso (para él, para ella). Para ella, para él …. cada uno sabrá lo que son cosas grandes, “sus” grandes cosas.

Bien. No imputemos a la humanidad aquellos fracasos “nuestros”. Ni siquiera tal vez debamos imputar(nos) nuestros propios fracasos. Tal vez FN habría sugerido - quizá más que sugerido - que no debemos culpar a nadie de lo que nos sucede para alzanzar la madurez.

Pero no es este el punto en que hay que detenerse. No es esta la cuestión relevante. He ahí: “si el hombre ha fracasado, ¡entonces adelante¡”

He ahí. Es entonces cuando crecemos. Ese es el terreno (el fracaso del “hombre”) donde debemos plantar nuestras flores. No en oscuros jardines. En la claridad de la creación. Sí, también del mejoramiento, del perfeccionamiento, de la innovación, de la nueva mirada. Un Edén en el que (ya) puedan comerse todos los frutos.

Un Edén. El que creamos. Desde la superación. Desde la felicidad del conocer … y del hacer. Zaratustra lo ha dicho. Y FN lo dejó escrito cuando el Novecento no era más que un horizonte que llevaría a ser triste ocaso.



(40). Franqueza.

De año en año me hago más franco, en la medida en que se hace más profunda mi mirada para este siglo XIX, para este siglo de la gran tartufería moral; cada día encuentro menos motivos para ser reservado. ¿Qué opiniones podrían hoy ser peligrosas, cuando ya nada cae en “pozos profundos”? Y aun cuando fuesen peligrosas y destructoras, es preferible que se hundan muchas cosas para poder construir mucho("Ecce homo").

Y el Siglo XX (FN fue profético, sin duda) estalló. Implosionó.

Y, bueno, qué decir del XXI. Pero podría decirse algo bastante parecido a lo que FN dijo del XIX. El XX parece haber sido un paréntesis. Un paréntesis a veces oscuro y siniestro. “Hombres en tiempos de oscuridad”, dijo Hanna Arendt aludiendo a su época. A nuestra época. Por aquellas páginas se pasean personajes (los mejores, o entre los mejores) de aquellos tiempos de oscuridad. Hombres y mujeres, claro.

El Siglo XIX (tal vez queremos pensarlo así) fue el siglo de la ilusión, del principio-esperanza, de la utopía por demostrar. Hasta que estalló el XX presentándonos el futuro como indescifrable. Si hay profetas (profetas de verdad): manifiéstense. Que se atrevan. Sin osadía no hay genialidad.

XIX, decíamos. Decía FN. Él, sin embargo, percibía como oscuro ya el XIX. Posiblemente ya sabía que era necesario ahogar las revoluciones en la Ilustración. Hacerlas implosionar sobre el colchón, la red, de la Ilustración, esa lluvia fina que (creemos o queremos ceer) hace mejor a la humanidad y más fructífera la historia.

XIX, Si. FN nos habla de tartufería moral. Lo traducimos (entendemos) como cretinismo. Banalidad solemne o solemnidad vana. Insustancialidad. Y él (FN) se desata. No soporta la atmósfera gris. La falta de altura …. que viene a ser lo mismo que la falta de profundidad.

Se desata. También él implosiona sobre su tiempo. Pierde el pudor. El pudor innecesario, vano, impreocedente (por los tiempos en que vive, tal como él los percibe). No es un hombre, ha dicho … es dinamita. Se ha lanzado en pos de decir “toda” la verdad posible. Posible, digamos: “toda” y “verdad” es una suerte de contraditio in terminis.

Vendría el XX. Cargado de dinamita. De la otra. Mortífera y brutal. Él no lo llegaría a ver. Muere cuando el siglo nace. Y ya antes se había colapsado en Torino. Pero predijo mucho de aquello que llegaría. El nacionalismo excluyente alemán ya fue percibido por él como lleno se furia, sangre y fuego.

Profético, pues, tantas veces, él, FN.



(41). Vocación.

Su vocación es indecisa; sus dotes, medianas. ¡Cosa singular! Su género de vida demuestra que no se estiman en gran cosa; se abandonan, ocupándose de fruslerías (ya sean éstas pasiones mezquinas o pequeñeces de clase). En las llamadas “vocaciones” se revela una conmovedora modestia del hombre; dan a entender que están destinados a servir y a ser útiles a sus semejantes; y lo mismo el vecino a su vecino: y así cada uno sirve a otro; nadie tiene una vocación propia, nadie vive para sí mismo, sino siempre a causa de otro; así vemos a una tortuga que descansa sobre otra, y ésta a su vez sobre otra, y así sucesivamente. Si cada uno ve su fin en otro, nadie tiene en sí mismo el fin de su existencia, y este “existir para otro” es la más ridícula comedia("Consideraciones intempestivas").

Intempestivas las consideraciones. Las de un hombre intempestivo: FN.

Pero, debe ser dicho, veraces. Rabiosamente meticulosas. Huracanes. Fuego (no artificial). Molestas para el nihilista que se deja arrastar por el vivir. Si, para él (el nihilista pragmático).

Una impostura claśica: la vocación. El “estar llamado a ….”, “estar dotado con ….”. Misticismo mediocre. Pomposidad. Fruslería. Na-da.

Si: se abandonan, ahogados - quizá se carece de valor y amor a la vida para vivir de otro modo - por pasiones mezquinas (pasiones tristes, diríamos) y pequeñeces de clase. De estas últimas, como nadie habló M. Benedetti. Al menos, escribió, y lo hizo con fuerza y acierto, con serena rabia: https://rebecagarza.net/2012/10/20/poema-de-la-clase-media-de-mario-benedetti/

Una (falsa) modestia patética. De actores en comedias malas. Ridículas. Más que falsas: impostoras.

La “sociedad” concebida como una especie de “Casa de la pradera” multitudinaria. Qué bello es que el ser humano pueda crear “sociedad” y hacer “comunidad” (dignas de tal nombre, claro) sin pretenderlo. Que posea la inteligencia de crear dispositivos sociales sobre los que vivir mejor, sea como individuo o como grupo.

Pero no ese falso “servir”. Claro que se sirve. Por supuesto que es útil. Pero la letanía de la “vocación” está atravesada por una teología penosa, una dogmática barata. La conmovedora modestia del hombre, actuando empujado por las fuerzas que en su interior lo llaman y lo lanzan a abrazar a la humanidad.

No abominamos de cualquier humanismo. La palabra puede dar lugar a resultantes muy diferentes. Pero hay músicas a las que no vale la pena poner letra. Ls vida, en todo caso, sin música, sería un error. Un inmendo y doloroso error. FN dixit.





(42). Independencia.

Un nuevo paso hacia la independencia es expresar opiniones que avergüenzan a quien las emite; en este caso, los mismos amigos y parientes se muestran inquietos. Pero éste es un fuego por el que debe pasar toda naturaleza bien dotada; luego es más dueña de sí misma(“Humano, demasiado humano”).

Un nuevo paso. Antes, claro, hubo otros. Objetivo: la Independencia. Dado quien es el autor de las palabras, procede la mayúscula. Independencia, pues.

La búsqueda en cada acto (aquí, en cada palabra) de la grandeza. De la expresión de la fortaleza. No fuerza bruta o violencia vulgar. Autoridad. Auctoritas.

Los ojos (y gestos) de inquietud de los próximos. Quizá: cinismo “del bueno”. De esto ya se ha hablado.

El buen teatro como gran arte. El actor (el hablador) crea un escenario. Un conmovedor escenario que solo él domina. Y tiemblan los cimientos de lo previsible. Los “secundarios” dudan (aterrados) de si acudir en ayuda del provocador …. o esconderse. Refutarlo no pueden. O no se atreven. Las palabras están afiladas como una daga de Venecia y cada paso (palabra, gesto) mal dado puede suponer precipitarse hacia el abismo.

El desconcierto reina. Impera. Nos muestra como la vida es duda y el mundo puede volverse (de repente) un lugar peligroso.

Pero sobre todo nos muestra la estatura de las personas. Y nos hace desear profundamente volver a leer teatro: Sartre, Camus, Tennessee, Williams. Sí, el mundo puede ser un lugar peligroso. Y liberador. Por eso nos gusta la literatura. Por eso FN siempre tiene algo que decirnos. Algo con lo que (pre)ocuparnos.

Independencia, retomamos. En la escena nos alejamos de aquel aparente compromiso con los demás. Que sea aparente no quiere decir que no sea real (honesto, profundo). Sucede que hemos optado por la honestidad de tener un camino propio, como el “buen pastor” (https://www.youtube.com/watch?v=YDSmrWPBZWY). Pero sobre todo que hemos querido hacérselo saber a los demás. Grabarlo en piedra.

(43). Miradas. ¿Originalidad?

Lo que distingue a los cerebros verdaderamente originales no es ser los primeros en ver algo nuevo, sino en ver “como si fueran nuevas” las cosas viejas y conocidas, vistas y revistas por todo el mundo. El que descubre las cosas es generalmente ese ser completamente vulgar y sin cerebro: el azar“.

(“Humano, demasiado humano”).

¿Hay cosas nuevas? ¿Verdaderamente? ¿De “donde” fueron creadas? ¿De lo inexistente?

Algunas preguntas. Incómodas para la teología de lo moderno, lo vanguardista. Progreso, desarrollo …. conceptos acaso teológicos. No es el tema.

Miradas nuevas … nuevos modos de ver (de “mirar”, mejor). Esto es lo que nos atraee y atrapa. Rescatadores como queremos ser de la historia.

Nada nuevo bajo el sol. Solo miradas: la cosa “en sí” no es nada … sin un sujeto que la dote de un significado.

Una “cosa nueva” solo es una cosa re-visitada, diseccionada de nuevo (o quizá por primera vez).

El que descubre las cosas es el azar, ese héroe anónimo al que nadie se atreverá a endosarle una medalla. Un “ser” vulgar y sin cerebro. Que siempre está ahí. Siempre presente para hacernos saber (una y mil veces) que no hay sentido. ¿Qué sentido tendría el sentido? Teología simplista.

Rescatar la historia. He ahí nuestra tarea. FN nos dejó cuando el XX se asomaba por la ventana de la historia. Sugiero dos nombres del Siglo XX. Mentes sublimes, que reflexionaron sobre el pasado, la historia. Siempre con los perdedores. En aquellas derrotas (y seremos derrotados para siempre) vieron la luz de la esperanza, el hálito que nos mueve a actuar, a apeciar la belleza (también la belleza ética). Tales son: PP Pasolini y Walter Benjamin. A modo de consejo:

-léanlos: https://adultosmayores.unr.edu.ar/wp-content/uploads/2020/11/Benjamin-Walter-Tesis-de-Filosofia-de-la-Historia.pdf;

y véanlos:

https://www.youtube.com/watch?v=M_6ZM54VCU4



(44). Libro.

Yo no quiero ya leer a los autores que dan a entender que han querido hacer un libro. No leeré más que a aquellos cuyas ideas formen inopinadamente un libro(“Humano, demasiado humano”).

Hacer un libro. Escribirlo. Con plantar un árbol y tener un hij@, las obligaciones de la vida. Dicen.

No hacemos “el libro”. El libro se hace. Hacemos retazos. El libro lo conformamos. Por agregación. No necesariamente coherente. O, quizá, no deseablemente coherente.

FN nos dice que no quiere “ya”. Es porque en algún momento ha querido. Ilusiones de juventud. Tal vez de cuando amaba a Wagner. Pecados de los que se redimió.

Un libro como algo redondo, “acabado”. La expresión de una tesis, la invocación de un “sentido”. Una vez más: ¿Qué sentido tiene el sentido?

Un libro como la expresión del “yo”, la formulación de una teoría. Al fin, el libro como una “cosa”. Tangible. Acabada.

El libro (por contra) como agregación. En parte: la negación de “el libro” en la percepción más mixtificada (y mitificada).

Honestamente: no es creíble nada que no sea la expresión de nuestras contradicciones y luchas, el echar fuera lo fragmentario de nuestro pensamiento, aquellos “mundos” de que está hecha nuestra vida. No es cierto que cada persona es un mundo; cada persona es muchos mundos.

Suele traducirse “Biblia” como “Libro”. En realidad es “Libros”. Un Libro de libros, si prefieren. Con pensamientos dispares, divergentes, expresivos de la pluralidad y de modos (diferentes) de reaccionar a periodos históricos (diferentes).

Que inopinadamente - dice FN - formen un Libro. Es hermoso. Y además de hermoso, es honesto, auténtico. Una vez más reivindicar a Walter Benjamin y su pasión por lo fragmentario. Por los restos de los naufragios.

Tal vez el Libro sea el resto de un naufragio, una playa del Sur en la que ha quedado lo imprescindible. Aquello que debe ser salvado y perdurar. Por los siglos de los siglos.



(45). Moral(mente).

¡Obrar moralmente no quiere decir ser moral! La sumisión a las leyes de la moral puede ser provocada por el instinto de esclavitud o por la vanidad, por el egoísmo o la resignación, por el fanatismo o la irreflexión. Puede constituir un acto de desesperación, como es la sumisión a la autoridad de un soberano: en sí nada tiene de moral (Aurora).

La moral es, pues, un código. Un código legislativo. Una compilación normativa. ¿Cerrada o abierta? En tal cuestión no entramos. Tal vez tenga mucho que ver la política, la correlación de fuerzas (o debilidades), qué “espíritu” dirige cada momento.

Ser moral” no es lo mismo que obrar moralmente, dice FN. Explicado, nos parece obvio. Ajustarse a aquel código (reiteramos, legislativo, normativo) no es “ser” nada. Es obedecer, aceptar la realidad, seguir el camino que (alguien) ha marcado.

¿Qué provoca aquel “plegarse”? El instinto de esclavitud (“alma de esclavo”, que diría FN, y está bien presente en cierta literatura rusa) es una de las causas. No es lo mismo ser esclavo que tener alma o instinto de esclavo, entendemos (y, sobre todo, percibimos, sentimos). La vanidad es otra causa, sin duda, no dejando de ser una forma más (patética, ridícula) de esclavitud y falta de amor propio (bella expresión). La resignación viene a llevarnos también a la esclavitud, a la inercia (esclavitud cómoda).

Egoísmo y fanatismo, así como irreflexividad, son otras tantas causas que apunta aquel que nos remitió el mensaje de Zaratustra. Pero, entendemos, requeriría más detallada explicación. Egoísmo visto directamente como “interés”: sí parece causa para obrar “moralmente”; podría ser causa de cualquier cosa. Fanatismo e irreflexión están dotados de una moral (moral paupérrima, entendemos, pero moral al fin); actuar guiado por ellas puede ofender nuestra moral, pero puede responder a otra, cualquiera que sea la calidad (o falta de ella) de la misma.

Pero .... no nos engañemos (y retomamos lo "político" en el sentido a la vez más amplio y más propio): la sumisión a la autoridad (y la razón de la autoridad no se discute) es la causa de las causas. Aunque "potestad" sería la palabra más precisa. Entendemos.



(46). Compromiso. Valentía, no honor: nobleza, en fin.

Habló Zaratustra y escribió FN.

Dijo tantas cosas. (Pre)dijo algunas bien relevantes. Tarde lo leimos, como humanidad. Responsabilidad nuestra. De nosotr@s, que pasábamos por allí. ¿Recuerdan el Siglo XX?. El XXI no acaba de mejorarlo. En absoluto. Ni micho menos.

A lo nuestro:

1) Ecce Homo:Yo no he dado nunca públicamente un paso que no me comprometiese: tal es mi concepto del justo obrar“.

¿Qué otra cosa podríamos hacer? Ya no sabríamos vivir de otro modo. Antes de esta estación hemos estado apostados en otras. Somos personas, pero también nos gustaría ser trenes. Espacios de tránsito, cuya localización es la deslocalización. Marc Augé habló de los no-lugares; son espacios sugerentes, afirmamos.

Somos personas (o trenes, ¿por qué no?). A los 30 años teníamos la madurez de saber decir “no”. ¿Renunciaremos ahora que nada hay que perder? Sería estúpido.

Preciosa palabra: “compromiso”. No “adhesión”: compromiso, implicación. Jugársela. En las pasiones, en los afectos, pues odios … o no tenemos, o quedan de lado. No nos condicionan. Libres. Ese amor a la justicia, ese amor propio. Ese modo de vivir. Llega un punto que no puedes tener otro. Te has encadenado …. sí, en un compromiso. Un compromiso contigo mismo, que es el paso previo (necesario, tal vez no suficiente) para tenerlo con los demás.

2) Así habló Zaratustra: “¿Arrastrarme yo? Nunca en mi vida me arrastré ante los poderosos, y si alguna vez mentí, mentí por amor“.

Así habló, pues, el persa. Y habló fuerte y claro. Él no sabría “ya” hablar de otro modo. Y, en fin, ese (inevitable) arrebato de honestidad: “… si alguna vez mentí, mentí por amor”. “Si”: un condicional. Ni siquiera sabe si ha mentido, el muy persa. Es absolutamente hermoso: no se si he mentido. ¿Qué más da? Es posible que así haya sido y sé por qué: “fue por amor”. ¿Por qué otra razón? Los trenes, los viajes (ese viaje que es la vida, el más permanete de todos) nos llevan a enamorarnos.

Ese eterno caminar. No sé … Baudeleaire, aquel poeta francés que expresó como nadie lo efímero (https://mundosliterarios.wordpress.com/2010/05/18/a-una-transeunte-baudelaire/), Benjamin (una y mil veces, Benjamin) lo comprendieron; pero sobre todo nos lo hicieron comprender. ¿El qué? La fugacidad, el tránsito. Y, como nadie, Johnny Cash – aquí acompañado por Linda Ronstadt, https://www.youtube.com/watch?v=TVvNXfzR6dw – nos habló de trenes.

Ven que divagamos. Absolutamente. Nos salimos de los raíles y del argumento. ¿Importa eso? La cita de Zaratustra comenzaba con la negativa a arrastrarse ante los poderosos. Pero eso ya lo sabemos. Si no, es ocioso seguir leyendo. Bueno: Ernesto Cardenal lo expresó como nadie, o como casi nadie en algún poema: https://www.poesiacastellana.es/poema.php?id=SALMO+1&poeta=Cardenal%2C+Ernesto. Con permiso de Zaratustra (claro). El muy persa.

3) No hay dos sin tres, dicen. Va: Tratados filosóficos: “El honor es para algunos el sentimiento más fuerte, porque la mayor parte de los hombres subordinan su propia estimación a la estimación de los demás y les piden su sanción”.

La esclavitud de la vanidad y el bienestar mezquino. Y donde se acaban los demás: ¿qué queda? Obvio: la nada, la percepción del nihilismo de la voluntad mísera. “Honor”, los honores, “tengo el honor de ….”. Blablablá. Nada, Servidumbres de quien no es capaz de llenar su vida de …. de vida, claro.

4) Maldita sea: ¿No han leido este libro? Más allá del bien y del mal: “Una nobleza altanera y severa, el sentimiento de la propia responsabilidad, llegan casi a herir y provocan desconfianza“.

Serena y altanera, complementariamente (o mezcladamente). Responsabilidad y compromiso. Eso es lo que no podrán perdonar ellos. Vdes saben quien son. Esa gente a la que llaman “masa”. Y aplauden, y entran en las tiendas. Y, enemigos como son de la vida (de la buena vida) dicen: “somos libres”.

En fin … bienaventurados los libres. Entendiendo por tales los que se esfuerzan en serlo. Aunque (pensándolo bien) ese esfuerzo ya no es medio, sino fin. Eso: fin.



(47). Cuando la razón se oscurece.

Cuando las masas comienzan a batirse con furia y la razón se oscurece, bueno será, en caso de no estar lo suficientemente seguro de la salud de su espíritu, refugiarse en un portal y esperar a que pase la tormenta(“Humano, demasiado humano”).

Baten las alas cargadas de pólvora. Cargadas de rencor y falso orgullo. De complejos. Vendetta de débiles. Venganza de infelices.

La razón se oscurece. Y la inteligencia no comparece … tal vez haya sido asesinada. El sueño de la razón produce monstruos, ha sido dicho (perdón, pintado, https://museogoya.ibercaja.es/obras/el-sueno-de-la-razon-produce-monstruos). El de la sinrazón no puede más que producir leviatanes feroces.

Eterno retorno, este también, de lo idéntico a sí mismo. El ser humano nunca aprende. O quiere olvidar. O tal vez el ser humano (un concepto que agregue a los muchos mundos que cada uno somos) no existe. Es convención y artificio. Un “como si ….” para entendernos; una simulación, pues.

El sueño de los que quieren apartar la razón, no quieren ser caminantes (con su sombra), ni contemplar la Aurora. Más allá del mal … pútrido nihilismo. Negación de la (digna) vida.

Refugio. Tal vez es lo que necesitamos cuando comienzan a batirse con furia. Tormentas negras, noches de piedra y cuchillos ante las que no podemos más que pensar “Nunca más”.

FN predijo las tragedias del XX. Por veces, el XXI quiere parecérsele. Ya dijo Walter Benjamin que el fascismo era el hijo de la revolución derrotada. Hemos perdido la batalla. Reconozcámoslo cuanto antes. Ya solo es posible luchar por la negra tormenta una vez más no atormente el sueño de las generaciones que vendrán. Porque vendrán. Estos restos de naugragio en que (al sol, de momento) permanecemos sentados. Y absortos.





(48). Vanitas vanitatis.

Tres píldoras. 3. Que podemos considerar cinco si dividimos - si queremos dividir - las dos primeras en dos cada una. Tema: ya se ha dicho: la vanidad. Un tema, verdaderamente, nietzscheano. La mirada nietzscheana del tema; voilá lo que nos interesa.

1) Ceguera, en primer lugar, pues (en “Consideraciones intempestivas” está escrito): “La vanidad es la ciega propensión a considerarse como individuo no siéndolo; es decir, como independiente, dependiendo de alguien.

La sabiduría es todo lo contrario: se considera dependiente, y es independiente.

Sumisión, incluso. Más que falta de independencia, la del vanidoso. Vanitas, vanitatis. Alimento de idiotas. Nada de “individuo”, pues.

Lo contrario, dice FN, que la sabiduría. El asumir que “sabemos” porque alguien nos lo ha tenido que transmitir. Esa elegancia de actitud, esa humildad de “saberse parte de …”, por lo tanto no independientes, justamente nos hace “algo” como “personas”. Independientes, dice FN. O algo así, podríamos matizar.

2) Y sin embargo (aquel bigotudo alemán es la personificación de la contradicción, de lo humano, ay demasiado humano) “¡Qué mezquino sería el espíritu humano sin la vanidad! (“Humano, demasiado humano”).O, en la misma obra: “La peor peste no podría hacer tanto daño a la humanidad como pretender que desaparezca la vanidad”.

Ya lo sabemos: que animaba al egoísmo (don Friedrich), y reivindicaba la hipocresía, aunque solo sea para reirse de ella. Al fin: ¿existiría algo, crecería el ser humano sin un deseo, del tipo que sea, de “acumular”?. Pues de eso se trata: de acumular. Un mundo sin vanidad en absoluto: ¿lo imaginamos? ¿Lo imaginamos como un paraiso? Reflexionemos.

Tal vez lo ridículo sea necesario. Y lo grotesco. Lo risible.

3)La vanidad humana es la cosa más vulnerable y, sin embargo, la más invencible: crece a fuerza de verse herida, y puede terminar por hacerse gigantesca(“Humano, demasiado humano”).

Vulnerable e invencible al mismo tiempo. Paradójico, ¿no? Que algo sea paradójico no significa que sea falso, más bien al contrario y tal vez la vida humana sea una paradoja; regla, no excepción.

O tal vez (solo tal vez) es invencible porque es vulnerable. Dicen que el amor se multiplica dividiéndose. Más paradojas. Así en la vanidad, nuestro filósofo alemán, dice que crece a fuerza de verse herida. Así sucede con personas y pueblos. Institución huimana esta de la vanidad. Que a veces (sólo a veces) la conisderemos despreciables. No debería implicar que la consideremos innecesaria. Un poco canbsina, a veces, sin duda. Pero ello no sería pecado mortal. Reflexionemos.

(49). Decisión.

Una vez tomada una decisión, hay que cerrar los oídos a los mejores argumentos en contrario. Este es el indicio de un carácter fuerte. En ocasiones, hay que hacer triunfar la propia voluntad hasta la estupidez("Más allá del bien y del mal").

Palabra de FN, ya saben. FK dijo: “Desde un cierto punto en adelante ya no hay vuelta atrás. Este es el punto que debe ser alcanzado”. F.K. es Franz Kafka. Además de leer el teatro de los existencialistas franceses (Sartre, Camus, o viceversa) deberían conocer Praga. Que lo hagan o no es eso, su decisión.

Cerrar los oídos para abrir las puertas. Las de la libertad: otras no hay. Ya no hay debate, ya no hay duda: si una decisión ha de ser tomada, ha sido decidida, ¿qué importa lo que nos hemos perdido? Seguramente nos perderemos … es el único modo de encontrarse. No de ser libres: de reconocer ese enorme (tengámoslo claro) peso que es la LIBERTAD (las mayúsculas en ciertas palabras indican que uno se está poniendo insoportablemente solemne).

Liberarse de un peso para actuar. O para dejarse llevar … ¡ qué importa¡ Liberarse de la duda y el remordimiento, cerrar los oídos, abrir las ventanas (¡ abrir la muralla¡ Y, de una vez, ACTUAR. Abre la muralla: https://www.youtube.com/watch?v=1itiR1NaMS8

Un carácter fuerte. La señal de los necesarios. A veces todos lo somos hasta la estupidez. Pero hemos dado un paso: la pasión de desata. En la noche hemos decidido (¿quién sabe por qué?) dar un paseo. Un paseo necesariamente solos. En busca de algo, que seguramente no sabemos qué. ¿Importa?

Por Praga, seguramente. Un paseo repentino (https://ciudadseva.com/texto/el-paseo-repentino/). Por la senda de lo fascinante. Lo invisitado.


(50). ¿Interesante? ¿Verdadero? Otoño.

Los hombres jóvenes aman lo interesante y lo singular, sin preocuparse de si es verdadero o falso. Los espíritus más maduros aman la verdad, lo que en ella hay de interesante y singular. Los cerebros muy maduros aman, por último, la verdad aun en aquellas cosas en que aparece desnuda y simple y produce enojo al hombre vulgar, porque han observado que la verdad suele contar lo más espiritual con aires de sencillez(“Humano, demasiado humano”).

Y, bueno, en fin, quizá estemos entrando ya en el otoño de la vida. Los aferramos al verano y queremos ver lejos un encuentro indeseado. Deberíamos disfrutar del otoño. Tal vez a ello lo llamase J.P. Sartre la edad de la razón. Dicen que son hermosos los otoños porteños. Con sol, claro … (https://www.youtube.com/watch?v=aZ2bFKzeWDU) quizá algún día haya que conocerlos, cuando se conjuga el otoño interior y el exterior.

Otoño, decíamos. ¿Será el que corresponde a lo que FN denominaba “espíritus más maduros”? Algo así, suponemos. Entonces, es lo procedente amar la verdad, aunque desgranándola, sacando de ella lo que hay de singular, que es lo único que podría (de momento) resultarnos interesante. Aquí: en el otoño.

Frente a lo interesante …. y a hacerse el interesante. A la exageración, la simplificación, la sobreactuación. La consigna, también, el slogan, las “grandes verdades” enunciadas en palabras de madera.

Seguimos buscando el gran lenguaje, como (entendemos) Walter Benjamin y Mario Tronti nos sugerirían. Frente a la mediocridad pequeñoburguesa (¡¡ qué palabra ¡¡), esa banalidad rutinaria. Pero si: hemos visto perecer revoluciones: ahogarse. La edad de la razón: estamos instalados en ella ….. allí.

Queremos conservar lo “interesante” …. pero ya no a cualquier precio. Y nos aterra (aún) la verdad desnuda. Estamos en esa estación intermedia. Sabiendo que hay redención. Sí, la hay. Aun brilla el sol. Nos preparamos para la irrupción del invierno. Echaremos de menos el sol. Condenados a la edad de la razón, hemos aprendido a aceptar la verdad, a ponerlos al frente de ella, a ser jueces. Jueces no severos (la severidad es propia de la juventud, de ese lugar llamado verano).

Estamos de paso (https://www.youtube.com/watch?v=yptVUbn3QZg). Y, de vez en cuando, somos felices. Razonablemente felices.



(51). Abrazar. Fidelidad.

Rara vez las personas que han abrazado una causa en toda su profundidad le son fieles eternamente. Precisamente han puesto de manifiesto la profundidad, y por lo tanto, siempre hay algo malo que ver en ésta("Humano, demasiado humano").

Y el Siglo XX está lleno de personas que abrazaron una causa con toda la fuerza. La profundidad del abrazo: no la conocemos. Con toda su fuerza, con todo su corazón … si quieren, con toda su alma. A veces, aquellos que abrazaron, se abrasaron. Cenizas, ruinas …. quizá vivimos encima de ellas, ahora que algunos creen - después de que otros insinuaran - que la historia ha terminado. Que las luchas se han clausurado, en fin. Decía Bauman que en nuestros tiempos, todas las ideas de felicidad acaban en una tienda. Quizá. No parece una buena estación para el fin de la historia. Nos animamos a seguir camino; “no sabemos a donde vamos, pero eso no es una razón para no ir”, decía Marguerite Duras, según dicen.

Fidelidad eterna. Tal vez (en el supuesto de que no sean términos contradictorios) sea requisito imprescindible para conseguirla el no pretenderla, la laboriosidad modesta del que vive al día. Sin grandes relatos, sin arriesgarse a grandes fiascos. Con una profundidad que no ama el lenguaje ampuloso, sino las raíces bien clavadas en la tierra.

Abrazar una causa en profundidad. Tal vez amar la grandeza, la voluptuosidad del lenguaje fuerte. Crear un relato para una vida mejor. ¿Quién (y no solo en la juventud) podría asegurar que no sucumbiría a ese programa? Al fin, añoramos al mesías. Y FN nos animaría a vivir esa ebriedad de la pasión mesiánica.

Los cementerios (dicen) están llenos de buenas intenciones. Alguien (no recuerdo quien) dijo que un comunista lo será siempre. Es una causa entre otras. ¿Cómo no volver al XX? Y, es cierto, la fidelidad eterna es delicia (o cicuta) que pocos han probado. ¿Cómo no decepcionarse cuando una ha creído tener la verdad, tocarla? Justamente aquellos que más han ardido en la pasión de las ideas (encarnándola, viviéndola) son el gran ejército de los desencantados. Nada que reprochar. Al menos, nada que reprochar por ello. Quizá uno solo pueda ser fiel a sí mismo o a la relación que él/ella guarda con las cosas.

Al menos ellos/as tendrán algo que contar. Seguramente no creen ya en el paraíso (o si). Pero seguramente podrán decir que han hecho algo de su vida. Y pueden (con credibilidad) hablar en el gran lenguaje. Aquel que hace estimables, y hermosas, las pequeñas cosas.



(52). Eternidad.

¡Imprimamos el sello de la eternidad en nuestra vida! Este pensamiento contiene más que todas las religiones que desprecian la vida como pasajera y hacen mirar hacia otra vida incierta ("El eterno retorno").

La eternidad. La eternidad que habita en mi corazón. “Te regalo la eternidad que habita en mi corazón”. Así rezan ciertas paredes, pintadas por la Acción poética que por Latinoamérica (al menos por Latinoamérica) se extiende. Decían Simon y Garfunkel que las palabras de los profetas están escritas en las paredes de los metros. Digamos que no sólo. Aunque básicamente en las paredes. Eso si.

Eternos …. y sin embargo ¡ debe ser tan cansado ser eterno ¡. Quizá todos lo quisiéramos (teóricamente). Si nos paramos un poco a pensar, quizá abonimenos de la idea. Una verdadera tiranía … no poder ser olvidado, apartado. Desaparecer de una maldita vez.

Pero, cuestionando el cuestionamiento, ¿Podemos concebir desaparecer sin rastro? ¿No nos gustaría, al menos (solo al menos), dejar una huella? Una mísera, pequeñita, casi insignificante huella. Solo “casi”.

Nos han plantado aquí, en el planeta ascético, sin pedirnos permiso ni darnos elección. Dado que, de algún modo, nos han condenado a ser eternos (existir es ya ser eterno), aspiremos a serlo. A ser lo que ya somos. Porque lo somos, ¿o no?

Una huella, la gesticulación de nuestros hijos, las calles que hemos amado (recorriéndolas), los films que hemos revisitado mil veces (recorriéndolos también ¿qué otra cosa si no?) … en fin: las canciones que hemos amado, los libros que hemos consumido y nos han consumido (al fin se trata de consumirse de una vez). Si: las palabras de los profetas están escritas en las paredes, en los muros (a veces de facebook, cierto).

Anhelamos – seamos sinceros - la eternidad. De algun modo no irnos nunca. Reposar en nuestro paraíso. “Cada uno tiene el suyo”. Dirán algunos. No: el paraíso (y la eternidad) siempre es compartido.

Eternidad, paraíso. Redención definitiva (¿habría una redención que no fuese definitiva?) Allí nos esperan el cine italiano, la filosofía (y la literatura) hebrea, el folk (country si quieren) norteamericano. Allí nos vemos … en la eternidad.

La que habita en todos aquellos que solo esperamos morirnos de viejos y seguir leyendo cada día. Pues cada día no es la página de un libro, sino los millones de libros que hay en cada página. Por toda la eternidad.



(53). Mentiras.

En sí no hay ningún “sentido de la verdad”; pero como en muchos casos hay un prejuicio en favor de la conveniencia de conocer la verdad y no dejarse engañar, se busca la verdad mientras que en otros muchos casos es buscada porque quizá pudiera ser útil, ya para aumentar nuestro poder, nuestras riquezas, nuestros honores, nuestro egoísmo.

Prejuicio, sin duda. Pero no ataquemos la verdad … más bien, defendamos la mentira. En su valor terapéutico. Narcótico, si quieren … no habrá discusión por las palabras.

Interesante (casi diríamos que bello) el modo en que el filósofo argentino Tomas Abraham alude a la mentira en su “El arte de mentir”. Recomendable: https://tomabra.wordpress.com/2011/07/17/el-arte-de-mentir-perfil-1772011/

Mentiras piadosas, suele decirse. Las hay curativas. Y generosas. A veces sublimes. Un verdadero arte. Vean la película “Vacas”; en ella se contiene (hacia el final) una escena bélica llena de fuerza, de expresividad, de emotividad … a punto de ser fusilado, un hombre recibe en sus oídos una mentira, una mentira que lo hará entrar dulcemente en la eternidad. Bendito sea el que le mintió sobre la suerte de Lucas. Véanla y disfruten de la escena, vale la pena: https://www.youtube.com/watch?v=h3uKKVaUUbw

Prejuicio, decíamos. En favor de la conveniencia de conocer. Y cuántas veces conocer es inconveniente. A no ser que seamos muy fuertes. O nos sintamos muy fuertes. O ya no aceptemos más que la verdad. Pero eso es problema nuestro. Personal e intransferible.

Reivindiquemos la mentira como arte. Como arte y ciencia, si quieren. Como instrumento, como herramienta. Planteémonos (si tanto decimos amar la verdad) si sería más soportable un mundo en que SOLO se dijera la verdad que un mundo en que SOLO se dijera la mentira.

Mentiras pronunciadas … trabajadas, elaboradas, vividas.

Nada hay más artificioso que la pretensión de naturalidad y autenticidad total. “Autenticidad” y “total” son, si lo pensamos bien, términos contradictorios. Del mismo modo; ¿podríamos creer a alguien que nunca mintió? Pero, sobre todo: ¿podríamos confiar en alguien así?

Arte, pues. Método. Herramienta. Las herramientas están para ser usadas. En el momento preciso, claro. Obvio.



(54). Exhibir.

Es preciso exhibir la desgracia, quejarse de vez en cuando de manera que todo el mundo nos oiga impacientarnos de una manera visible; pues si los demás se enterasen de que nuestra alma está tranquila y es feliz a pesar de nuestras privaciones y de nuestros dolores, los hayamos envidiosos y malvados. Es preciso que tengamos cuidado de no hacer peores a nuestros semejantes; además, si supieran que somos felices, nos cargarían de contribuciones; de suerte que nuestro sufrimiento público es ciertamente también para nosotros una ventaja privada ("Humano, demasiado humano").

Exhibicionismo, entonces. Instinto de supervivencia, también.

Teatro. Capacidad de condescendencia ….o algo así. No nos envidiarán (no nos envidiarían) tanto por nuestro goce como por nuestra capacidad de soportar el dolor, la privación … las bofetadas de la vida, sus zarpazos. El infortunio.

Porque ahí, concretamente “ahí” hemos vencido. Definitiva e inexorablemente. Quizá para siempre. Hemos encontrado (que lo hayamos buscado no es seguro) el agujero negro del envidioso, del soez, del malicioso, del resentido, del acomplejado. De aquel, Vdes lo saben, que es incapaz de amar … mucho menos de hacerse amar, ser amado, merecer amor.

Envidosos y malvados, FN dixit. FN, este moralista que tanto nos gusta (¿o en el fondo no lo vemos como un moralista?) nos aconseja no hacer peores a nuestros semejantes. Al menos a aquellos que si supieran que somos felices, que amamos la voluptuosidad de la vida (los que pretendemos no ser aquella canalla que cuando bebe envenena las fuentes) no podrían soportarlo.

Pero también (humanos, demasiado humanos, somos) hay mucho de pragmatismo: ¿algo que objetar a ello? Puede lo saludable ser lo “justo”, ¿dónde está escrito que no? Pragmatismo: “si supieran que somos felices, nos cargarían de contribuciones”.

Haciéndonos perdonar nuestra vida estamos, en el fondo perdonándosela a “ellos”. Táctica, sabiduría … llámenlo como quieran.

Una última cosita antes de pasar a la lección de italiano. Habíamos dicho: “Hemos encontrado (que lo hayamos buscado no es seguro) el agujero negro del envidioso ….“. Bien: cuando lo encontremos sin buscarlo, ahí habremos encontrado la grandeza. La grandeza de merecer la felicidad.

La gente falsa non parla, insinua. Non conversa, spettegola. Non elogia, adula. Non desidera, brama. Non chiede, esige. Non sorride, mostra i denti. La gente falsa è povera di spirito, poiché non cammina, ma striscia nella vita, sabotando la felicidá altrui. La gente falsa ignora la bellezza e la nobilità d ‘animo perché non ama, ma è solo egoista, e così finisce per non vivere, esiste appena“. Es de autor (o autora) desconocido (o desconocida), pero si capisce, ¿no? “Non desidera ….”, nos dice el texto. Es terrible. Espantoso.

(55). No callar.


No calles nunca ante ti mismo nada de lo que pueda ser opuesto a tus ideas(Aurora).

Cada persona es un mundo”, suele decirse. Reivindicación (parece) de la pluralidad. Pero la pluralidad es todavía más (mucho más) grande. Hay más verdad (entendemos) en “Cada persona son muchos mundos”. En cualquier caso: hay otros mundos, pero están en este; eso, siempre.

Seres contraditorios, aquellos que habitan el planetas ascético” (este). Así somos. La irreverencia, entre otras cosas, comienza por uno mismo. Por una misma. Saber querernos, saber querernos fuertes, es también castigarnos y contradecirnos (a propósito, voluntariamente, gozosamente). Esto es: el placer de fustigarnos, ponernos a prueba, experimentar que podemos ser vencidos y vencer(nos).

La contradicción es el alimento de cualquier saber. Lo contrario, tal vez, de cualquier Iglesia, solo tal vez. A no ser que sea una Iglesia del debate y la superación del dogma. Difícil: no imposible.

Pero sobre todo: “No callar”, “no obedecer(se)”. Matar ese ser totalitario que todos llevamos dentro. Contradecirnos, claro …. no como experimento. Saltar sin red. De verdad. Sin miedo. O con él … no es el miedo el mediocre; es la no aceptación del mismo, su ocultación, la incapacidad de luchar contra él, contra el miedo.

Un placer. Necesario. No calles. No (te) obedezcas. El único camino, quizá, es aquel que no puede ser andado.

(56). Venganza.

Hay tantas maneras finas de vengarse, que el que tuviera motivos para la venganza podrá hacerlo como quiera: llegado un cierto tiempo, todo el mundo estará conforme en decir que se vengó. La pasividad que consiste en no vengarse, no depende del arbitrio de un hombre, este ni siquiera tiene el derecho de expresar “su deseo” de no vengarse, porque el desprecio de la venganza es interpretado cómo una de las venganzas más sublimes y sensibles(“Humano, demasiado humano”).

Un partido ganado, la venganza. Un solo acto sobre mil intentos ya es una victoria. Y la ocasión siempre llega. Por decirlo así: aunque no la queramos. Por casualidad (como llega casi todo, bueno o malo).

Nadie gana siempre. Pero es imposible que nadie pierda siempre … a no ser que cuando gane diga que no estaba “jugando”. Pero, sobre todo (FN dixit): “todo el mundo estará conforme en decir que se vengó”. Eso es lo importante. Lo único importante. ¿Qué es, al fin, la venganza, sino una relación social, un teatro de operaciones, un escenario?

Pasividad, reivindica aquel que hizo hablar y filosofar a Zaratustra. Reivindicamos. Grandeza. No vengarse …. ¿tenemos derecho? “El desprecio de la venganza es interpretado como una de las venganzas más sublimes y sensibles”.

Y de eso seguro que se trataría en la mente de FN: ser sensible, una alma generosa. Noble y delicada.

Reconozcámoslo: esa expresividad al explicitar el ánimo de no vengarse es un ánimo de venganza …. al mismo tiempo, delicada y cruel. Otro estadio es ni siquiera tener ánimo de venganza. Ni eso. Desprecio absoluto. Asco, no odio; ya ha sido dicho.

Y, sobre todo, ejercer ese magnífico, inigualable, derecho humano: el derecho a la indiferencia. I



(57). ¿Ilusiones? Esperanza.

Las ilusiones son ciertamente placeres costosos; pero la destrucción de las ilusiones es aun más costosa(“Humano, demasiado humano”).

Placeres costosos. Y costosas son tantas cosas … puestos a pagar un precio, que sea para bien. Un placer, por poner un ejemplo.

FN nos ha advertido más de una vez contra el idealismo. Y, alguna vez, también, contra la esperanza. Por ese camino no queremos seguirlo. O hacer con él solo un tramo (pequeño) de camino.

Esperanza … hay palabras peores: resignación, o conformismo, serían dos ejemplos. Esperanza como espera pasiva sería una cosa; esperanza mientras se camina, otra muy distinta. Esperanza-fe o esperanza-pasión mesiánica también serían cosas distintas. “Esperanza” … al final, una palabra. Nada más.

Estamos en el Siglo XX. El de la gran derrota para los que vivimos (o nacimos) en él bajo el programa de la Ilustración.

Siglo XX. Una y mil veces volvamos a él. Ahora que a veces estamos en las tinieblas. Pueblo desterrado en el desierto, las tribus se ven perdidas, se oyen aullidos en la lejanía. ¿Hay esperanza? ¿Hay ilusiones?

Perdidos en el desierto. Sólo queremos volver a aquel terreno en el que fuimos derrotados (el XX). Sólo así podremos tener esperanza. Una esperanza digna de ser esperada. Y amada. Queremos tenerla.

Queremos recuperar el gran lenguaje. Mario Tronti nos invitaría a eso. El gran lenguaje, el gran estilo, es necesario precisamente para los pequeños (ya saben aquella historia de David y Goliath).

El “gran estilo”, decíamos. Ese gran pensamiento que es el de Mario Tronti, en “Noi operaisti” explicita lo nietzscheano que hay en esta expresión. Para el pueblo del desierto.

El pueblo pobre hambriento de esperanza. De ilusión. “La destrucción de las ilusiones es aún más costosa”, decía FN. Lo estamos viendo en esta estación que no sabemos a donde nos lleva. ¿Qué otras cosa podríamos tener? A veces incluso la merecemos.



(58). Leyendo a Donatella di Cesare.

Profesora de la romana universidad La Sapienza, la filósofa italiana Donatella di Cesare escribió interesantísimos libros (que nos permitimos recomendar) como Grammatica di tempi mesianici, Israele: tierra, ritorno, anarchia, La giustizia deve essere di questo mondo, Tortura o Se Auschwitz é nulla-Contro il negazionismo. Esta experta en Heidegger ganó el premio “Cultura Ebraica”- 2015 (otorgado por la UCEI, la Unión de Comunidades Judías italianas).

Vinculada políticamente a la izquierda y a la reivindicación de los derechos de la mujer y de los inmigrantes, colabora habitualmente con el popular periódico italiano “Corriere della Sera”. Fue en este medio en el que publicó un breve pero sustancioso texto sobre el hombre del que habitualmente hablamos: F.N. Título: Nietzsche dissolve i miti occidentali. Per lui la verità non è mai assoluta. Que vendría a se algo así como “Nietzsche disuelve los mitos occidentales. Para él, la verdad no es nunca absoluta“.

De sí mismo pensaba que era un hombre con un porvenir remoto”, comienza señalando Di Cesare. Escándalo para bienpensantes, subraya que es el filósofo alemán más leído del mundo en el presente milenio. Ciertamente, las palabras de F.N. eran proféticas. Preludio de este milenio que acaba de nacer.

Anti-Platón”, nos dice la profesora romana. Y así lo hemos visto desde que comenzamos a leerlo. Aquel que denuncia (ferozmente muchas veces, otras con ironía y fino cinismo) ese morbus metaphysicus (Di Cesare dixit) que afecta desde hace siglos al pensamiento occidental

La profesora romana dispara, ahora que está de moda eso de la post-verdad, en clave conservadora (reaccionaria, más bien): “Si pudiera tomar parte en el actual debate sobre la post-verdad, en la que un coro de juiciosos conformistas aprovechó la ocasión para defender la Verdad con mayúsculas, habría ciertamente desordenado las cartas y quizá deshecho el debate entero”.

Eso sí: siempre que alguien hubiera tenido interés en escucharlo, añadimos. Interés no solo por el placer intelectual de “saber”, sino -quizá, sobre todo,”interés” en el sentido de conveniencia. Y es que, retomamos a la italiana, F.N. hace derivar el bien del mal y la verdad del error. Desenmascaramiento, le llaman. La post-verdad, desde luego, no es su refugio, frente a aquellos juiciosos (y políticamente correctos) conformistas. No hay debate … con FN, sí, no hay debate. No hay tema, en fin.

¿Es la verdad una especie de error?” Así se interroga la autora en el artículo. Así nos interpela. Disolución del mito de la verdad como correspondiente a la “realidad”, conformidad (como por arte de magia) del intelecto a las cosas. Eso hallamos en F.N.

Y es que después de Nietzsche la verdad ya no será nunca lo mismo. Ni la moral, ni la misma filosofía misma, asevera D.D.C. Pues (y no hace falta traducción) “Nietzsche la legò profondamente alla vita”. Aquel errante fugitivo del que tanto disfrutamos en “El caminante y su sombra” pudo acabar de cualquier modo, se derribó cuando comenzaba 1.889 en la capital del Piemonte. “Excéntrico hasta el extremo, no encontró jamás su centro de gravedad”. Tal vez por eso lo leemos, añadimos nosotros.

Maestro inerme di un pensiero pericoloso”, como dice Di Cesare, el maestro nunca fue domesticado. Permanece irreductible. La autora nos dice que fueron precisamente dos italianos (Colli y Montinari) los que comenzaron a desnazificarlo. deshacer aquella ignominia, diríamos. Desde entonces (1.967) mucho han cambiado las cosas en torno a la discusión sobre el personaje. Polimorfo e irreductible a paradigmas.

La verdad..

¿Qué es la verdad?”, se preguntaba Nietzsche en “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”: “Un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos …..”, responde. Di Cesare, explicita sus palabras, y aquí transcribimos a Nietzsche en este pasaje más que representativo en relación con aquel tema: la verdad.

Nosotros creemos saber algo sobre las cosas mismas, cuando hablamos de árboles, de colores, de nieve y de flores, y en realidad, no sabemos nada”. Ya ha sido dicho: la verdad es un ejército móvil de metáforas.

Las lenguas, nos dice F.N., “son diferentes no solo en sus sonidos, sino también en los significados. Cada lengua es una perspectiva sobre el mundo, una red de metáforas“.

Y es que el intelecto, ese gran maestro de la ficción, clasifica y delimita de un modo unilateral. “Dividimos las cosas en géneros, designamos el árbol como masculino y las plantas como femenino: ¡una transposición arbitraria¡”. El paso siguiente es el olvido, dejando atrás que la elección de algunos rasgos idénticos, entre las diferencias infinitas “es solo una perspectiva, solo una hipótesis interpretativa, no la Verdad sobre el mundo”. Y que el olvido elimina la ficción … encubre su existencia, la oculta. “Solo cuando el hombre olvida aquel primitivo mundo de metáforas, (….) cuando cree, con una fe invencible, que este sol, esta ventana, esta mesa, sean verdad en sí: (….) solo entonces puede vivir con una cierta calma, seguridad y coherencia”.

La verdad es el “olvido de mentir”, usando las metáforas usuales.

Pero Di Cesare introduce una importante puntualización: “Nietzsche no se despide de la verdad: más bien dice que no es una posesión, sino que brota cada vez de una multiplicidad de perspectivas y nunca es absoluta ni definitiva”.

Sontag..

En sus Diarios tempranos, la escritora estadounidense Susan Sontag dejó escrito: Hoy, por primera vez, la teoría de la coherencia de la verdad tuvo sentido para mí. La verdad de una proposición juzgada por su coherencia con las demás proposiciones que estamos obligados a hacer” (Susan Sontag, “Renacida. Diarios tempranos 1947-1964”, Ed Debolsillo, p. 85).

(59). Voluptuosidad.

Voluptuosidad: todos los que desprecian el cuerpo, todos los que visten silicios la consideran como aguijón y picota, y, como mundo, la maldicen en todos los infiernos, porque se burla y zahiere a todos los herejes ("Así habló Zaratustra").

Lo dijo FN. O lo dijo Zaratustra. O dijo FN que lo dijera Zaratustra. ¿Importa? Lo decimos nosotros.

El cuerpo es inocente, han dicho algunos. Obvio. Una inocencia que no podrían aceptar los que viven de las tinieblas. Tal vez aquellos que las crean para vivir de ellas. La historia está llena de pirómanos bomberos. “Enemigos de la vida”, juraríamos que pronunciaría Zaratustra. Calumniadores. Envevenadores. Convencido como está el persa de la inocencia del cuerpo. Él (el persa) sí (también): más allá del bien y del mal.

Es por eso que prosigue: “Voluptuosidad: para la canalla es el lento fuego que la abrasa; para la madera roída por la carcoma, para todos los andrajos apestosos, es horno encendido para ardientes vahos”. Hermosa prosa (prosa siempre poética; el persa habla en verso, parece) la de Zaratustra. “Canalla”, “madera roída”, “andrajos”, …. Sabemos de qué (quien) hablamos. Miseria, mezquindad, digamos. Almas bajas. El cuerpo, digamos una vez más, es inocente. Busca el placer: he ahí la inocencia. Busca descubrir otros cuerpos. Descubrirse en ellos. Inocencia ad infinitum, pues.

Corazones libres, eso es lo que queremos. Un paso para ser ilustrados, aunque ser libres ya es un fín en sí mismo. De jardines hablamos, edenes eternos, a los que siempre retornar. Almas joviales, vientos de primavera, sol de otoño: “Voluptuosidad: para los corazones libres es algo inocente y libre, el jardín de la dicha en la Tierra, la gratitud infinita de todo futuro al presente”.

Dulce veneno” para ellos. Los que solo pueden concebir lo dulce como veneno. Nos entendemos. Marchitos … flores mustias … peces muertos. Pero que hable Zaratustra, aunque sea por la boca de nuestro alemán decimonónico: “Voluptuosidad: sólo para los marchitos es un dulce veneno; mas para los que tienen voluntad de león, es el mayor reconstituyente y el rey de los vinos conservado con veneración”.

Vivan, caramba, sean felices. Dejemos de ser hombres y mujeres que rezan para ser mujeres y hombres que bendicen. Que bendicen estar aquí, y ver belleza (también belleza moral) en la (inocente y atrevida, bondadosa y fuerte, generosa e indomable) …. vo-lup-tuo-si-dad. Sí, aquella que en “Así habló Zaratustra” mereció aquellas (estas) palabras: “Voluptuosidad: el gran símbolo de la felicidad para la dicha y la esperanza superiores“.

Amén. O amen, que en este caso lo mismo vale.



(60). Renacimiento.

El Renacimiento italiano ocultaba en sí todas las fuerzas positivas que debemos a la civilización moderna; por ejemplo, emancipación del pensamiento, desprecio de la autoridad, triunfo de la cultura sobre el orgullo del abolengo, entusiasmo por la ciencia y el pasado científico de los hombres, liberación del individuo, calor de pensamiento veraz y aversión por la apariencia y la simple fachada (calor que se manifestaba en una multitud de caracteres artísticos, que, con pureza de gran elevación moral, exigían de sí mismos la perfección de sus obras, y nada más que la perfección); es más, el Renacimiento poseía fuerzas positivas que, en nuestra civilización moderna, no han llegado “hasta ahora” al mismo grado de desarrollo(“Humano, demasiado humano”).

Y, bueno, el Renacimiento es la modernidad. El Estado moderno, la apertura del mundo, el esbozo del capitalismo. Una cierta (no menor) liberación de los espíritus. Entonces.

Modernidad …. vemos en ella tantos límites. A veces, también ha impuesto un cierto tipo de oscurantismo, de dogmatismo, un modo de laicidad que … no acaba de convencernos. Pero, al fin, nos reconocemos en esa “patria”: la “modernidad”. No acabamos de ver en la postmodernidad algo superador en positivo; en la reivindicación de la misma vemos mucho de hacer del vicio (o, al menos, de la necesidad) virtud.

Renacimiento”, decíamos. Decía aquel que hizo hablar a Zaratustra. Los méritos no son menores (a FN nos remitimos):

1.- emancipación del pensamiento;

2.- desprecio de la autoridad;

3.- TRIUNFO (mayúsculas) de la cultura sobre el orgullo del abolengo;

4.- entusiasmo por la ciencia y el pasado científico de los hombres;

5.- liberación del individuo;

6.- calor de pensamiento veraz;

7.- aversión por la apariencia y la simple fachada.

No hay Partido que jamás pueda cumplir un prograna tan amplio. Pensamos.

El Renacimiento (FN dixit) “poseía fuerzas positivas que en nuestra civilización moderna, no han llegado hasta ahora al mismo grado de desarrollo”. Y el “hasta ahora” del alemán alude a la segunda mitad del XIX. En el XXI aun no estimaríamos otra cosa.

Nos han clausurado la modernidad. Nos han arrebatado, antes de tiempo, el siglo XX. A él volveremos siempre, aquel siglo (para unos muy corto, para otros muy largo) que nacía cuando Friedrich Nietzsche hacía mutis por el foro. Aquel siglo de revoluciones fracasadas y de contrarrevoluciones espantosas (en ellas,en parte, vivimos).

Volver al Renacimiento, a aquel espíritu, a aquel modo de saber vivir en que ahogaríamos cualquier revolución - haciendo perdurar lo mejor de ella - .

Si, volver al Renacimiento, al saber global, a aquel innconformismo de querer SIEMPRE trabajar por el PERFECCIONAMIENTO. Gran lenguaje, gran estilo. Saber vivir. Saber vivir de modo que no pueda hacerse otra cosa que CREAR.

A veces, sentimos que vivimos una época oscura. Y añoramos aquello que no conocimos. “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”, decía la canción de J. Sabina. Nostalgia en la que, en todo caso, QUEREMOS vivir.

¿Han estado en Italia? Allí el Renacimiento está por todas partes. Quizá sea un país en el que abandonarse y perderse …. definitivamente. Hasta el final.

(61). Esa nueva mañana.

Dónde busca su autor esa nueva mañana, ese delicado arrebol matutino aún no descubierto con que ha de despuntar un nuevo día – ah, toda una serie, todo un cosmos de nuevos días –? En una transmutación de todos los valores, en la emancipación del hombre de todos los valores morales, en un decir sí y tener fe en todo lo que hasta ahora ha sido prohibido, despreciado y maldecido. Este libro afirmativo derrama su luz, su amor, su cariño, sobre cosas exclusivamente malas, devolviéndoles el alma, la conciencia tranquila, el sublime derecho y privilegio de existir(“Ecce homo”).

¿Cómo se lllega a ser lo que se ses?”. Tal es la pregunta que en “Ecce homo” se formula Nietzsche.

Una receta materialista se presenta ante nosotros: climas, lugares, alimentación, …. todo muy material. Muy inmanente.

FN se nos presenta, ajusta cuentas con su pasado, trata de llegar al “por qué” era como era, por qué se es como se es. Desde una sabiduría que se aleja - pretende, al menos - de todo misticismo. Una doctrina, en definitiva, de la salud, del saber vivir. Del “buen” vivir.

Memorable el comienzo del Prólogo, las primeras palabras que FN vierte sobre el texto del EH. Una verdadera voluntad de desnudar su alma … ya sin temor, libre, fresco como “esa nueva mañana”; así: “Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo.

Se presenta. Se dirige a la humanidad. Nietzsche nos dice que no ha dejado de dar testimonio de sí. Pero ahora lo hace a modo de compendio. Se dirige a la humanidad o habla sobre la “humanidad”, se encarna en hombre, el hombre, “cualquier” hombre, “todo” hombre. “. no me confundáis con otros, concluye el primer párrafo.

La reivindicación de la vida. Confesar que se ha vivido y se volvería a hacerlo. Anhelar el eterno retorno. El retorno eterno que desean los que “alguna” vez han amado la vida. Si …. la vida; la hemos amado tanto. Vean si no la reflexión de ciertas, y cinematográficas, “Invasiones bárbaras”. En ellas se reflexiona sobre esa cosa que es la vida, sobre “eso” que pueda significar la vida: https://www.youtube.com/watch?v=kl5tELDmy6o

La prosa de FN en “Ecce Homo” es excelente. Rotunda, conmovedora y bella, como una “nueva mañana”. Zaratustra vuela (habla, baila,canta) sobre sus textos. El persa no podía abandonarlo.

Nueva mañana de EMANCIPACIÓN. También de transmutación. En un libro AFIRMATIVO. Derramar luz y amor. Por encima de todo, sobre todo, una vez más, para siempre, gritar (o susurrar, ¡ qué más da ¡) el sublime derecho y privilegio de existir. Al mismo tiempo derecho y privilegio. O un privilegio al que tenemos derecho … EXISTIR, estar en este aquí y ahora que es la vida: https://www.youtube.com/watch?v=mWQTY4LhvkY



(62). Inocencia. Cinismo. Cosas “grandes”.

Las grandes cosas exigen que no se hable de ellas o que se hable de ellas con grandeza: con grandeza quiere decir con cinismo y con inocencia ("La voluntad de poder").

Ya habíamos hablado del cinismo en FN. “Cinismo. Almas bajas”, titulábamos en otra ocasión. “El cinismo es la única forma bajo la cual las almas bajas rozan lo que se llama sinceridad” (“Más allá del bien y del mal”); esta es la nietzscheana cita que entonces hacíamos.

Ya entonces lo advertíamos: no lo vemos como una reflexión de FN contra el cinismo en sí. No hay tal critica global al cinismo en FN. Es la única forma bajo la cual las “almas bajas” rozan la sinceridad. Medio, pues, no cosa nociva “en sí”.

Método, modo, forma, estilo, lenguaje …. tantas veces útil. ¿O no disfrutamos tantas veces con el Dr. House?. Personaje bien nietzscheano, el doctor.

Cinismo contra la hipocresía. Cinismo contra la impostura, contra el melodrama barato. Contra un cierto humanismo babeante (¿pseudohumanismo?). “Gazmoñería” es una interesante palabra que encontramos en las traducciones de Nietzsche al español.

Decir las cosas con dureza, con la belleza (moral) del corazón fuerte, del alma noble. Con autenticidad (nada hay más impostado en estos tiempos que cierta presunta “autenticidad”).

En fin; en el texto en que ahora estamos, de “La voluntad de poder”, no es que se critique el cinismo; este es elevado a modo adecuado para decir las “grandes cosas”. Camino, pues.

Recuerdo aquellos discos de vinilo. Concretamente uno de grandes éxitos de Leonard Cohen. En él se reseñaban las canciones del genio canadiense; hermosos textos en los que se nos presentaban las canciones. En uno de ellos (creo recordar) que se hablaba de lo necesario de no hablar a menudo de esas “grandes cosas”. No vivir constantemente exponiéndose, enseñándose, vaciando nuestras entrañas. Así lo creemos. Como estar tocando un hermoso cuadro en vez de disfrutar viéndolo y viviéndolo solo en “ciertos” momentos (“nuestros” momentos, intransferibles).

Y del canadiense al alemán: “cinismo” en paralelo a “inocencia” (esa inocencia seria que exhiben los niños cuando juegan). Pero más: cinismo: senda para la grandeza. Esa condescendencia de quien respira el aire de las alturas.





(63). Negligencia. Amig@s. Hospitalidad.

Hay una negligencia, noble y peligrosa que proporciona una decisión y una visión profunda: la negligencia del alma, segura de sí misma y muy rica, que no se esforzó nunca por encontrar amigos, y que sólo conoce la hospitalidad, que sólo sabe ejercer siempre la hospitalidad; tiene el corazón y la casa abiertos al que quiera entrar, ya se trate de mendigos o lisiados o reyes. Esta es la verdadera afabilidad: el que la posee, posee cien “amigos” pero probablemente ni un amigo("El ocaso de los ídolos").

Noble, pero peligrosa. Lo peligroso, a veces, es noble. Lo sensato, tantas veces (el conformismo, la pasividad), no. Puede ser necesario. Hasta imprescindible. Pero "noble" quizá no fuese la palabra.

Negligencia del alma, aquella que se atreve a asomarse al abismo. Segura y rica. Alma que nunca se esforzó por encontrar amigos; hay perezas nobles, pues. FN dixit.

Y, sin embargo, vocación de extranjeros como tenemos …. O nómadas. Aquellos, también que solo pueden tener por patria la diáspora. Diáspora: ¡ qué hermosa palabra ¡ Y sin embargo … solo sabemos (solo sabremos) ejercer siempre la hospitalidad. Con el corazón y la casa abiertos, invitando al amado extranjero a nuestra casa, con las puertas abiertas; las ventanas ya lo habían estado siempre.

Que entre quien quiera … ¿amigos?, ¿es necesario serlo? Quien no busca …. encuentra. Esa afabilidad sin límites que no espera nada. Y, no esperando, siempre encuentra.

Negligencia, sin duda. Extranjero sin patria en su patria. El mundo más que una casa, es una ventana. Hermosa palabra: ventana.



(64). Monstruos.

El que lucha contra los monstruos debe tener cuidado de no convertirse él mismo en un monstruo. Y cuando tu mirada penetra largo tiempo en el fondo del abismo, el abismo también penetra en ti(“Más allá del bien y del mal”).

Hubo, hay y, lamentablemente (nos tememos), habrá.

Seres macabros, sórdidos, infames. Monstruos. Leviatanes.

Todos los días, en los noticieros (y en las calles, a veces) podemos contemplarlos.

Su discurso, tal vez, si nos acercamos un poco, es el de siempre. Cuando decimos “siempre” estamos aludiendo, claro, a la “modernidad”. Esa patria de la que, al fin, no queremos alejarnos demasiado. No abandonar nunca, porque (pensamos) lleva en su corazón tareas inconclusas.

Peligroso el trato con ellos. El modo de abordar la “relación”. Existe un peligro: llamarlos por su verdadero nombre; si lo haces y te vencen, vendrá impuesto, caerá por su propio peso aquello de lo que, en definitiva, hablamos: el despotismo.

Prudentes, pero fuertes. Contundentes y reservados. Valientes y astutos. Así nos quiere la nobleza en la lucha frente al monstruo. ¿Inocentes como palomas y astutos como serpientes? Es mateística expresión evangélica. Tal vez. Algo así.

El sueño de la razón produce monstruos”, pintaba Goya, aquel aragonés genial. Si, esto es lo peor: que lo produzca el sueño de la razón. Condenados estamos a luchar con monstruos. Cuidémonos, pues, de no penetrar largo tiempo en el fondo del abismo. Porque, al fin, somos tan vulnerables. Si … y efímeros también.



(65). Aire.

Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte. Es preciso estar hecho para ese aire, de lo contrario se corre el no pequeño peligro de resfriarse en él. El hielo está cerca, la soledad es inmensa; ¡mas qué tranquilas yacen todas las cosas en la luz!, ¡con qué libertad se respira!, ¡cuántas cosas sentimos debajo de nosotros! La filosofía, tal como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es vida voluntaria en el hielo y en las altas montañas: búsqueda de todo lo problemático y extraño que hay en el existir, de todo lo proscrito hasta ahora por la moral. Una prolongada experiencia, proporcionada por ese caminar en lo prohibido, me ha enseñado a contemplar las causas a partir de las cuales se ha moralizado e idealizado hasta ahora, de un modo muy distinto a como tal vez se desea: se me han puesto al descubierto la historia oculta de los filósofos, la psicología de sus grandes nombres(“Ecce homo”).

Aire. De “aire” nos habla FN en la obra en la que nos explica (en detalle) cómo se llega a ser lo que se es. Ya próximo a su colapso. Un colapso torinese. Vean: https://www.youtube.com/watch?v=3Jopmumd58U

De aire y de vientos fríos nos habla. Y de alturas. A prueba de discípulos de Zaratustra.

Y de soledad. Pero también de tranquilidad, de luz, de libertad.

Allí, allí arriba, se sienten tantas cosas por debajo de un@. Cosas que ya siempre estuvieron “abajo”, “más” abajo. Ya saben … FN aludió más de una vez a la canalla, a la gentuza, a los enemigos de la voluptuosidad.

Caminar en lo prohibido. Desvelar historias ocultas.

Este pequeño fragmento del “Ecce homo” es una pequeña píldora, una especie de concentrado de esta obra en la que se resume una vida que es irresumible, irreconducible a algo tan banal como la coherencia.

Hábitos de fuertes. De eso se nos habla. De salud. ¿Cómo puede vivirse en la alturas si se carece de ese hábito?. Uno se resfriaría. No, no es obligatorio leer a Zaratustra. Incluso despúes de leerlo, de hacerse discípulo suyo, es preciso abandonarlo. Abandonar (se).

Una prolongada experiencia. Eso es lo necesario. Pues el hielo está cerca y la soledad es inmensa. El coste de la libertad … pero también su placer, su rostro (finalmente) de recompensa.

De recompensa por llegar a ser lo que se es, como un eterno retorno. Como una banda sonora para siempre.



(66). Alemania. Dureza. Música.

Los alemanes creen que la “fuerza” se debe manifestar en la dureza y en la crueldad, y por esto se someten a ella gustosos y con admiración. No creen que pueda haber fuerza en la suavidad y la dulzura ("Tratados filosóficos").

Nada de nacionalismo. Y, con rotundidad, nada de nacionalismo alemán. Aquel pueblo (FN dixit) que no sabía escuchar música: “No admitiré nunca que un alemán pueda saber lo que es la música. Los llamados músicos alemanes, ante todo los más grandes, son extranjeros, eslavos, croatas, italianos, holandeses o judíos; en caso contrario, alemanes de raza fuerte, alemanes extintos, como Heinrich Schütz, Bach y Händel. Las palabras fueron escritas en “Ecce homo”, la obra en que FN nos ilustra de cómo se llega a ser lo que se es.

Palabras demoledoras para “lo” alemán. Difícil con estos precedentes (y otros, tantos otros) prestarse a interpretaciones poco “respetables” de Nietzsche. Hablar de “superhombre” y equiparar ello a un racismo (menos aún alemán, (ario) es (parece) fantasmal.

Además, para esta exclusión absoluta, rotunda e incondicional (“ningún alemán”) se apoya justamente en la palabra “raza”, “raza fuerte”. ¿Biológica? No lo parece en absoluto. “Raza fuerte”, no “raza alemana”. Alemanes excepcionales, flores en el desierto. “¿Y quienes son estos alemanes de raza fuerte?”, se interroga Antonia Tejeda en un artículo que vale la pena leer: Interpretaciones y malinterpretaciones después de Nietzsche. ¿Es la filosofía de Nietzsche antisemita?. ¿Podría interpretarse de tal modo?: https://antoniatejeda.wordpress.com/nietzsche/ Pues “…. son los alemanes cultos del pasado, los alemanes artistas, los alemanes genios”.

Pero del tema “antisemitismo” se escribirá en otro momento, quizá. Proseguimos con el tema “Alemania”. En el texto que encabeza no se rechaza la “fuerza”. No podría ser así en FN; lo que se rechaza (y de ahí viene la crítica a “lo” alemán) es la identificación de esta como “dureza” y “crueldad”. En su incapacidad para creer (sentir) que pueda expresarse en la suavidad y en la dulzura. En la música que amaba Nietzsche; siguiendo con aquel texto de FN, el mismo es encabezado por este fragmento: ” … ¿qué es lo que yo quiero propiamente de la música?. Que sea clara y profunda como una melodía de octubre. Que sea peculiar, desenvuelta, tierna, una dulce mujercita de gracia y perfidia ….” Música, por tanto, “fuerte”, con una personalidad rica.

FN se muestra brutal. Sobre este tema, “particularmente” brutal:

– “El espíritu alemán es una indigestión, no da fin a nada …. A donde llega Alemania, corrompe la cultura(Ecce homo);

Se aparta de “lo” alemán, no quiere tocarlo con las manos, no quiere que roce su piel, no quiere ser “perteneciente” a “aquello”: “yo soy extraño, en mis instintos más profundos, a todo lo que es alemán, hasta el punto de que la mera proximidad de una persona alemana me retarda la digestión("Ecce homo");

Y es que aquellos alemanes “de raza fuerte” a los que se ha aludido, se han extinguido, nos dice FN;

– “ ….. este pueblo se ha vuelto estúpido voluntariamente, casi desde hace un milenio: en ningún otro sitio se ha abusado más viciosamente de los dos grandes narcóticos europeos: el alcohol y el cristianismo ….” ("El crepúsculo de los ídolos").

– Maldiciendo el cristianismo (particularmente en su versión “protestante”), hasta a los alemanes culpa de ello: “Si no se termina con el cristianismo, culpables de ello serán los alemanes("El Anticristo");

– Y, en fin: los alemanes no se dan cuenta de cuán vulgares son, pero esto constituye el superlativo de la vulgaridad, ni siquiera se avergüenzan de ser meramente alemanes (…) Es inútil que yo busque en el alemán una señal de tacto, de délicatesse para conmigo. De judíos, sí la he recibido, pero nunca todavía de alemanes.

¿Existe un espíritu nacional? ¿Una “esencia popular”? ¿Un “alma” a que reconducir los colectivos humanos en todas sus complejidades? Nos permitimos dudarlo. FN entiende (por lo que se ve) que sí, al menos en el “caso Alemania”, que el vive, siente, percibe en la piel, en el tacto.

O no, y aquella “raza” de “alemanes fuertes” pertenezca al pasado y nos hable de la Alemania de su tiempo para denostarla. La que albergaba tempestades que llegarían décadas después en forma de sangre y metralla (como él supo ver). La que no sabía identificar la fuerza más que con dureza … y crueldad, claro.

(67). Altanera y severa ….. aquella nobleza.


Una nobleza altanera y severa, el sentimiento de la propia responsabilidad, llegan casi a herir y provocan desconfianza("Más allá del bien y del mal").

Altanera” …. una palabra con mala prensa. Con mala reputación.

Digamos, entonces, si queremos digerirlo mejor, “orgullosa”. Severa, seria …. rigurosa.

Orgullo y valentía de asumir la propia responsabilidad. La tarea encomendada por … por nosotros mismos, cada uno para sí. Sin esconderse en banderas, ideales, máscaras, espantajos.

Valentía y orgullo de la responsabilidad. De decir la (nuestra) verdad. De no vivir pendientes del “me gusta”.

Ello hiere. Hiere al banal, al pretencioso que solo es capaz de postear ideas de otros. Al fashion.

Severa, por tanto. Primero con nosotros mismos; así nos ganamos el derecho de serlo con los demás. Como un látigo … otra palabra de mala prensa, de nefasta reputación; un despertador, quizá. El noble antipático que queremos llevar dentro.

y aquellos hermosos versos del Salmo 1 de Ernesto Cardenal

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni

asiste a sus mítines

ni se sienta a la mesa con los gánsters

ni con los Generales en el Consejo de Guerra.

Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano

ni delata a su compañero de colegio.

Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales

ni escucha sus radios

ni cree en sus slogans

Será como un árbol plantado junto a una fuente”.

Un árbol plantado junto a la fuente. ¿Nos querría así Zaratustra? Quizá.

Orgullo y nobleza, pues. Un poco de aquello que también nos decía Don Friedrich (algún día renegaremos de él para emprender vuelo) en “El crepúsculo de los ídolos”: “Considerar como un privilegio la represalia, la capacidad de restituir; concedérsela corno una distinción.

No ambicionar la virtud de los demás“.

Privilegio” y “no ambicionar”. Palabras que reivindicaremos aunque hagamos crecer nuestro certificado de penales. Pero no, no las vamos a cambiar por otras: “privilegio”. Si, y también “no ambicionar”.



(68). Honor. Estimación.

El honor es para algunos el sentimiento más fuerte, porque la mayor parte de los hombres subordinan su propia estimación a la estimación de los demás y les piden su sanción (“Tratados filosóficos”).

Aquel que rescató a Zaratustra para nosotros (o tal vez sólo para él) dijo alguna vez que escribía libros para nadie. Frase que, sin duda, entendemos emparentada con aquella otra de “hay hombres que nacen póstumos”.

Para nadie … o para algunos y algunas. ¿Para todos y todas? Difícilmente. Si así fuese, pensaría que se habría equivocado. Seguramente Zaratustra le metía esas ideas en su cabeza.

La mayor parte de los hombres subordinan su propia estimación a la de los demás. Así está el mundo … lleno de comediantes malos, de bufones patéticos, de seres que no tienen una “obra”, “su” obra. Es paradójico: en un mundo que exalta el narcisismo individualista, el laicismo liberal, la egolatría insustancial …. en el fondo, se niega al inviduo.

Y los esclavitos exhiben su esclavitud su dependencia del “me gusta”, su ausencia de gracia, de estilo, de interés. Y, digámoslo: de pudor.

Esa solemnidad del “hombre de honor”, esa mística de la nada de la era postideológica. Atmósfera hedionda. Bah, ni eso; ni huele, ni sabe, ni dice … ni nada. Na-da. Ese totalitarismo de la insustancialidad.

El sentimiento más fuerte: el honor. Pero, ¿hay propiamente un honor digno de tal nombre en quien solo busca la aceptación de los demás, el aplauso idiota y ridículo?

El honor … palabra gruesa, grande. Un respeto por las palabras. Tal vez es lo único que tenemos. Y, con bastantes posibilidades, lo único que de nosotros quede.



(69). Amor. Mentiras.

¿Arrastrarme yo? Nunca en mi vida me arrastré ante los poderosos, y si alguna vez mentí, mentí por amor (“Así habló Zaratustra”).

Por amor, si, por Dios. Mentiras justificadas.

Y por justicia, quizá. Puede mentirse por justicia. Y por solidaridad. Y por bondad, sin más.

Por amor, en todo caso, sin duda.

FN relaciona, aquí, dos conceptos: “arrastrarse” y “mentir”. Mentir es generalmente arrastrarse. Mentir por amor, no.

Por nada más que amar podría mentirse, nos sugiere aquí el Zaratustra. Nosotos, ya los hemos dicho, añadimos otras cosas.

Nunca en mi vida me arrastré ante los poderosos”, leemos. Es importante aquí, pacece, la palabra “poderosos”. “Poderosos” y “amor” no conjugan bien. ¿Prentendería decirnos esto el persa?¿Quién sabe?.

Nunca en mi vida me arrastré ante los poderosos” … una banda sonora que querríamos llevar para siempre.

El servil, el que tiene alma de esclavo (no el esclavo, el que tiene “alma” de esclavo, vocación, el que hace del servilismo profesión) … ese se avergonzará, una vez más, ante el Salmo 1 de Ernesto Cardenal:

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni
asiste a sus mítines
ni se sienta a la mesa con los gánsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans
Será como un árbol plantado junto a una fuente
“.

Porque el imbécil, el cretino, el vendedor de slogans (y de humo) no es bienaventurado ni está invitado a esta fiesta.

La libertad, la libertad de espíritu, su ejercicio y la celebración de la misma, es privilegio reservado para los que no se arrastran. Los que detestan cualquier forma de pensamiento (y obrar) único. Los que se comprometen críticamente con las cosas. Tal vez en eso consista amar. Un hermoso infinitivo. Una razón para mentir. Para arrastrarse: nunca. Zaratustra lo dijo y escrito ha quedado.



(70). Palabras. Pensamientos.

Las palabras más tranquilas son las que levantan la tempestad; los pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo("Así habló Zaratustra").

Pues si no fueran tranquilas ya la tempestad sería apaciguada.

¿Quieren despertar la tempestad? El persa recomienda: hablen el lenguaje tranquilo. El lenguaje tranquilo también puede formar parte del “gran estilo” que siempre reivindicaremos como una razón de vida.

Tempestades”. Las hay malas …. pero también las hay buenas. Buenas en el sentido de deseables, necesarias, adecuadas. En su A hard rain´s gonna fall, el Nobel Bob Dylan nos habla de algo así: https://www.youtube.com/watch?v=q0o_0b5abwA

Las hay malas, es obvio. Pero para llegar y hacer efecto deben llegar como un susurro, una palabra tranquila o amable … o, en su caso, con apariencia de irrelevante.

Además de palabras, en el texto de FN, tenemos el término “pensamientos”. Los que dirigen el mundo “caminan con pies de paloma”. No se hacen expresos ante las multitudes, no se exhiben, saben que los caminos largos necesitan espacio …. y tiempo. Por ello dirigen el mundo, porque llegan en el sigilo, en una serena atmósfera de reflexividad. Como esperando aquella “Aurora” de la que FN hablaba.

Palabras y pensamientos. También los hay nocivos, indeseables, tóxicos; aspiran a levantar la tempestad para dirigir el mundo. Vigilancia, pues, aquella precaución de sabio viejo, de anciano ilustrado.

Tras la tempestad viene la calma, dicen. Todas las revoluciones acaban en cotidianedidad; y, tal vez, el hombre, el ser humano no tiene remedio. Tampoco hay mal que cien años dure. Sólo tenemos nuestra vida. Llena de palabras y pensamientos. Bueno es que detrás de las palabras haya algo digno de ser llamado “pensamientos”.


(71). Mediocridad. El “Gran Estilo”.

Guardarse de la mediocridad. ¡Antes la muerte!("El ocaso de los ídolos").

Antes la muerte. Lo dice FN en “El crepúsculo de los ídolos”. “Ocaso de los ídolos” que traducen algunos.

Guardarse de ella. De la mediocridad. Mejor que huir. Mantenerse a distancia. La mediocridad, como la hipocresía, también, a veces, es digna de ser disfrutada. Casi diríamos que dirige el mundo … aunque no siempre avance con pies de paloma.

Además, ¿sería posble huir, exiliarse definitivamente de ella? Difícilmente. Convivencia en la distancia, es lo que procede. Guardarse.

Zaratustra ha sobrevivido a Nietzsche. Aquel alemán a veces atormentado - no siempre - colapsó en Torino cuando el XIX iba diciendo adiós. Pero Zaratustra sobrevive. Ya sobrevivió a la muerte de su profeta cuando el Novecento irrumpía. Traería negras tormentas. Negros presagios que aquel alemán intuyó.

Zaratustra, decimos, sobrevivió. Y nos lleva, nos quiere llevar al XX. Al siglo XX. A nuestra patria; nosotros, que no queremos clausurar la modernidad. Zaratustra, repetimos, sobrevivió y sobrevive. Y nos lleva al XX, de vuelta. O no: simplemente estamos instalados en él para siempre. Nosostros, que no aceptamos las derrotas, aunque las asumamos.

Y Zaratustra, el persa que sobrevivió y sobrevive, nos da consejos. O más bien sugiere caminos. Caminos ya explorados, porque sabe que “nuevo” (lo que se dice “nuevo”) nada hay. Ni hubo nunca. Nos sugiere pensamientos. Pensamientos en forma de libro, aunque no solo.

Lean a Walter Benjamin. Sus Tesis de Filosofía de la Historia. Pero también sus historias y relatos, sus Diarios, etc. Déjense acompañar con él, porque sus letras son una joya imperecedera.

Pasolini. Otra estación en la que detenerse. Vean toda su filmografía. Toda. Pero también (por Dios ¡¡) lean sus libros. “Cartas luteranas”, por ejemplo. Pero no solo. Déjense guiar por él, porque es una faro que posee luz eterna.

Vean cine italiano. Todo el que puedan. Al menos del periodo 1.945-80. Es la belleza. Rotundamente; ahí hay personas con mayúsculas, un Pueblo digno de tal nombre. Una poesía insuperable.

Lean literatura hebrea, la filosofía del Pueblo del Libro. Hoy y siempre.

En “Noi operaisti”, Mario Tronti reivindicaba el gran estilo. Nunca nos cansaremos de oír la voz cansada, serena, sabia, lúcida, iluminante, de un Maestro. Léanlo; me parece necesario que lo hagan para comprender el mundo en que viven”.

Y dicho esto, Zaratustra se retiró. Tal vez para siempre. O no: y tal vez, algún día llegue (por sorpresa, con pies de paloma) para decirnos lo necesario. “Necesidad”: esta sí es una palabra fuerte.



(72). Obediencia. Hipnotismo.

"¿No será la obediencia algo así como el hipnotismo?" ("Filosofía general").

Algo así.

Método para producir el sueño artificial, mediante influjo personal, o por aparatos adecuados”; de tal modo define la RAE qué es “hipnotismo”. Ya saben, la RAE, la Real Academia Española, esa instItución que limpia, fija y da esplendor. Nada menos.

FN no estaba vinculado por los mandatos de la RAE (o, si lo prefieren, sus consejos y sugerencias). FN estaba vinculado por muy pocas cosas (en el sentido de seguidismo). Seguidismo: de las formas más ciegas de obediencia.

La obediencia, Nietzsche dixit, es algo así como el hipnotismo. Y el hipnotismo es un “método”, RAE dixit. Sí: mucho de método vemos en la obediencia, la práctica de aquellos que no han aprendido - o no se han atrevido - a descubrir el gusto de decir “no”. Simple y llanamente: “No”.

Método, pues. Nos habla la definición en los términos siguientes: “mediante influjo personal o por aparatos adecuados”. Aparatos, instrumentos, herramientas (la palabra más de moda que pueda existir). Hablamos, claro, de procedimientos.

Sí: la obediencia es hipnotismo: anularse abúlicamente, dimitir del placer/deber/necesidad de cuestionar, recostarse sobre la pereza mental. Dimitir del ejercicio (también) de la ética.

Obediencia: dispositivo para detentar el poder disfrazándolo tantas veces de ejercicio de la libertad. Negación de lo intrínsecamente humano - sin que idealicemos “lo humano” -. La patética expresión de la falta de respeto por uno mismo.

El pensamiento de la sospecha es una joya del pensar. Decía Hanna Arendt que no hay pensamientos peligrosos, simplemente pensar es peligroso. No correr ese riesgo (y obedecer) … cosa de bárbaros (en el peor sentido). De desaprensivos, “gentes de bien” que solo reciben órdenes. El siglo pasado está lleno de gente que sólo “cumplía órdenes”. Han dejado un mundo en el que la frase “todo es posible” asume connotaciones monstruosas. Podríamos vivir perfectamente sin que todo fuese “tan” posible.

¿Qué decir del hipnotismo? From mdijo algo al respecto: “¿Qué es lo que prueba el experimento hipnótico, y en especial el poshipnótico? Prueba que podemos tener pensamientos , sentimientos, deseos y hasta sensaciones que, si bien los experimentamos subjetivamente como nuestros, nos han sido impuestos desde afuera, nos son fundamentalmente extraños y no corresponden a lo que en verdad pensamos, deseamos o sentimos” (Erich Fromm, “El miedo a la libertad”, Ed. Paidós, p. 186).

(73). Pablo, el tarsiota.



PABLO (SAN) Sin las agitaciones y las tormentas de aquel espíritu no habría habido mundo cristiano; apenas hubiéramos oído hablar de una pequeña secta judía cuyo jefe murió en la cruz(“Aurora”).

Un personaje fascinante. El tal Pablo. O Saulo. O Shaúl …. llámenle como quieran. Aquel personaje de frontera sin duda atormentado y apasionado. Detestado por unos, ensalzado por otros, no deja indiferente. Y, realmente, ¿qué sabemos de él? Poca cosa.

Un verdadero enigma histórico. Una joya de los estudios teológicos … cristianos o hebreos, poco importa. Personaje de frontera, para unos pretende diluir el judaísmo en el cristianismo, para otros la expansión del judaísmo, en esa frontera difusa en el que nace lo nuevo y no muere lo viejo. Porque lo que es viejo no muere. Parecería eterno.

La historia evangélica nos habla de una historia de conversión camino de Damasco; ya saben: cuando cayó del caballo. Pero evangelio no es historia; ningún teólogo serio (los hay, y mucho) lo sostendría.

Entre esas dos almas que suele decirse que tiene Occidente (¿qué es Occidente?) habrá quien se quede con la hebrea frente a la griega. Sobre ello ha hablado de modo muy interesante la pensadora (judeo)argentina Diana Sperling, por ejemplo en el texto que lleva por título “El logos y Occidente” (https://nanopdf.com/download/el-logos-y-occidente-con_pdf). Nos situamos en la médula de un debate apasionante. Al infierno con el “pensamiento débil”.

Pablo, tal como nos es presentado, es el verdadero fundador del cristianismo; no importa, a estos efectos, quien realmente fue. Tomamos los textos. Los textos evangélicos. Ahí, amamos a Santiago y rechazamos a Pablo. O Saulo, o Shaúl. Vamos a los textos … que a veces parecen estar envenenados. Tal vez hablamos de mitos. A veces (¿o casi siempre?) los debates se fundan en mitos. En mitos fundadores, en sobreentendidos; a veces, en malentendidos.

Mario Saban nos habla de un personaje totalmente enmarcable en el campo judío. Es interesante leer su libro:

https://www.tarbutsefarad.com/resenas-libros/6283-el-judaismo-de-jesus.html Igual que la reflexiones, por ejemplo, de Geza Varmes, un verdadero sabio que tantó indagó en la realidad del personajes histórico Jesús y en los orígenes del cristianismo:

https://elpais.com/cultura/2013/05/26/actualidad/1369525495_005856.html

Pero no hablamos de historia, nos referimos a la textualidad evangélica. De ello nos habla FN, también. FN no conocía ni por asomo lo que hoy se sabe (o cree saberse) sobre los orígenes del cristianismo. ¿Importa eso? Lo que puede conmovernos del discípulo (¿o maestro?, ¿o alter ego?) de Zaratustra es cómo toma el texto y lo lee, la lucidez con que lo reconstruye (o deconstruye). Más importante que la verdad es la genial intuición: “PABLO (SAN) Sin las agitaciones y las tormentas de aquel espíritu no habría habido mundo cristiano; apenas hubiéramos oído hablar de una pequeña secta judía cuyo jefe murió en la cruz” (“Aurora”). Sencillamente genial.

Un personaje fascinante, el tal Pablo. O Saulo, o Shaúl. Aquel fabricante de tiendas. Recién he leído “Dall´estremo possibile”, de Mario Tronti. Son lecturas que queremos que nos acompañen en el Siglo XXI. De entre los nombres de los que habla con pasión intelectual (casi amor, o sin casi) está el rabino Jacob Taubes, al que alude en relación con sus reflexiones sobre el tal Shaúl. Hay que leerlo, pues es intuible que en su texto hay verdadera profundidad, la de un cirujano del espíritu:

https://www.trotta.es/libros/la-teologia-politica-de-pablo/9788481647839/

Acabamos con sus palabras en que une la reflexión sobre Nietzsche y sobre Saulo: - Hay en Nietzsche un impulso profundamente humano en contra del lazo que forman la culpa y la reconciliación, sobre el cual está apoyada toda la dialéctica paulina, pero ya también toda la veterotestamentaria. Este círculo, que va siempre perpetuándose, de culpa, sacrificio y reconciliación, debe ser roto para que por fin se establezca la inocencia del devenir (la expresión es de Nietzsche). Un devenir, un ser mismo, que no sean culpables. Mientras que Pablo, de hecho, quiere decir que el hombre y el cosmos son culpables. (Romanos 7, 7-25). Una culpa que puede quedar abolida por el sacrificio y la reconciliación. Justificada …. Yo soy paulino, no cristiano, sino paulino, y mi idea es que hay que reforzar cuanto se pueda al enemigo. De otro modo, carece de interés. Con un adversario al que en seguida derribo no vale la pena discutir (Jacob Taubes, “La teología política de Pablo”, Ed. Trotta, pp. 103-104).

Tengan un buen día. Un excelente día soleado. Si las nubes no acogen al Sol en su seno, creemos cada un@ nuestro sol, nuestra luz.


(74). Olvidamos.

Olvidamos voluntariamente ciertos hechos de nuestro pasado, los arrojamos de la memoria deliberadamente: tenemos el deseo de ver la imagen que refleja nuestro pasado, engañarnos y adularnos; sin cesar trabajamos en esta operación de autoengaño (“Humano, demasiado humano”).

Voluntariamente, claro. También podríamos decir “voluntariosamente” (relacionado con “voluntarismo”) … con más voluntad que acierto, como acostumbra decirse en el lenguaje futbolístico.

Así, así queremos olvidar. Querríamos olvidar. Aunque FN entiende que lo conseguimos. Y tal vez tenga razón. Tal vez.

Tememos”: ahí está la clave, en el verbo “temer”. No reconocerse, no querer reconocerse. Temer reconocerse, verse reflejado …. para siempre. Esa memoria que en nosotros siembra el pánico.

Decía Jean Paul Sartre que el infierno son los otros. Siempre hemos leído con atención al parisino; no lo contradiremos: digamos que (también) el infierno somos nosotros mismos. Ese espantajo del que quisiéramos desprendernos. Y, en realidad, sabemos hacerlo.

¿Instinto de supervivencia? ¿Quién sabe? ¿Habría algo de malo en “adularnos” y “engañarnos”? ¿Sería viable la vida sin ello?

La verdad tiene buena prensa, pero la mentira es condición ineludible para la vida. Pero volviendo al tema (en realidad nunca nos hemos apartado de él): ¿por qué deberíamos asumir todo de nosostros mismos? Tal vez eso sí sería una monstruosidad. Es humano, pero también quizá noble, apartarnos de nuestra sombra.

Es este un texto con muchas preguntas, con muchos signos de interrogación. Tal vez así nos quiera Zaratustra …. dubitativo@s. Sabi@s aún no.



(75). Fe. Profundidad.

No habla aquí un fanático, aquí no se “predica”, aquí no se exige fe: desde una infinita plenitud de luz y una infinita profundidad de dicha va cayendo gota tras gota, palabra tras palabra, una delicada lentitud es el tempo [ritmo] propio de estos discursos. Algo así llega tan sólo a los elegidos entre todos; constituye un privilegio sin igual el ser oyente aquí; nadie es dueño de tener oídos para escuchar a Zaratustra… ¿No es Zaratustra, con todo esto, un seductor?...” ("Ecce Homo").

Nada puede haber más hermoso que el Prefacio del Ecce homo. O casi nada.

Hermoso, decimos. No necesariamente acertado. ¿Qué importa el acierto ante la belleza? Zaratustra decía que él nunca se había arrastrado y que sin alguna vez había mentido “fue por amor”. Tal vez “por belleza” también sería una causa para poder mentir. Sin perdón ni amnistía, por innecesarios.

Y el Prefacio de “Ecce Homo”, que nos traerá para siempre la imagen de la ciudad de Torino y el deseo de vivir en Italia – vivir(la) - nos traerá para siempre también el espectro de Zaratustra hecho libro, hasta confundirse y repetirse.

Si, hermoso y fascinante hasta lo imposible; el Prefacio de “Ecce homo”, aquel libro en el que FN nos explica cómo se llega a ser lo que se es. Lo que, en definitiva, en aquella altura, FN era.

Hermoso. Rotundamente bello. ¿O no lo es el texto que encabeza? No hay prédicas, la “fe” no entra, el fanatismo es imposible. Bien: palabras que nos gusta oir. Casi hay aquí en el intempestivo alemán la poesía de la razón ilustrada. “Plenitud”, “luz”, “profundidad”; leemos palabras que son música (música ligera y desnuda) para los oídos.

La delicada (y deliciosa) lentitud del tiempo de los que quieren no desesperar, de los que saben no desesperar.

Si, Friedrich, Zaratustra es un seductor. Apostados en el XXI, incapaces de abandonar las batallas (y derrotas) del XX, de las aguas de Zatatustra bebemos. Y de las suyas, Sr. Nietzsche (es la primera vez que lo trato de Vd).

Si, es un privilegio ser oyente aquí. El privilegio de vivir en el gran estilo, de contemplar y recrearse en el gran estilo. Los hombres del Renacimiento no aceptaban otra cosa. Y los pequeños (sobre todo los pequeños) necesitan de esa grandeza. Pero esa es otra historia y tiene que ver, una vez más, con Italia. Un día tendremos que abandonar a Zaratustra (el mismo persa nos lo dijo, nos ordenó renegar del él). Abandonarlo y dirigirnos a un futuro que hoy ya es pasado, pero esa es otra historia.

ZIZEK: "Dios. Él está muerto. Pero no lo sabe".

Si Dios no existe… –Si Dios no existe, dice el padre, entonces todo está permitido”. Célebre frase, tomada de “Los hermanos Karamazov”, de Fiodor Dostoievski. Ingenuidad, nos dice Zizek, a la luz de la realidad.

El ateo moderno cree saber que Dios está muerto; lo que no sabe es que, inconscientemente, sigue creyendo en Dios”. He aquí la premisa que pone el esloveno, tan provocadoramente como siempre. Y es que “cuando más me percibo como un ateo, más gobernado está mi inconsciente por prohibiciones que obstaculizan mi goce”.

En lugar de proporcionar más libertad, la caída de la autoridad represiva produce nuevas prohibiciones, aún más severas”, nos dice el esloveno.

Palabra de S.Z.: “Jesenska toca la fibra marxista de Kafka: un burgués sabe muy bien que el dinero no tiene nada de mágico, que el dinero es tan sólo un objeto que representa un conjunto de relaciones sociales; sin embargo, actúa en la vida real como si creyera que el dinero es algo mágico. Esto nos permite comprender plenamente el universo de Kafka: Kafka tuvo una experiencia directa de estas creencias fantasmáticas que las personas “normales” negamos. Lo “mágico” en Kafka es lo que Marx denominaba los “resabios teológicos” de la mercancía. Si hubo un tiempo en que abiertamente aparentábamos creer mientras que íntimamente éramos escépticos o nos burlábamos obscenamente de nuestras creencias públicas, hoy tendemos a profesar abiertamente una actitud escéptica/ hedonista/ relajada, mientras que interiormente seguimos acosados por severas prohibiciones y creencias”.

Más: “Esto es lo que ocurre con la creciente prohibición de fumar. Primero, se prohibió fumar en todos los espacios públicos, después en los aviones, después en los restaurantes, después en los aeropuertos, después en los bares, después en las discos, después en algunas universidades en un radio de 50 metros alrededor, después –en un caso único de censura pedagógica que recuerda la famosa práctica stalinista de retocar las fotos de la nomenklatura del Partido– el Correo de los Estados Unidos quitó el cigarrillo de las estampillas con el retrato del guitarrista de blues Robert Johnson y de Jackson Pollock. Estas prohibiciones apuntan el excesivo y arriesgado goce del otro, encarnado en el acto de encender “irresponsablemente” un cigarrillo e inhalar profundamente con un placer impúdico (en contraste con el yuppie de la era Clinton que fuma sin tragar el humo, o que tiene sexo sin penetración, o que consume comida sin grasas) –como ya lo dijo Lacan, “Si Dios no existe, entonces ya nada está permitido”.

Y, en fin, “Hoy, sin embargo, nos bombardean de todos lados con versiones diferentes de la obligación de gozar, desde el goce directo en la actividad sexual hasta el goce de los logros profesionales o del despertar espiritual. El goce funciona hoy como un extraño deber ético: los individuos no se sienten culpables por violar alguna prohibición moral practicando placeres ilícitos, sino por no ser capaces de gozar”.

El texto entero de “Dios está muerto, pero no lo sabe, puede leeerse aquí:

https://secondorderblog.wordpress.com/2017/05/20/dios-esta-muerto-pero-no-lo-sabe-slavoj-zizek/

Muy interesante lo que comenta Darío Sztajnszrajber sobre Nietzsche y lo que pueda ser el “superhombre” en su libro "Filosofía en once frases": es lo que viene después del hombre “de lo humano tal como lo entendemos hasta ahora”, esto es, ” de la idea de humanidad como algo cerrado, definitivo, definible”. Abandonar el esencialismo para concebir lo humano como “un puente”, un tránsito. Se expresa así el autor en la página 265: “…. se supone que existe una naturaleza humana con límites precisos que nos define. La historia de las religiones, luego de la filosofía y luego de la ciencia, ha dado múltiples definiciones de eso llamado lo humano, siempre con la vocación de fijar una naturaleza precisa ….”. Lo más problemático surge cuando en la ciencia avanza cada vez más el darwinismo, sin que en el imaginario social se generase un nuevo consenso. Pregunta el autor "¿Cuánto tiempo habrá llevado asimilar que la Tierra no era el centro de universo? ¿Cuánto tiempo nos llevará asumir que la naturaleza de lo humano es meramente la transformación incesante de su propia naturaleza, que por cambiante nunca es propia?"

(76). De como la enfermedad puede curar o de como el estar libre de resentimiento es un objetivo maravilloso.

El estar libre de resentimiento, el conocer con claridad el resentimiento ¡quién sabe hasta qué punto también en esto debo yo estar agradecido, en definitiva, a mi larga enfermedad! El problema no es precisamente sencillo: es necesario haberlo vivido desde la fuerza y desde la debilidad. Si algo hay que objetar en absoluto al estar enfermo, al estar débil, es que en ese estado se reblandece en el hombre el auténtico instinto de salud, es decir, el instinto de defensa y de ataque. No sabe uno desembarazarse de nada, no sabe uno liquidar ningún asunto pendiente, no sabe uno rechazar nada, todo hiere. Personas y cosas nos importunan molestamente, las vivencias llegan muy hondo, el recuerdo es una herida purulenta. El propio estar enfermo es una especie de resentimiento. Contra esto el enfermo no tiene más que un gran remedio: yo lo llamo el fatalismo ruso, aquel fatalismo sin rebelión que hace que un soldado ruso a quien la campaña le resulta demasiado dura acabe por tenderse en la nieve. No aceptar ya absolutamente nada, no tomar nada, no acoger nada dentro de sí, no reaccionar ya en absoluto. La gran razón de este fatalismo, que no siempre es tan sólo el coraje para la muerte, en cuanto conservador de la vida en las circunstancias más peligrosas para ésta, consiste en reducir el metabolismo, en tornarlo lento, en una especie de voluntad de letargo invernal.

("Ecce homo").

Simplemente: sublime.

¿No lo habíamos dicho en un capítulo anterior?. Aquello referente a la belleza del prefacio del “Ecce homo”.

¿Habrá canto más rotundo a la vida?

¿Han estado Vdes alguna vez enfermos? Parece que las reacciones son esas. Somos notarios, fedatarios: damos fe.

Vayamos a los términos “clave”; nos gusta el gran estilo … y las palabras densas. Si: significativas. Entonces: “reblandece”, “desembarazarse”, “rechazar”, “herir” (y “herirse”). No sabe uno hacer ciertas cosas, o no es capaz, falta aquella fuerza. En definitiva, no puede uno pensar; o, por mejor decir, razonar. Y elegir, decidir.

Agradecimiento a la enfermedad, en lo que tiene de enseñanza y de expresión de la necesidad de potencia, de superación. Y el el propio estar enfermo es una especie de resentimiento; de asco, de náusea, de sin-vivir.

Y al final, aunque la lucha sea digna, y aquí por una vez (por una sola vez, pero haciendo de la necesidad virtud) un cierto – quizá – budismo es necesario. Aquel fatalismo ruso de abandonarse (defensivamente) para poder sobrevivir y re-conquistar nuestro territorio. Si, ese fatalismo ruso. Reducir el metabolismo, hacerlo lento, saber que las fuerzas deben esconderse para re-ponerse. Y haciendo palanca en este minimalismo de la vida (conservando un hilo, un hálito), en este abandobnarse prepararse para la victoria, para la entrada (triunfal, como un mesías) de la fuerza, de nuestro impenitente deseo de vivir.



(77). Junto al puente.

Junto al puente me hallaba

hace un instante en la grisácea noche.

Desde lejos un cántico venía:

gotas de oro rodaban una a una

sobre la temblorosa superficie.

Todo, góndolas, luces y la música

ebrio se deslizaba hacia el crepúsculo.

Instrumento de cuerda, así mi alma,

de manera invisible conmovida,

en secreto cantábase, temblando

ante los mil colores de su dicha,

una canción de góndola.

¿Alguien había que escuchase a mi alma?”

(“Ecce homo”).

Junto al puente. Los puentes son lugares de paso. A veces de parada. Ninguno tan hermoso en mi recuerdo, como el de Praga; el de Carlos, concretamente.

Lugares para oír cánticos. FN los oía, nos comenta. Seguramente Zaratustra se regodearía de aquel su discípulo en tan delicioso trance.

Cánticos que vienen desde lejos. Como murmullos, como susurros.

Góndolas, luces y música, Nada menos. Y aquella (sacra) ebriedad de la que Zaratustra ( y su discípulo predilecto) son los grandes cantores.

Y un crepúsculo, claro.

Sin música la vida sería un error. Y también un horror. Y diremos una y mil veces que nada puede haber más hermoso (un nada al que añadimos un “por ahora”) como este Prefacio de Ecce Homo. Aquella búsqueda (impenitente, eterna, abismal) de que alguien escuche nuestra alma. Callada, obstinada y gozosa … como Praga nos gusta.



(78). La singularidad de aquel persa.

No se me ha preguntado, pero debería habérseme preguntado qué significa cabalmente en mi boca, en boca del primer inmoralista, el nombre Zaratustra; pues lo que constituye la inmensa singularidad de este persa en la historia es justo lo contrario de esto. Zaratustra fue el primero en advertir que la auténtica rueda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el mal, la trasposición de la moral a lo metafísico, como fuerza, causa, fin en sí, es obra suya. Mas esa pregunta sería ya, en el fondo, la respuesta. Zaratustra creó ese error, el más fatal de todos, la moral; en consecuencia, también él tiene que ser el primero en reconocerlo. No es sólo que él tenga en esto una experiencia mayor y más extensa que ningún otro pensador - la historia entera constituye, en efecto, la refutación experimental del principio del denominado “orden moral del mundo” -: mayor importancia tiene el que Zaratustra sea más veraz que ningún otro pensador. Su doctrina, y sólo ella, considera la veracidad como virtud suprema. Esto significa lo contrario de la cobardía del “idealista”, que, frente a la realidad, huye; Zaratustra tiene en su cuerpo más valentía que todos los demás pensadores juntos. Decir la verdad y disparar bien con flechas, ésta es la virtud persa. ¿Se me entiende? La auto-superación de la moral por veracidad, la auto superación del moralista en su antítesis - en mí - es lo que significa en mi boca el nombre Zaratustra("Ecce homo").

Zaratustra era sabio. Para siempre beberemos en esas aguas y sentiremos en nuestra piel esos cálidos vientos …. o beberemos esos cálidos vientos y sentiremos en nuestra piel esas aguas, que también valdría, con el permiso de Vdes, señores y señoras. Era sabio, pues sabias son las palabras que FN le dedica: “la auténtica rueda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el mal, la trasposición de la moral a lo metafísico, como fuerza, causa, fin en sí”.

Al fin viviremos siempre en la patria de este sentimiento ¿Para qué negarlo?

Si la moral es un error, reconozcámoslo. Bien: pero es nuestra patria (matria, si quieren) nuestro hogar. De algún modo lo es y lo será siempre, tal vez.

Veracidad. Verosimilitud. Nobles palabras. Si, pero - eso también - no verán nunca aquí un fanático.

La cobardía del idealista. “Aparta de mi ese cáliz”, que se diría en lenguaje cristiano, eucarístico. Valentía - aunque solo sea por una vez -; es eso lo que hace falta, lo que es (más que) necesario experimentar. Saborear.

Decir verdad y disparar bien con flechas, nos dice FN. Virtud persa, dice. Tanto debemos a aquellos persas, su filosofía se ha incrustado en el mundo que nos han dado y en el que queremos vivir como un eterno retorno de vientos y aguas.

¿Se me entiende?”, nos interpela (intempestivamente, como casi siempre) Nietzsche. No lo sé. Ni siquiera sabemos si eso tiene importancia; saber si entendemos, vaya.

Y aquí Nietzsche nos habla de superar a Zaratustra. Pero ya el persa nos había invitado (cortésmente, como siempre) a abandonarlo, traicionarlo, renegar de él. Eso haremos. ¿o eran sus palabras una impostura? No lo creemos. Navegaremos (ya pronto) otros mares. Aunque sabemos que algún día volveremos. Junto al persa (también él humano, demasiado humano). Dando eso sí, las gracias, a FN por habérnoslo presentado. Por haberlo hecho comparecer ante nosotros.

(79). Nietzsche audiovisual.

Conocimos a FN (es claro) en los libros. Los de toda la vida, en papel. Después de pasar por nuestras manos, sus libros están más que subrayados.

Vivimos, dicen, en la era de lo audiovisual. Ya desde hace mucho tiempo que vivimos en esta era, pero siempre amaremos los libros. Los de toda la vida. Los que merecen ser subrayados. Los que merecen ser anotados.

Insustituibles, los libros.

Hoy traemos unas cuantas (pocas) referencias audiovisuales que consideramos relevantes sobre la vida y obra de nuestro hombre, F.N.

Dirigida por el director brasileiro Júlio Bressane en el año 2.001, Días de Nietzsche en Turín narra los últimos días de lucidez de nuestro hombre, en la capital del Piemonte, en la que llegaría el colapso. Emotiva y hermosa para quien conoce los textos de Nietzsche, el filósofo se nos aparece como tambaleante. Suena su voz pronunciando textos de sus obras en un Torino decimonónico rotundamente fascinante, lleno de oscuridad y sombras. Tal vez en el Sur - lo sabemos - Don Friedrich esté buscando la luz. La luz austral que busca un (este) alemán. Torino, en la filosofía nietzscheana, está vinculada a libros como “El crepúsculo de los ídolos” y Ecce homo.

Vean: https://www.youtube.com/watch?v=3Jopmumd58U

Nacida en 1.933 en la localidad de Carpi, provincia de Modena, en la italiana región de la Emilia Romagna, la directora Liliana Cavani (autora de trabajos como Francisco de Asís, 1966, o Galileo, 1969, además de alguna serie televisiva, como Einstein, 2.008) dirigiría en 1.977 Al di là del bene e del male (“Más allá del bien y del mal”).

La obra cimematográfica lleva el nombre del célebre título de un libro de Nietzsche. En ella se narran las vivencias de la relación entre el trío que conformó nuestro autor con Paul Ree y Lou Andreas Salomé. Un episodio muy interesante en la vida de F.N., en la que las relaciones familiares - con sus sombras, sus prejuicios - asoman con fuerza.

Vean un pequeño fragmento: https://www.youtube.com/watch?v=Ct4oPmG6C78

El día que Nietzsche lloró es un libro escrito en 1.922 por el psiquiatra Irvin D. Yalom. La acción se desarrolla en Viena allá por 1.882. Por la obra desfilan, además de Nietzsche, personajes de tanto rango como Sigmund Freud, Josef Breur, Richard Wagner, Lou Andreas Salomé o Paul Ree.

Obra muy vinculada con el génesis del psicoanálisis, en 2.007 Pinchas Perry la adapta al cine.

Una vez más, vean: https://www.youtube.com/watch?v=H93Iwp5tOp8

En el ciclo “8 filósofos”, dictado por el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber (“el Innombrable”) en la Facultad Libre de Rosario (Argentina) en el año 2.015, se nos muestran las diversas caras de Nietzsche, o los varios nietzsches que podemos vislumbrar a través de su obra, en una perspectiva llena de matices, con la amenidad que caracteriza al argentino. Un documento muy sugerente para acercarse al autor.

Puede verse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=93ibC1wasGk

También del mayor inrterés la clase 2 del mismo autor, del ciclo “Filosofía en 8 libros”. Específicamente sobre “Así habló Zaratustra”:

https://www.youtube.com/watch?v=0US3UO06sAc

Esto ha sido todo.



(80). ¿Conocerse a uno mismo?

“”Conócete a ti mismo”: a esto se reduce toda la ciencia. Sólo cuando el hombre haya llegado a obtener el conocimiento de todas las cosas podrá conocerse a sí mismo, pues las cosas no son más que las fronteras del hombre” (“Aurora”, pág 64, de la edición en español de M.E. Editores)

Las cosas, sí, posiblemente, son las fronteras del hombre. Fronteras líquidas.

Conocerlo todo para llegar a saber algo de aquello que queda después de quitarle capas a la cebolla. Después de desnudar, paso a paso, etapa a etapa, a la matrioska.

Conocerse a uno mismo: un imposible, tal vez. El conocimiento, en definitiva, es un perpetuo caminar, un enfrentar límites que al ser traspasados encuentran otros; una irrenunciable marcha para saltar (y asaltar) fronteras.

Las cosas, dice FN, vienen a se las fronteras del hombre. Tal vez sólo podamos encontrarnos con el “hombre” cuando hayamos conocido todas las cosas – evidentemente, tarea imposible -, pero tal vez en “cada” cosa nos encontremos con las fronteras de lo que “somos” …. pero no podemos franquearlas.

Pero retomando la parte inicial de lo que dice F.N., este conocerse a sí mismo es cuanto la ciencia hace. Quitándole la cáscara a las cosas, nos encontramos. ¿Conocimiento “objetivo”? ¿Es posible eso? ¿Un conocimiento que vea para el mundo con independencia de quién lo ve (persona o colectividad)?

Tendemos a pensar que sólo hay verdades “de parte”, verdades que son fruto de la lucha, verdades que “luchan”. ¿Podemos prescindir de nuestra “parcialidad”? ¿Podemos abandonar nuestra “subjetividad” (también colectiva). ¿Deberíamos? ¿Queremos?



(81). La pregunta de Saulo.

San Pablo padecía una idea fija, o más bien una interrogante fijo y siempre abrasador: saber qué relación guardaba con la ley judía, con el cumplimiento de esa ley (….) experimentó en él mismo que un hombre como él – violento, sensual, melancólico y proclive al odio – no podía cumplir esa ley ….” (“Aurora”, páxs 73-74, de la edición en español de M.E. Editores).

Hacer del vicio virtud. O de la carencia. O, simplemente, de la necesidad, de la incapacidad. Tal es lo habitual. Al menos en los que quieren liderar. O fundar. O fundar (liderando). O liderar (fundando). El de Tarso era, ciertamente, un alma política. Odiado o amado (o amado/odiado), es de los que hacen historia. Eso, ahora, es lo que importa.

Genio político, la Ley es en él el centro del pensamiento. La Ley, así la vemos, esa creación humana que nos hace libres. Esculpida en Tablas, palabra de Dios, voz de la Trascendencia.

Considerado por muchos verdadero fundador del cristianismo, otro genio, este del siglo XX, Jacob Taubes, “rescata” al Saulo judío. Aquel que propone la “Nueva alianza social”, la “eclesia”. Contra el imperialismo romano y el particularismo local judío, el tarsiota no es tanto el fundador de una nueva religión, escindiéndose del judaísmo, como aquel que destaca el potencial de liberación de la familia de pertenencia y origen.

El teólogo y biblista italiano Giuseppe Barbaglio subraya, por su parte, notables diferencias entre Saulo y Jesús, que enseñaban cosas distintas, influyendo, en realidad, muy poco el primero al segundo.

Personaje enigmático, FN lo define como violento, sensual, melancólico y proclive al odio. Ciertamente, de la lectura de los textos evangélicos, no puede deducirse otra cosa que estamos ante un aventurero del pensamiento – y no solo -; uno de esos personajes que no pasan inadvertidos.

Tal vez no pretendiera fundar una fe, quizá no buscara separarse de su familia de origen – esa casa acogedora que el judaísmo representaba -. En todo caso, estaba en conflicto, como aquel hombre del que hablaba Antonio Machado, aquel que vivía “en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas”. Saulo, seguramente, tendría más de lo segundo.

En todo caso, intuye FN que aquel ser humano vivía en conflicto con la Ley, con “su” Ley, la de pertenencia. Esa “incapacidad” no lleva necesariamente a fundar, pero sí que es (o puede ser) semilla de algo. De algo duradero. Sólido.



(82). Iglesia y paganismo.

“…. La iglesia cristiana es una enciclopedia de cultos antiguos, de concepciones de innumerables orígenes, y esta es la razón de que haya tenido tanto éxito en sus misiones. Tanto antes como ahora podía ir a todas partes con la seguridad de que siempre encontraría algo afín a ella, algo que podría asimilar, insuflándole poco a poco su espíritu. La causa de la expansión de esta religión universal no fue lo que contiene de cristianismo, sino lo que hay en sus práticas de universalismo pagano ….” (Aurora”, páx 76, de la edición en español de M.E. Editores).

La Iglesia la iglesia por antonomasia es, por ser concretos, la católica – es, verdaderamente una enciclopedia. Una enciclopedia, si, de saber, de palabras (y silencios). De savoir faire. De adaptación. Una máquina de generar apoyos. Una máquina (absolutamente) política. Un dispositivo (muchas veces, discretamente) exitoso.

Si, de cultos antiguos, de concepciones (y prácticas, y rituales) de innumerables orígenes – puerta incuestionable para el éxito, para la hegemonía -. Donde quiera que vaya, haciendo del Planeta su aldea global, algo podía tomar, incorporar, para sí. Máquina de asimilación, a veces es difícil ver su esencia, el mínimo común denominador de las (tantas, tantísimas) iglesias. Difícil delimitar los contornos del “Proyecto”.

Pero ese “proyecto” es lo que marca y define su “espíritu”, y ese espíritu define, también, lo que se proyecta, las concepciones de la sociedad y de la persona.

Expansión sin límites, atravesando los siglos, penetrando (y siendo penetrada) por la Historia. La causa de la expansión, nos dice F.N., no está en lo que contiene de cristianismo. Es el “fuera”, el paganismo, lo que la hace fuerte. No hay proyecto social que pueda prosperar sin la colaboración de aquellos que queremos hacer de los “nuestros”. ¿Cuál es la esencia? ¿Tal vez únicamente la organización, el Estado-iglesia, la sociedad organizada en torno a unas jeraraquías? ¿Qué permanece en cuanto a valores universales? ¿Los hay? Quizá si. Quizá si nos los hubiera habido, tampoco habría podido darse esos mimetismos en contexto diversos, en mundos que poco tienen (o tenían) en común. Y ese “común” quizá final puede ser la Iglesia (así, con mayúsculas) misma.

Jacob Taubes – aquel rabino izquierdista vienés tan obsesinado por Saulo –, afirma (según Elettra Stimili, en su “Soberanía y tiempo mesiánico”) que el único que ajustó explícitamente las cuentas con los costes que conlleva el paganismo fue Nietzsche. La filósofa italiana indica que “Su peculiaridad no radica en la visión de la antigüedad que presenta como un momento privilegiado en el que lo humano se manifestó y realizó", sino en que planteó una cuestión específica: que este fruto supremo del espíritu y de la vida humana haya ha sido comprado y puede ser comprado sólo sobre la base de la esclavitud, que los muchos trabajan para los pocos, para que unos pocos tengan ocio (….) y en ellos se realiza lo humano (….) Nietzsche pensó hasta el final las consecuencias sin contemplaciones o consideración de sí mismo (….) E incluso llegó a disculparse por la esclavitud. Esta es su paradoja: una disculpa por la esclavitud por la salvación de los humanos (Elettra Stimili, “Soberanía y tiempo mesiánico”, Ed. Libros del Tábano, p. 231).

Nietzscheana (83). Farsa filológica.

” …. ¿qué podemos esperar de los efectos de una religión que, durante los primeros siglos de su fundación, trató de llevar adelante una extraordinaria farsa filológica con el Antiguo Testamento? Me refiero a su intento de quitarle a los judíos el Antiguo Testamento, sobre la base de que no contiene más que doctrinas cristianas y que, en consecuencia, sólo pertenece a los cristianos, el auténtico pueblo de Israel, mientras que los judíos no habían hecho más que apropiarse de él. Se produjo entonces un furor de interpretaciones y de sustituciones, contrarias a toda buena fe. Por mucho que habían protestado los judíos, en el Antiguo Testamento sólo se hablaba de Cristo, y nada más que de Cristo, especialmente de su crucifixión(Aurora”, pág 85, de la edición en español de M.E. Editores).

Falsificación con el llamado Antiguo Testamento, nos dice F.N. El Tanaj: ese es su nombre en hebreo, entre los judíos, que no esperaban algo “nuevo”. Algo “nueo, al menos “desde fuera”. Mucho de eso hay, reconocido por teólogos cristianos.

El que filosofaba a martillazos nos dice que desde el cristianismo – digamos desde la Iglesia, pues, finalmente, eso es lo relevante – se intentó “robarle” aquella hermosísima colección de textos a los hebreos para reinterpretarlos conforme a las nuevas realidades, a los nuevos intereses, en una teleología nueva que tenía que buscar las raíces en la (indiscutible) madre: el judaísmo. O (mejor que el judaísmo), la creación histórica, la fenomenal experiencia del pueblo judío en su relación con D-s, con la Tierra, con él mismo.

El “auténtico pueblo del Israel nuevo” tiene que eliminar (en realidad) a los protagonistas de aquel Pueblo que protagonizó este “Antiguo” Testamento. El mundo al revés: los titulares convertidos en ladrones.

En “La teología política de Pablo”, Jacob Taubes, en Ed. Trotta, el autor (p. 59) nos dice que la palabra clave es “sinceridad”, puesto que “Como según Nietzsche no hay verdad, aparece de Nietzsche a Weber un nuevo criterio: el criterio de la sinceridad. Véanse estas amplificaciones sobre lo mismo (….)”. Para a continuación transcribir al Nietzsche de “Aurora”: “Una y otra vez dicen: tengo razón, pues está escrito ….Y lo que sigue es una desvergonzada arbitrariedad exegética, ante la cual el filólogo queda entre la ira y la risa preguntándose: ¿Es posible? ¿Es sincero o, siquiera, honrado? Sólo quien no va nunca o quien va siempre a la iglesia subestima la magnitud de la insinceridad que a este respecto se practica en los púlpitos protestantes: ese modo que tienen los predicadores de sacar su partido del texto ya que nadie los ha de contradecir este exponer al pueblo en todas sus formas el arte de mal leer retorciendo la Biblia en todas direcciones. Pero, en definitiva, ¿qué se puede esperar de la influencia de una religión que en los siglos en que fue fundada llevó a cabo la inaudita farsa filológica en torno al Antiguo Testamento que fue intentar sustraerlo a los judíos afirmando que sólo contiene doctrinas cristianas y pertenece a los cristianos como verdadero pueblo de Israel, mientras que los judíos lo habrían usurpado ….”.

Y el llamado “Cristo”, ¿qué pensaría Jesús de todo esto? ¿Predicó él acaso alguna vez a fundación de una nueva religión? Pensamos que el “testamento” (la Ley) para él no era vieja; era simplemente la Ley. Nada menos. Los mismos textos evangélicos, redactados para avalar la separación de los cristianos de la casa-madre son claros, diáfanos, definitivos, al poner en la boca del crucificado: “No penséis que vine a abolir la Ley y los Profetas. No vine a abolir, sino a dar cumplimiento”. Y dar cumplimiento es, per se, contrario a escribir (en el agua) un “Nuevo” testamento. Sea.



(84). Aprender a estar en soledad.

Aprender a estar sólo. Pobres parias, los que vivís en las grandes ciudades de la política mundana, Jóvenes de talento, martirizados por el orgullo¡ Consideráis que tenéis la obligación de dar vuestra opinión respeto la todo lo que sucede (pues siempre sucede algo). Cuando levantásteis una polvareda y armásteis mucho escándalo, creéis qe sois el carro de la historia. Estáis constantemente escuchando, a la espera de poder dirigirle la palabra al público, y a cuyo objeto perdéis toda la verdadera fecundidad. Por muy ardiente que sea vuestro deseo de realizar grandes obras, no llega a vosotros el profundo silencio de la incubación. El suceso del día os arrastra como una brizna de paja, aunque sois tan pobres diablos que os hacéis la ilusión de que impulsáis el acontecimiento" (“Aurora”, pág 149, de la edición en español de M.E. Editores).


Que actual, FN. Orgullo. Dar la opinión sobre todo. Snobismo globalizado. Y, si, siempre sucede algo. Parece estar hablando, el alemán, de los todólog@s de la web. De los expert@s en todo.

Creerse la vanguardia por exhibir un falso criterio hecho de copia y pega o del posteamiento hecho postureo. “Estáis constantemente escuchando, a la espera de poder dirigirle la palabra al público”. Un público que, hoy, hace lo mismo que el exhibicionista, en una ridícula, patética y carente de pudor exhibición de la banalidad. El público es (se cree) también actor.

He ahí la falta de fecundidad, el no saber (de verdad) escuchar y escucharse. La falta de interioridad. Qué hermoso, por contra, escuchar, reflexionar.

Qué privilegio acudir la aquellas reuniones: acabando el milenio pasado y llegando a este, entre algunos grandes grandes del marxismo italiano y lo más aprovechable de la Iglesia. Allá en Camaldoli, con Benedetto Calati ejerciendo de maestro de ceremonias. Qué hermoso el recogimiento de los que (todavía) tienen algo (mucho) que aportar. Una memoria, una herencia. La hermosa desesperación del pesimismo con esperanza que nos hace volver al Novecento, el siglo de todas las derrotas.

El profundo silencio de la incubación, la voz que clama en el desierto. El desierto que espera ser fecundado. Esos paisajes humanos en los que la aridez busca la vida, una buena nueva que a todo trance siempre es vieja, ancestral, remota. Eso queremos.

No este eterno presente, no este presentismo paralizante disfrazado de (falso) activismo. El suceso del día os lleva hacia la nada. Nadie hablará de nosotros (de vosotros) cuando estemos (estéis) muertos. Contingentes y prescindibles. Incapaces de crear nada, pues todo crear es un (re)crear y el presente – el presentismo – nada dice.

Pobres diablos”, os dice, con mucho sentido, FN.: os hacéis la ilusión de que impulsáis el acontecimiento. Existencias vacías, pobreza de espíritu, falta de pudor. Así sois los todólogos. Atrapados en la red, para idiotizarla, para exhibir vuestra (rotunda) insubstancialidad.

Y de la soledad también habló así la escritora estadounidense Susan Sontag, en referencia a aquel que hizo de la soledad un destino: Walter Benjamin: Benjamin no quiere decir la soledad en una habitación –a menudo estuvo enfermo cuando era niño–, sino la soledad en la gran metrópoli, ocupación del paseante ocioso, libre de soñar, observar, meditar, vagar”. Y La necesidad de estar solo –junto con la amargura por la propia soledad– es característica del melancólico. Para hacer el trabajo, hay que estar solo o, al menos, no comprometido con ninguna relación permanente”. Lo hace en su trabajo “Bajo el signo de Saturno” (http://comunizar.com.ar/susan-sontag-walter-benjamin/).

Ser productiv@.

En nuestra cultura (o en nuestra civilización) lo que cuenta es ser productiv@.

Acto de rebelión (de interioridad rebelde) es darnos conscientemente la autorización para hacer cosas "inútiles". Ser un excluido (autoexcluirse) frente a l@s excluyentes. Auto-desterrarse y autoexiliarse. De la competitividad, de la posesividad, de la rutina tóxica, del deber del hombre / mujer normal, normalizad@, masificad@, homologad@ - como miy bien nos diría el queridísimo Pasolini. No por elitismo: por paz.

Interrumpir el "discurrir natural" de las cosas y atreverse en un camino diferente.

Desmontar lo existente, abrirse a lo inexplorado .... escuchar la palabra del profeta. Ser mesiánico y apocalíptico (dos honorables conceptos). ¿Hay o no Dios? ¿Y qué importa? Hay un más allá? Si lo hay, debemos labrarlo desde el más acá.

(85). Manantial de ejemplos.


“…. Todo judío encuentra en la historia de sus padres y de sus antepasados un manantial de ejemplos de razonamento frío y de perseverancia en situaciones terribles, del más ingenioso aprovechamiento de la desgracia y del azar. Su valor, bajo la apariencia del servilismo más mezquino, su heroísmo en el spernere si sperni, superan a las virtudes de los santos ….” (Aurora”, páx 169, de la edición en español de M.E. Editores).

También (como otras) el judaísmo es criatura vieja y sabia. Secular, de siglos, de “generaciones”, palabra-llave para la historia de aquel remoto pueblo.

Un manantial de ejemplos, nos dice FN. Un manantial, añadimos nosotros, de genialidad y creatividad. Sólo desde la genialidad puede convertirse – como afirma el alemán – la desgracia en oportunidad y el azar en algo duradero, sólido, fecundo. Leer la contingencia desde una trascendencia que no huye del momento, sino que lo alimenta, que lo sitúa, que le da una razón.

Ley. He ahí una parola d’ordine, que dirían los italianos. La ley que nos hace libres. Paternidad, generaciones, libertad … otras palabras que no podemos dejar de lado cuando estos días leimos un interesantísimo libro de Diana Sperling, perteneciente a esa raza Genuina que es el judaísmo argentino; el título (sí, con “h”): “La difherencia” http://www.minoydavila.com/lana-difherencia-sobre-filiacion-y-avatares-diere la-ley-en-occidente.html

Si, nos gusta el pensamiento fuerte, que es el único que puede sustentar el proyecto liberador de los de abajo, de los oprimidos. Así lo diría, pensamos, Mario Tronti, uno de los grandes del Novecento que vale la pena leer, uno de esos monumentos a revisitar siempre.

Y, ciertamente, FN nos habla del “servilismo más mezquino”. Pero …. es apariencia de tal. ¿Acomodamiento? Tal vez. Saber estar, saber leer el presente sin caer en el presentismo. Saber encontrar la solución en el problema, tener profundidad estratégica.

Nómada (¿por vocación?), extranjero eterno, resultado de mil exilios, el pueblo judío recoge en los siglos (también) aquellos lugares por los que pasó dejando su huella. Cuando se fundó el Estado de Israel, se creó una patria para todos los judíos del mundo. Ahora – cualquiera que allí haya estado, pudo comprobarlo -, aquel pequeño país es un mundo en pequeño, un mapamundi multicolor hecho de mil cosas, resultado del mestizaje y de la creatividad que esta comporta.





(86). Libertad intelectual. Almas libres.

“…. los judíos no fueron demasiado lejos en su venganza, pues poseen la libertad intelectual y de alma que producen el cambiar frecuentemente de lugar y de clima, y el contacto con las costumbres de vecinos y opresores. De este modo llegaron a alcanzar una enorme experiencia en lo que la relaciones humanas se refiere …." (Aurora”, páx 170, de la edición en español de M.E. Editores).

Libertad espiritual, nos dice Nietzsche. También un hermosísimo libro publicado en Italia, de la autoría de M. Tronti, lleva por título Dello spirito libero.

Libertad intelectual y (en un sentido aun más introspectivo y profundo), libertad de alma.

La libertad se hace (y se practica) en el acontecimiento, en la inmanencia del instante, en la vida social e histórica.

Ciertamente, cambiar de clima y paisaje – físico y humano -, interactuar con otros, ayuda. Conseguir expriencia en las relaciones humanas, construidas de eso … de experiencias: concretas, carnales, históricas.

Exiliado perenne, extranjero perpetuo, tal ser humano (el judío, si es que existe, pues Sartre diría que es el antisemita el que crea “el judío”, y no a la inversa) no puede más que poseer la libertad del que no se escandaliza fácilmente. La política es (también eso): saber “situarse”. Nada hay de conspiracionismo en eso; la misma realidad lleva a que sean así las cosas; la misma realidad en su curso “natural”.

En un artículo publicado en “Hakeilah” (expresión de un Grupo de estudios de la comunidad judía de Torino, justamente la ciudad en la que Nietzsche colapsó, https://www.youtube.com/watch?v=lqY5ZxHZSbU), David Terracini, en el título, pregunta “Perchè ci odiano” (“Por que nos odian?”, podría traducirse, https://www.hakeillah.com/5_19_11.htm), y acaba diciendo (tomando palabras de un antepasado suyo): “Tú sabes, Lina, por qué nos sucede: porque nos consideran los primeros de la clase”. No porque los judíos se consideren los primeros de la clase, sino porque así los consideran los demás.

Nosotros también lo hacemos ante de aquellas personas que tienen algo que enseñar, por su vida llena de extranjería y exilios. Flores del desierto. La sal de la tierra.



Nietzscheana (87). Séptimo día. Bendición eterna.

“…. cuando Israel cambie su venganza eterna en bendición eterna para Europa, habrá llegado ese séptimo día en el que el antiguo Dios de los judíos podrá alegrarse a causa de él mismo, de su creación y de su pueblo elegido, y todos sin excepción podremos alegrarnos con él(“Aurora”, pág 171, de la edición en español de M.E. Editores).

Se nos habla de “Pueblo elegido”. Elegido por D-s para actuar sobre él, para expresarse ante el mundo. Nada (obvio, para quien haya leído un poco) de expresión de superioridad. Elegido para asumir una (gran) responsabilidad, para cargar con un peso, para ser ejemplo. Elegido (también) porque aceptó la elección; es un motivo más que convincente para que lo escojan a uno.

Poco, en la historia, de venganza ha habido y la bendición ya fue dada. Particularmente en Europa y antes de acontecer la tragedia, la catástrofe. Ese séptimo día ya fue. La Europa de las primeras décadas del XX y las finales del XIX vieron esa bendición. Suponemos que D-s se alegraría de su creación y de su pueblo, pero este llamado “Viejo continente” vio brotar en él una creación cultural de altísima calidad.

Si, deberíamos alegrarnos de lo que ya fue. De aquel tesoro del que disfrutó por décadas este continente. Que sería más triste, más insustancial, sin aquella fecunda presencia.

Hoy todo es diferente. Todo se desvanece en el aire. Todo es distinto. ¿Habremos sabido recibir esa bendición para ser también (nosotros) “elegidos”, escogidos para saber esperar al “Mesías”?.

Mientras tanto, seguimos amando a ese FN profético, mesiánico, apocalíptico. Ese amante del “pensar fuerte” …. premisa del “vivir fuerte”, para lo cual es necesaria una “escritura fuerte”.

Gam Gam” es una deliciosa canción. Esto es amar la vida. De momento, con este cielo gris, escogemos esta canción para bendecir la vida:

Aunque anduviera

por los valles más oscuros

no temeré ningún mal,

porque Tú siempre estás conmigo;

Porque eres mi vara y mi bastón,

conTigo me siento tranquilo.

Puede escucharse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=XbmrbK2pwTA



Nietzscheana (88). Patetismo.

No debe adoptarse un tono patético. Lo que hacemos para sernos útiles a nosotros mismos, no debe reportarnos alabanzas morales, ni propias ni ajenas. El buen tono exige que, en estos casos, los hombres superiores eviten adoptar un tono patético y se abstengan de todo patetismo. Quien se acostumbra a este buen tono recupera la ingenuidad(“Aurora”, págs 253-254, de la edición en español de M.E. Editores).

Abstenerse del patetismo, de la grandilocuencia, del ceremonialismo, de la solemnidad. Para ser honesto. Y para recuperar la inocencia.

Alejarse de la afectación, no buscar el aplauso, no exhibir las “entrañas” …. para ser creíble. Para que, de verdad, te escuchen.

Renunciar al moralismo y a la hipocresía. Adoptar un tono firme, sencillo, veraz, a años luz de querer colonizar a los que nos escuchan. No buscar un público. Dialogar con interlocutores.

Y, si, ser útiles para nosotros mismos, escuchar(nos). El pensamiento fuerte que nos gusta exige poco gesto, escasa escenificación. Nada más inauténtico que pretender ser auténtico; esto, debemos saberlo.

De nuestra sencillez, de nuestra “insustancialidad” y tono bajo, debe quedar la palabra. La palabra sonora, contundente, clara …. eficaz.

La fortaleza y la ternura del corazón fuerte, de amar la vida en su básica imperfección. De amar la vida es saber que quien tiene un “por qué” encuentra uno “cómo”. A al menos se ha pusto la tarea de buscarlo.

Amo a aquel que es profundo aun en la herida”, nos dejó dicho Zaratustra. Profundo y sencillo, con la inocencia del niño. Contra todo patetismo, contra toda búsqueda de la aprobación …. ese servilismo del que carecen los que no disfrutan de un corazón fuerte.



(89). El mal ajeno.

El disfrute por el mal ajeno sólo aparece cuando el hombre aprende a ver a los demás como iguales a él, es decir, cuando se crea la sociedad” (“El caminante y su sombra”, página 45 de la edición española de M.E editores).

Yendo a la filología (Nietzsche era agudo filólogo) y a la lengua alemana (FN era alemán) tenemos el término Schdenfreude, compuesto por “Schaden” (desgracias) y “Freude” (alegría).

Se ha creado la “sociedad”. Hay “ciudadanos”. “Hombres libres e iguales”, que suelen decir los grandes textos jurídicos (políticos).

Aprender a ver a los demás como iguales requiere más que dos días. Y requiere de instituciones que le den cuerpo – y asiento – a la vida social.

El deseo del mal ajeno es (quizá) una derivada de la envidia. El envidioso necesita que al otro le vaya mal, en realidad, para sentirse aliviado.

Nada odiamos más – cuando vivimos poseídos por la envidia – que el éxito de nuestros “iguales”. No tiene sentido comer esa mala hierba cuando la diferencia de status es abismal.

El mal ajeno es deseable en quien compite con nosotros, lo que puede quitarnos terreno, aquel que vive en nuestro mundo de aspiraciones (y limitaciones).

Para FN este disfrute del mal ajeno es fruto del resentimiento. Perversidad de los débiles, de los carentes de voluntad, de los “pobres diablos”.



(90). La imagen de nuestra conciencia.

La imagen de nuestra conciencia. La imagen de nuestra conciencia es lo único que, en nuestra juventud, nos exigieron regularmente y sin razón personas a las que respetábamos o temíamos. Por eso surge de la conciencia ese sentimiento de obligación (“he de hacer esto”, “no he de hacer lo otro”) que no se pregunta el por que de dicho deber. En todos los casos en los que se hace algo con supor que” y supara que”, el hombre obra sin conciencia, lo que no es una razón para que obre contra su conciencia. La fe y la autoridad constituyen las fuentes de la conciencia: esta no es, entonces, la voz de Dios en el corazón del hombre, sino la voz de algunos hombres en el hombre (“El caminante y su sombra”, página 58 de la edición española de M.E. editores).

Fe” y “autoridad”. Dos palabras tantas veces denostadas en este mundo-tiempo que vivimos.

No debe confundirse la autoridad con el autoritarismo, del mismo modo que no debe confundirse paternidad con paternalismo.

La fe y la autoridad, nos dice F.N., constituyen la fuente de la conciencia. No estamos en la relación hombre-Dios, sino hombre-hombre. Muchos así lo sostendrán porque dirán que, en definitiva, no es el hombre creación de Dios, sino Dios creación del hombre: su “criatura” – o una de ellas -.

No preguntarse por aquel “deber” de hacer: he ahí la cuestión. Si hay un “por qué” y un “para qué”, no hay realmente conciencia; en todo caso, utilidad y causalidad, no propiamente lo que acostumbramos a llamar conciencia. No se trata de que actuemos contra nuestra conciencia; se trata de que esta es apartada, no decide, no está presente en la toma de decisiones.

Es la voz de algunos hombres en el hombre. Seguramente aquellos que (creemos que) debemos obedecer. Pues de la obediencia estamos hablando. De legalidad. También de sumisión.

Esto es que nos exigen desde siempre. ¿Sabríamos vivir y actuar de otro modo? ¿Sin anularnos nunca?

Fe y autoridad, una vez más. Dos palabras sobre las que detenerse. Saulo (el tarsiota) y el Derecho que creó la civilización romana mucho tendrían para decir en relación a una y a otra. Creaciones, al fin, humanas.

Imagen: Pixabay.


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