“Luces iconoclastas” (libro de Manuel Delgado). Algunas ideas interesantes (y sorprendentes)

 

En “Luces iconoclastas. Anticlericalismo, blasfemia y martirio de imágenes”, interesantísima obra de Manuel Delgado, el antropólogo hace un repaso del fenómeno, particularmente en la España moderna y contemporánea. He aquí algunas de las ideas que más nos han llamado la atención:

1) Para explicar las acciones de masas en este ámbito, se resalta más la “inorganicidad” de las mismas que su aspecto irracional. Se nos habla de masas anticlericales sin corazón, pero también sin cerebro, sin centro orgánico. Y (p. 21) “De ahí que se repita por los historiadores más serios que no siempre es posible analizar los disturbios anticlericales por medio de la simplificadora clave de una conspiración interesada, una manipulación hipnótica por parte de líderes carismáticos o la actuación de una minoría de agitadores teledirigidos"

2) Incendios de conventos y matanzas de frailes no siempre son desinteresados. Clases medias compradoras de bienes desamortizados (o el propio Estado) estarían detrás de acontecimientos como los incendios anticlericales de 1835 en Catalunya, Zaragoza o Madrid, en los que hubo (p.47) “…. una dirección suficientemente explícita de aquellas clases acomodadas que de inmediato se beneficiaban de los incendios de conventos y las matanzas de los frailes".

3) El México de la etapa de Calles es de los pocos ejemplos análogos a la iconoclastia contemporánea española.

4) En referencia al anarquismo español del siglo XX, es percibido como una manifestación tardía del milenarismo y su lucha por la purificación moral (de las costumbres). Los hugonotes o presbiterianos estarían en esta misma línea, con su rigorismo y su profetismo. En este ámbito, la revolución de Cromwell en la Inglaterra del siglo XVIII es un referente.

5) La presencia de anarquistas en motines anticlericales es incuestionable, pero (afirma el autor) su presencia no es determinante, dado que los hechos se habrían producido exactamente igual sin su presencia. Así, “…. Los asesinatos rituales, las profanaciones, las parodias y los incendios que tienen lugar en España antes de la guerra civil y a lo largo de más de un siglo son obra de grupos no organizados políticamente, la identificación ideológica de los cuales es poco menos que imposible" (pp. 84-85).

6) Relata el autor una vivencia personal (familiar) harto elocuente sobre la complejidad del fenómeno, en absoluto encajable en los marcos del ateísmo (p. 132): "Mi madre, de origen manchego, me recordaba cómo su padre, un ferviente católico "que besaba el pan cada vez que se caía", blasfemaba continuamente cuando estaba trabajando en el campo. Por lo visto, me contaba, sólo las palabras sucias contra Dios o la Virgen gacían posible que su burro, especialmente sensible a ese tipo de lenguaje, se moviera. Esto es algo que en el mundo rural todo el mundo sabe: para que una bestia de labor funcione no hay nada como un buen reniego".

7) El concepto de "antisemitismo de sustitución", que Poliakov aplicaba al antijesuitismo contemporáneo. Como lo había sido – en la época de Cromwell – el anticatolicismo en Iglaterra. Así (p. 155) "No es casual que el imaginario anticlerical en la España contemporánea repitiera tantos de los lugares comunes de la persecución contra la brujería y, en especial, del antisemitismo histórico. No es sólo que las razzias contra el clero en diferentes momentos históricos estuvieran directamente inspiradas en el modelo de los pogromos antijudíos, sino que muchas de las leyendas que demostraban la imaginaria perversidad de los curas y monjas eran exactamente las mismas que habían tenido como protagonistas tradicionales a los judíos (....)".

8) Una curiosa referencia a la Constitución republicana española de 1931, que autorizaba los rituales religiosos, salvo aquellos que atacasen la moral pública. Se centra en algún ejemplo, como la prohibición de la procesión del Viernes Santo en Lleida en 1931, bajo la acusación de ser una auténtica orgía. Y, en esta línea (p. 163) " .... La prensa radical, valga el caso, repetía con asiduidad en sus escritos el convencimiento de que los católicos estaban volcados en constantes "orgías" y "saturnales paganas", como las llamaba un artículo – "Escándalo clerical" -, publicado en El Independiente del 29 de julio de 1906. Un desprecio del que los anarquistas no salvaban nada de la totalidad del ciclo festivo, ni tansiquiera al carnaval, en cuya censura ocupaba un lugar preferente su condición de "restos de las antiguas bacanales".

Referencia sorprendente, en tanto se acusa, en definitiva, al catolicismo de una suerte de paganismo.

9) Pero tampoco debe olvidarse que desde el catolicismo se llevaba varios siglos alentando la iconoclastia contra sus enemigos culturales, de lo que es claro ejemplo la destrucción de mezquitas y sinagogas. O la "evangelización" de América. En referencia al filósofo frances Alfred Fouillée, éste, contemplando la intensidad de la Semana Santa española, se espantaba de que la Iglesia acogiera el mismo paganismo que persistentemente persiguiera.

10) El anticlericalismo de masas fue capaz de articular, paradójicamente, diversos materiales, de modo que pudo simultanear el racionalismo librepensador, el barroquismo del catolicismo popular y el puritanismo milenarista que lucha contra el pecado y abomina de las imágenes.

Libro: Luces iconoclastas;

Autor: Manuel Delgado;

Idioma: español;

Editor: Ariel;

nº de páginas: 185.


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