Mujeres sobre el altar: una verdad ocultada

 


Publicado el 9-7-2019 en la web italiana “glistatigenerali.com”. Traducido por Administrador, puede verse el original aquí: https://www.glistatigenerali.com/questioni-di-genere_religione/donne-sullaltare-una-verita-occultata/?fbclid=IwAR1mI1MWoYnXvH6B04T8nH38EuMgEhpLfWzQHmBNMRI2

PAOLA LAZZARINI.

El pasado mes de mayo, Papa Francesco le entregó a las superioras generales de las congregaciones femeninas el resultado de los trabajos de la comisión de estudio sobre la ordenación de las mujeres al diaconato en los primeros siglos de la cristiandad. Los trabajos de la comisión habían encendido las esperanzas de tantos fieles que se comprometen diariamente por una Iglesia más inclusiva e igualitaria, pero en aquella ocasión el Papa dijo sustancialmente que el trabajo concluyera practicamente en nada: entre los expertos no había acuerdo sobre los resultados y, entonces, el único camino era continuar estudiando el tema.

Esta invitación fue recogida por muchos estudiosos, entre los cuales están los investigadores del Instituto Wijngaards, un centro de investigación inglés fundado en 1.983 por el teólogo John Wijngaards para promover la igualdad de género en la Iglesia católica.

En los primeros días de julio, en Roma, el Instituto promovió convenciones y visitas guiadas a las basílicas romanas para mostrar los descubrimientos de la arqueóloga Ally Kateusz: pruebas documentales del hecho de que las mujeres desarrollaron funciones sacerdotales en los primeros siglos del cristianismo.
La doctora Kateusz, autora de “Mary and Early Christian Women: Hidden Leadership”, presentó los resultados de su investigación también en el curso de la convención anual de la Sociedad Teológica Internacional celebrada en la Universidad Gregoriana: mostró un mosaico del Baptisterio del Laterano que representa a María, la madre de Jesús, como obispo, con la cruz roja sobre el vestido, distintiva de los obispos. El aspecto que más impactó fue el descubrir que justo aquel símbolo obispal fuera ocultado durante siglos, cubierto con un barniz blanco.

Después presentó esculturas de marfil, la primera perteneciente al relicario de Pola del siglo V (Museo Arqueológico de Venecia), que ilustra el área del altar de la antigua Basílica de San Pedro, la segunda un copón redondo datado en el 500 d.C. (Metropolitan Museum of Art de New York) que representa el área del altar en Santa Anastasia en Jerusalém. Sorprendentemente, ambas manufacturas reflejan mujeres que participan en la liturgia en la zona del altar de estas dos basílicas, dada la ausencia de manuscritos litúrgicos datados en este periodo, estos dos objetos ofrecen indicaciones sobre la praxis de la liturgia paleocristiana en relación con el género. Corroboran tal tesis obras en todo el Mediterráneo, entre otras los mosaicos de la Basílica de San Vitale en Ravenna (550 d.C.), donde se puede ver a la emperatriz Teodora con el cáliz en la mano.

Es evidente que no se trata simplemente de restos históricos, sino de auténticas evidencias capaces de redefinir lo que siempre consideramos como tradición inveterada. Evidencias que no pueden ser fácilmente liquidadas, como nos contó la doctora Kateusz: “hay tres importantes motivos por los que la jerarquía no puede ignorar esta prueba: en primer lugar, estos son los tres más antiguos objetos que representan a los cristianos sobre el altar en una verdadera iglesia: dos representan hombres y mujeres en posición paralela que flanquean el altar, mientras la tercera representa mujeres, y sólo mujeres, en el altar. En segundo lugar, estos restos ilustran la liturgia en tres de las más importantes iglesias de la cristiandad: la Basílica de San Pedro en Roma, la Basílica de Santa Sofía en Constantinopla y la iglesia del Santo Sepulco en Jerusalém. Tercero, no hay objetos paleocristianos que representen hombres, y sólo hombres, sobre el altar de una verdadera iglesia”.

El doctor Luca Badini, del “Wijngaards Institute” afirma además que “los descubrimientos de la doctora Ally Kateusz se añaden a una cantidad consistente de evidencias tanto escritas como iconográficas.

Tomada en su integridad, tal evidencia confirma la existencia de mujeres que ejercían autoridad litúrgica y sacerdotal en el cristianismo de los primeros siglos. Este no fue un fenómeno marginal, sino por lo contrario extendido en los principales centros del cristianismo primitivo. Y el fenómeno de mujeres en el clero continuó mucho tiempo. Como por ejemplo, libros litúrgicos del octavo siglo aun contienen ritos para la ordenación diaconal de las mujeres, que son idénticos a los de la ordenación diaconal de los hombres. ¡ Es más, algunos de estos libros libros se conservan en la biblioteca Vaticana !”.

Con la carta apostólica de Juan Pablo II, Ordinatio sacerdotalis, de 1.994 y recordada recientemente por el cardenal Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se pretendió cerrar para siempre jamás la cuestión de la admisión de las mujeres en las órdenes sagradas, invocando el hecho de que la Iglesia no tendría la “capacidad de cambiar esta sustancia”, o que faltaría la autoridad para introducir un cambio de este tipo, pero “ahora que las pruebas históricas continúan acumulándose, será cada vez más difícil mantener aquella argumentación”, dijo Badini.

La Iglesia católica vive un periodo de gran efervescencia en lo que respecta a la cuestión femenina. En el último año, se asistió a un decidido cambio de paso: desde la interlocución minoritaria de los grupos avanzados (las teólogas, grupos de mujeres abogadas) a acciones que tienen el sabor de la protesta más amplia. En el pasado octubre le fue presentada a los padres conciliares reunidos en Roma una petición firmada por casi diez mil católicos de todo el mundo para pedir el voto de las mujeres en el Sínodo; en el mes de mayo, se produjo una huelga de las católicas alemanas, que está continuando con acciones puntuales en Alemania, pero también en Suiza.

Existen indicios de que algo profundo en las relaciones entre mujeres e iglesia ha cambiado y llegó el momento de que también por parte de la jerarquía se tome nota de que ya no es imaginable una Iglesia que confina a más de la mitad de sus fieles fuera de los principales procesos decisionales y de las posiciones de autoridad.

Pero aun más profundamente está en juego la vocación de las personas, aquel modo de pensar tan querido por Papa Francesco y que en relación con las mujeres está manco. De hecho, cuando se habla de ordenación no se habla de derechos, dado que nadie tiene el “derecho” de ser ordenado, sino que se trata más bien de abrir una puerta para que las mujeres que se sientan llamadas puedan realmente pensarlo y no sean ya repelidas sobre la base de argumentaciones teológicamente débiles e históricamente falsificables.

Si realmente existió una sistemática ocultación de las pruebas de que en los primeros siglos las mujeres sirvieron desde los altares –al menos – como diáconos, es un deber que la Iglesia le restituya a los fieles la verdad tanto tiempo callada y tome un camino diferente, un camino al mismo tiempo nuevo y antiguo.

Imagen: Pixabay.


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