Audrey Hepburn y la resistencia holandesa

 


Publicado en la web “informareonline.com” el 17-11-2019. Traducido por Administrador, puede verse el original aquí:

https://informareonline.com/storie-della-domenica-audrey-hepburn-e-la-resistenza-olandese/

NICOLA DARIO.

LA HISTORIA SECRETA DE CÓMO AUDREY HEPBURN PARTICIPÓ EN LA RESISTENCIA HOLANDESA.

1994, Holanda.

La Policía Verde para a una chica que acaba de entregarle un mensaje a un partisano escondido en un bosque. Después de un momento de duda, la deja marchar. No sabe que se encuentra ante de una de las futuras actrices más famosas de Hollywood, Audrey Hepburn.

1951, Londres.

Audrey H. Tiene 21 años, y la actriz que será recordada por haber interpretado princesas y millonarias, no lo pasa tan bien en la vida real. Audrey llegó a Inglaterra hace un par de años y comparte con la madre una estancia no mucho más grande que aquella en la que había vivido con otra inquilina en Amsterdam, ya después de la Liberación. La inquilina trabajaba como redactora en una casa editorial que precisamente entonces estaba a punto de publicar “Het Achterhuis” – literalmente “La casa de atrás”, o en la traducción oficial “El alojamiento secreto” -, un diario escrito durante la guerra por una chica judía, coetánea de Hepburn, que entonces tenía 17 años.

Fue así como Audrey leyó en primicia el diario de Anna Frank, que la impactó profundamente y en el que se sentía muy identificada. Anna Frank y Audrey Hepburn, de hecho, habían nacido con pocas semanas de distancia, y ambas en un país extranjero, aun teniendo las dos padres de orígenes holandeses. Durante la guerra habían vivido a cien kilómetros una de la otra, ambas eran apasionadas bailarinas, y habían seguido gran parte del conflicto escuchando a escondidas el programa radiofónico del gobierno holandés exiliado en Londres: Radio Orange.

La parte del libro que más impactaba a Audrey era aquella en la que Anna mencionaba algunas de las ejecuciones en Goirle, y particularmente de cinco rehenes. Uno de ellos era su tío materno, Otto, que representaba para ella la verdadera figura paterna desde el momento en que su padre natural las había abandonado y había entrado al servicio de Hitler, y después de la guerra huiría a la neutral Irlanda. Otto van Limburg Stirum, viceprocurador de distrito en Arnhem, luego, se había ocupado de Audrey hasta cuando los nazis lo habían condenado a muerte en 1.941, a causa del reiterado rechazo de actuar según las leyes de los ocupantes nazis, siendo fusilado justo en la jornada a la que después haría referencia en su diario Anna Frank, dos meses después de su captura, que tendría lugar el día del doce cumpleaños de la sobrina.

Las ejecuciones debían servir para convencer a los holandeses de que aceptaran el régimen nazi, apagando cualquier intento subversivo, pero tuvieron el efecto contrario, abriéndole los ojos también a aquellos que hasta aquel momento habían apoyado a Hitler. La baronesa Ella van Heemstra, la madre de Audrey, estaba entre estos: fiel al régimen, había visto a Hitler, glorificándolo también en un par de artículos, y una vez que el marido se había revelado inalcanzable, se había plegado al general nazi Oestreich. Sólo cuando el nazismo se lanzó contra su hermano, finalmente comprendió, y se acercó a la Resistencia.

Audrey Hepburn, con su madre, vivían en Velp, donde los opositores se reunían en el “Het Ziekenhuis”, un gran hospital en el que muchos médicos estaban activamente comprometidos en la lucha anti-alemana. En aquel verano de 1.944, en el que la quinceañera Audrey comenzó a frecuentar el Het Ziekenhuis, el doctor Visser’t Hooft era uno de los líderes de la Resistencia: falsificaba documentos y ocultaba a judíos y aliados. En poco tiempo, se implicó en sus actividades también la chica a la que todos le llamaban Adriaantje, mandándole hacer aquello para lo cual estaba más capacitada: bailar. Pero la contribución a la causa de Audrey no se limitaba a los espectáculos. Audrey hacía de mensajera y habitalmente se encontraba entregándole mensajes o víveres a los pilotos ingleses escondidos: el doctor Visser’t Hooft la consideraba perfecta para la tarea, dado que habiendo estudiado en Inglaterra, conocía bien la lengua. En una de aquellas misiones corrió el riesgo de ser descubierta. Mientras volvía a casa después de haberle entregado un mensaje a un piloto escondido en los bosques, se encontró frente a dos miembros de la Policía Verde. Necesitaba una justificación que no hiciera sospechar a los alemanes y así recogió algunas flores. Le ofreció el ramo a los soldados y, sin decir una palabra, hizo que supervisaran su documento. Eso bastó a los dos para considerar inocua a aquella adolescente y la dejaron pasar sin hacerle pregunta alguna.

Audrey sentía la misma ansiedad y miedo de ser descubierta que Anna Franck y sabía cuanto arriesgaba. Mucha gente continúa teniendo a Audrey Hepburn por la chica aparentemente ingenua interpretada en tantos de sus films, dispuesta a ser salvada por el hombre correspondiente. Las chicas que se le parecen verdaderamente hoy no son las que gastan una fortuna en Tiffany, sino aquellas que no tienen miedo de tomar en sus manos su vida, ni siquiera en los momentos difíciles. La verdadera Audrey Hepburn se salvó sóla y fue un ejemplo de extrema resiliencia y valentía.

Imagen: Pixabay.


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