Los U.S.A. en la busca de la justicia económica y la ética social


 

Publicado en la revista italiana de geopolítica LIMES él 19-12-2011, y traducido por Administrador, puede leerse aquí él original:

https://www.limesonline.com/rubrica/gli-usa-alla-ricerca-di-giustizia-economica-ed-etica-sociale

ENRICO BELTRAMINI.

En plenos mediados de los años Sesenta, Martin Luther King, Jr. se sale del rail con una definición de los Estados Unidos, en particular de los pobres que, a pesar del crecimiento económico, aun se amontonaban al pie de las calles de los guetos urbanos y de los pueblos rurales del sur. Una frase simple, pero empapada de resignada tristeza: "A lonely island of poverty in an ocean of material wealth and affluence". Una isla solitaria de pobreza en un oceano de riqueza material y prosperidad.

El pastor baptista y líder del movimiento de los derechos civiles estaba obsesionado no por una sino por dos preguntas, a las que - a pesar de las interminables conversaciones con sus íntimos y las cada vez más esporádicas conversaciones telefónicas con el presidente Lyndon Johnson – dar respuesta.

La primera era esta: ¿cómo es posible que el país más rico del mundo no pueda garantizar un trabajo y un salario decente a cada ciudadano, negro o blanco, mujer u hombre? La segunda pregunta sólo aparentemente estaba desconectada de la primera: ¿cómo es posible que en América el éxito sea medible únicamente en términos de riqueza material? Las dos preguntas, desde el punto de vista de King, estaban no sólo relacionadas, sino indisolublemente conectadas. Era la degradación moral la causa última de la desigualdad económica. Únicamente una nación rica materialmente pero moralmente muy, muy pobre, podía permitirse el lujo de convivir con la pobreza.

La base moral de la petición de abrir a los pobres el acceso a la riqueza era ciertamente el sueño americano, pero sobre todo cierta visión del hombre y de la fraternidad. En la base de la justicia económica está, por lo menos tal como lo pensaba King, una determinada postura ética, cierta visión del ser humano que convertía en imperativo el hecho de que no existieran pobres en la rica América. Al contrario, en lugar de mostrar su lado generoso y solidario, la nación más rica del mundo estaba actuando en la dirección contraria: construyendo una doble sociedad, aquella en la que están los ricos y aquella en la que están los pobres. La primera era una "isla solitaria", la segunda "un océano".

Casi medio siglo después, la profecía de King se verificó, pero sólo la mitad. América es ciertamente el producto de dos sociedades, la de los ricos y la de los pobres, pero las proporciones no son las mismas. Hoy América, parafraseando a King, parece más una isla solitaria de riqueza y prosperidad en un oceano de pobreza. El 1% de la población acumula el 20% (era un 8% en la época del pastor baptista) de la renta anualmente producida (dato de 2.010). Otros datos son destacables: desocupación del 10%, pocas probabilidades de encontrar un empleo con el mismo salario que el perdido; cincuentones en exclusión permanente del mundo laboral, veinteañeros con pocas alternativas. Y así sucesivamente.

No cabe duda de que en América existe un problema de justicia económica. Existía en los tiempos de King y con más claridad existe hoy. La gran diferencia, no obstante, es que América ya no es la nación más rica del mundo, su sociedad ya no es la más próspera, y sus potencialidades ya no son ilimitadas como parecían ser en los años Sesenta. Las expectativas crecientes cambiaron, y la depresión social es alimentada por cotidianos debates sobre el declinar, inevitable o no. He aquí por que cambia la naturaleza del problema, y de este modo a articulación de los debates sobre su solución.

La primera pregunta de King, en consecuencia, se movería más o menos en estos términos: ¿cómo es posible que el país más democrático del mundo no sea capaz de garantizar una distribución equitativa de los costes y de las dificultades de la crisis? Es una pregunta plausible y razonable, que probablemente los nuevos y menos nuevos que protestan juntos en Wall Street -y en muchas otras ciudades americanas - contra el sistema y su intrínseca, intolerable desigualdad, encontrarían compartible.

"Occupy Wall Street" fue definido como el primer movimiento progresista después del de los derechos civiles de los años Sesenta. Pero ¿existen relaciones más profundas, que no sean simplemente las de expresar una protesta en favor de una más equitativa justicia económica y social? La política, adecuadamente puesta en juego por los movimientos y estructuralmente disponible para su expresión por la vía da campaña electoral que está arrancando, puede ciertamente absorber algunas de las peticiones que proceden dos movimientos de protesta, y evidentemente transformarlos en actos legislativos. Pero, y esta pregunta es clave, ¿cuál es la base moral de la petición lanzada por "Occupy Wall Street" de permitir a los deudores no pagar sus propias deudas?

Para King, lo hemos recordado, la causa de la desigualdad era moral. Los recursos para eliminar la pobreza existían, pero faltaba el espíritu, la adhesión a un principio de solidaridad social, que habría convertido en inaceptable la desigualdad y convirtiese en inevitable la distribución de los recursos en favor de los pobres. Los americanos, de cualquier raza (en este punto King era claro), querían acceder al bienestar y participar en el reparto; imaginaban una redistribución da riqueza que los había favorecido personalmente, sin ninguna consideración a margen, sin poner esta distribución en perspectiva, sin conectar el propio enriquecimiento con un razonable pero imprescindible principio de solidaridad social. Cuando King se expresaba así, tenía en mente el mundo de los grandes bloques sociales: los sindicatos, los agricultores, los blancos liberales y los negros.

Ese mundo, simplemente, ya no existe. La revolución reaganiana, el neoconservadurismo, las fuerzas del mercado, las liberalizaciones, el ataque al rol del gobierno federal, fueron algunos de los eventos que pusieron el país en la dirección de una creciente desigualdad económica. Una combinación de factores exógenos (en primer lugar la globalización y la innovación tecnológica) y endógenos (la política) contribuyó a crear una situación que la recesión volvió intolerable. El individualismo y el darwinismo social sustituyeron la solidaridad como principios reguladores de la distribución de la riqueza.

Hoy que el discurso ya no es sobre la distribución de lon honores sino de los cargos, las tomas de posición de quien se atrinchera detrás y los beneficios de los que se disfrutó en el último medio siglo se convirtieron inevitablemente en la diana de la protesta de "Occupy Wall Street" y de la crítica de amplios sectores de la opinión pública americana. Pero también, aunque la situación cambiara y el contexto sea distinto, permanece inalterada y de todas formas decisiva la cuestión formulada por King: ¿la fuente de la desigualdad está en las instituciones, en el contrato social y seguramente en última instancia, en la política?. ¿O en la fábrica social del país, en su cultura y sus valores? Adaptada a la situación presente, la pregunta de King sonaría más o menos así: ¿cómo es posible que en América el coste y los costes sean únicamente medibles en términos de riqueza o pobreza material? Es posible que en América se desarrolle una idea post-prosperidad de la riqueza, gracias a la cual las dificultades de la crisis no sean evaluadas únicamente en términos de flujos económicos a favor de una clase social u otra, sino más bien de participación solidaria y compartida de los costes de la crisis por parte de la comunidad entera?

No está aún claro si el país llegará a una equitativa distribución de los costes gracias a una mejor representación política de los desfavorecidos o a una nueva perspectiva ética. Así como no está aún claro si el objetivo de "Occupy Wall Street" es la revisión del contrato social en el mundo en el que se fue articulando en el último medio siglo. O de la cultura que ha desarrollado en el último medio siglo. Parecen preguntas teóricas, pero evidentemente no lo son. Ayudan a definir el carácter del movimiento de protesta, y a entender si propone una extensión del individualismo egoísta o el retorno a la solidaridad social.

Imagen: Pixabay.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Píldoras de geopolítica (textos). La Tierra es el Planeta donde vivimos

Tres escritos de Erri de Luca

Nietzscheana